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3.10.09

los sueños

El país de los sueños
Era un inmenso campamento al aire libre.

De las galeras de los magos brotaban lechugas cantoras y ajíes luminosos, y por todas partes había gente ofreciendo sueños en canje. Había quien quería cambiar un sueño de viajes por un sueño de amores, y había quien ofrecía un sueño para reir en trueque por un sueño para llorar un llanto bien gustoso.

Un señor andaba por ahí buscando los pedacitos de su sueño, desbaratado por culpa de alguien que se lo había llevado por delante: el señor iba recogiendo los pedacitos y los pegaba y con ellos hacía un estandarte de colores.

El aguatero de los sueños llevaba agua a quienes sentían sed mientras dormían. Llevaba el agua a la espalda, en una vasija, y la brindaba en altas copas.

Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire.

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El adiós de los sueños

Los sueños se marchaban de viaje. Helena iba hasta la estación del ferrocarril. Desde el andén, les decía adiós con un pañuelo.

- de Eduardo Galeano, “El libro de los abrazos”. 

2.10.09

mujeres rescatistas y la propiedad: Ada Rivera en "la Villa"

En búsqueda de historias de vida de mujeres intersectadas por el Derecho de Propiedad, leímos en los pasados días parte del libro de John Brentlinger, Villa Sin Miedo ¡Presente! (Claves Latinoamericanas). El libro, que es una recopilación de entrevistas y fotos de la comunidad de rescatistas de principios de los ochenta, Villa Sin Miedo (como la llaman los miembros de la comunidad hoy día, "La Villa") tiene entrevistas extraordinarias, pero sobresale la de Ada Rivera. Ada, líder comunitaria -que también es entrevistada en el documental "A Desalambrar" en pleno rescate antes del terrible desahucio de la comunidad- contesta varias preguntas, como  la pregunta sobre el qué significó la experiencia de Villa Sin Miedo para ella como mujer. Se aborda también su faena y la de su familia en un día cotidiano en una comunidad de rescatistas y la narración de Ada sobre el día que la arrestaron cuando las autoridades fueron a cortarle los servicios de agua y luz como una forma de desalentarlos previo a lo que sería uno de los desahucios más violentos y recordados de nuestra historia. Les dejo con parte de la entrevista:

(pág. 45)- "Le preguntamos qué significaba para ella, como mujer y madre, ser parte de Villa Sin Miedo:

Lo primero fue trabajar mucho junto a mi compañero para conseguir un techo para nuestros hijos. Esto significó para mi un gran cambio a nivel personal. Tú dejas atrás todo lo demás y te concentras en el trabajo y la tierra. Cambié mi vieja rutina de estar en la casa cuidando a los niños por otra completamente diferente en la que trabajaba día y noche integrada a la comunidad.

  Lo próximo que aprendí es lo que significaba  una lucha, y todo lo que puede implicar ayudar a que este país tome conciencia. Desde los primeros días que estuve en la comunidad me di cuenta de que estábamos en una lucha contra el gobierno del país. La cuestión de conseguir un terreno se convirtió en una cuestión política. Lo que estábamos haciendo era ilegal. Atentábamos contra la propiedad privada, y esto significaba una lucha contra el gobierno. Y cuando vas a eso, surge otra cosa, descubres que estás luchando contre el gobierno de una colonia.

 -Pág. 45 y 46

Ada es menuda, delgada y delicada, de voz y trato suave. Cuando hablamos en esta ocasión estaba tan cansada que no podía oírla. Había tenido un día largo como siempre. Por la mañana había cocinado, recogido la casa y lavado la ropa, con todos los inconvenientes de tener que vivir en un espacio tan reducido con sus compañero y tres hijos. Habían venido visitantes, algunos a ver la comunidad, otros en busca de ayuda.  Al mediodía  su hija había salido para la escuela después de tomarse una sopa bien espesa, iba con un traje inmaculadamente limpio (que acababa de plancharle Ada), con papel y lápiz, y dinero para comprar leche.

Por la tarde había dirigido una brigada de trabajo en la comunidad. Su estilo de dirigir era simple y eficaz, empezaba recogiendo basura o haciendo cualquier cosa, y enseguida se le unían algunos niños y uno que otro hombre o mujer que podían ayudar. Al rato ya se había formado un grupo de trabajo para realizar todas las tareas. Ese día limpiaron y recavaron zanjas de desagüe, recogieron y quemaron muebles desechados y basura, cortaron la yerba y limpiaron el área de lavandería. Ya por concluir la tarde, se bañó, cambió de ropa y preparó la cena. Luego hubo una reunión en la comunidad que duró hasta después de las 11:00pm. Entonces dijo que podía hablar con nosotros.

Mientras hablábamos Miguel escuchaba y jugaba con el nene en la cama de matrimonio. La nena dormía en una cama pequeña que compartían los niños y Ada se sentó al borde de la cama para doblar la ropa limpia. Le pedimos que nos contara de la vez que la policía fue a cortar la electricidad y el agua. Ese había sudo uno de los momentos más difíciles en la villa antes del desahucio y la culminación de una serie de ataques y hostigamientos por parte de la policía.

  Esa fue una experiencia bien triste, dijo. Esa fue una de las ocasiones en que una se sintió impotente por el hecho de ser mujer, por el hecho de tener menos fuerza física, porque mi compañero no estaba en ese momento.

  Eso ocurrió a las 6:30 de la mañana. Yo estaba durmiendo con los nenes en la casa, y me despertaron gritando que la policía había llegado a cortar la luz. Algunos compañeros llegaron en un jeep frente a mi casa y yo salté casi automáticamente, con mi ropa de dormir y una bata de casa, y llamé a la vecina de enfrente para que se quedara con los nenes. Fuimos a la parte de enfrente donde se habían reunido. Había un escuadrón de 35 policías y vemos como empiezan a tomar una forma circular para ir (página 48)acercándose a la comunidad. Los residentes estábamos reunidos conversando. Dijimos “NO vamos a contestar las provocaciones. Nuestro caso está en los tribunales y la policía ni puede estar en estos terrenos hasta que el caso se decida”.

  Sin embargo, se acercaban de una manera amenazante, agresiva y desafiante, como ellos acostumbran a acercarse, y el teniente coronel de la policía de Río Grande se dirige a mi con el altavoz y me dice que no interrumpamos su labor, que ellos vienen a acompañar a los que vienen a cortar el agua.  Entonces, yo, que en otras ocasiones me había comunicado con él, le digo: “Mercado, tú sabes que el caso está en los tribunales y no tienen derecho a cortarnos el agua, que no nos pueden dejar sin agua, que tenemos a nuestros hijos aquí. ¿Cómo  vamos a cocinar?

  Mientras estábamos hablando con ellos se van acercando a la comunidad. Me acerco al grupo para decirle que no se acerquen, que no respondan a provocaciones, entonces quedo más cerca del grupo de la policía y ahí es cuando este coronel con quien yo estaba hablando da la orden “!Arréstenla!”. De pronto me diento agarrada por la parte de atrás de los brazos, surge del grupo de rescatadores una compañera que se abalanza y me agarra porlos hombros pero no es suficiente. Sólo recuerdo que bajo una lluvia de tiros somos arrastradas por todo el paseo de la 65 hasta donde tenían los vehículos estacionados, dos gentes arrastran conmigo y dos más arrastran a Sandra, la compañera que se tira a evitar mi arresto.

  Nos esposaron y nos pusieron en el carro, y cuando me quejé de que aquello era un abuso y pregunté qué era lo que iban a hacer con nosotras, uno de ellos desenfundó su revólver y lo apuntó hacia mí. Nos quedamos calladas y así mismo llegamos a la cárcel de Río Grande. Cuando nos fueron a meter en la celda nos empujaron arrastradas teníamos todo herido, desde el tobillo hasta la cadera, todo raspado y herido y lleno de sangre. Sandra había perdido toda una uña del pie, estábamos destrozadas y toda la ropa se había roto en el arrastre.

Solicitamos que se nos permitiera hacer una llamada a los abogados, pero un agente que se llamaba Chapman dijo que no podíamos. Ahí es cuando yo me desespero, porque recuerdo el tiroteo que oí cuando me estaban arrastrando, por la gente que podía haber resultado herida y, en específico, porque yo tenía los nenes allí. Entonces, vuelvo a llamar a mi cuñada para pedirle que fuera a la villa y me recogiera los nenes. Pero tampoco logro hacer esa llamada.

  Ahí pues, me puse a llorar y Sandra también. Lloramos un rato, un poco, la verdad es que estábamos nerviosas y nos sentíamos bien mal, bien sucias. Nos ardía el cuerpo de las peladuras que (página 50) teníamos y no sabíamos lo que nos esperaba porque conocemos casos de mujeres que han sido malamente dañadas por los agentes de la policía de Puerto Rico, y ambas conocemos bien de cerca el caso de Jessica, un caso que ocurrió en Puerto Rico, donde la policía asesinó a una muchacha. Así que nos dimos ánimo. Cuando terminamos de llorar nos dijimos: “Vamos pa´lante, vamos a tener ánimo. A los bebés los van a cuidar allí y las personas que están heridas que se comuniquen con el comité.

(página 53)

  Ustedes me preguntaron qué significa para mi como mujer ser parte de Villa Sin Miedo. Fue bueno que yo participara pero implicó muchos sacrificios. Tuve que despertar a mis hijos en muchas ocasiones para realizar diferentes trabajos. Tuve que dejarlos muchas veces y, como madre, esa era una experiencia nueva para mí porque siempre habíamos estado juntos, nunca me había separado de ellos. Hubo muchos cambios y tuve que bregar con un montón de situaciones nuevas.

La mayor parte de mi tiempo se lo dediqué al trabajo de la comunidad y tuve muchas experiencias agradables como mujer. Antes de rescatar nunca había tenido al experiencia de coger un Pozzi y una pala. Esas eran cosas nuevas a las que me enfrentaba. Tuve que  enfrentarme a la autoridad. Tuve que romper con una serie de cosas que traía desde niña, de lo que es ser una mujer, cosas como las que te dicen que no puedes ponerte a hacer guardia a las 8 de la noche o estar aquí pendiente a recibir la policía. Estas eran cosas nuevas. Pero las mujeres trabajamos y luchamos junto a los hombres y ayudamos a que los hombres nos vieran como un compañero que estaba ayudando a rescatar esa tierra.

Comprobé que una se prepara más con la práctica, día a día, que una se fortalece con todos los aspectos de la lucha, que cuando una está dispuesta a conseguir un techo para los hijos, una se siente más fuerte para luchar contra cualquier fuerza que quiera destruirla. Así que lo que más logré como mujer, como madre, de esa experiencia es fortaleza, práctica y  decisión. Una experiencia así te prepara más para bregar con tus hijos y te ofrece deseos de desarrollarte más día a día.

(fotos Colección Claridad; Freddie Toledo, 1982)

29.9.09

el rebaño azul

La Comisión de Derechos Civiles invita a la presentación del documental 

"Aquel Rebaño Azul: Brutalidad Policíaca en Puerto Rico

Realizadores: Oscar Serrano (investigación y entrevistas) y Guillermo Gómez Álvarez (direción)

"Expone una visión completa y profunda sobre este problema que tiene múltiples facetas y ramificaciones. Víctimas, instructores, victimarios, expertos, testigos diarios del problema... nos esforzamos por darle voz a todos para, junto a un impactante rescate de imágenes históricas, completar este documental" O.S.

jueves 1ro de octubre 6:30pm
Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana

"Como se ha visto trágicamente en las últimas semanas, se trata de un problema que amenaza con convertirse oficialmente en cultura de nuestra Policía". O.S.

columna editorial: el Derecho al techo

29-SEPTIEMBRE-2009 | 
EDITORIAL DE EL NUEVO DÍA


Un inmenso reto la vivienda social

Es lógico pensar que un gran número de familias, perjudicadas de modo directo o indirecto por la reciente ola de despidos, se vean afectadas en un renglón básico, la vivienda, por lo que el Gobierno está llamado a prepararse para enfrentar ese sensitivo reto social.


La situación que ha reportado El Nuevo Día, acerca de las filas que se forman en la madrugada frente a los portones del Departamento de la Vivienda, refleja como ninguna otra imagen la extrema gravedad que reviste este asunto.


El hecho de que en las oficinas de la Administración de Vivienda Pública (AVP) haya un letrero donde se advierte que para las solicitudes nuevas sólo se atenderá a las diez primeras personas en la fila, añade tensión y obliga a algunas mujeres, jefas de familia, prácticamente a pernoctar con sus hijos en la calle, ante el temor de que, de no hacerlo de esta manera, no serán atendidas.


La demanda por vivienda pública o subsidiada ya es muy alta, y todo indica que se va a disparar en los próximos meses. De hecho, según los propios estimados del Departamento de la Vivienda, hay más de 7,000 personas en lista de espera para obtener un apartamento en un residencial público, y casi 14,000 tratando de acogerse a los beneficios del llamado Plan 8. El jueves pasado, Vivienda Pública admitía que, para enfrentar esa marejada de solicitudes, sólo tenía cinco apartamentos en residenciales públicos y 251 unidades para el Plan 8. Con esos números exiguos, ni un nuevo milagro de los panes y los peces podría proveer alivio.


En un país donde, tan pronto como el mes que viene, muchos padres de familia se verán desempleados, imposibilitados de cumplir con los plazos de una hipoteca o con el pago de la renta de la casa, es de suponer que las solicitudes se dupliquen o tripliquen.


Son poco más de 68,500 las unidades de vivienda comprendidas en los residenciales públicos del País, un número que, si se asume con realismo el empobrecimiento de la clase media y el reacomodo social que se vislumbra, queda muy por debajo de las expectativas.


Las familias necesitan techo. No queremos ni pensar que, a los graves trastornos sociales que acarrea el desempleo y la falta de oportunidades, puede sumarse un número indeterminado de personas que literalmente se verán viviendo en la calle.


Es una posibilidad que podría parecernos remota en el Puerto Rico moderno, pero que no podemos descartar.


En los paquetes de ayuda que ofrece el Gobierno a los empleados que son cesanteados, habría que añadir algún tipo de orientación y facilidades para que, llegado el momento, puedan ser atendidos en Vivienda. Es un departamento al que hay que ponerle las pilas de manera urgente.


Deben agilizarse los trámites en Vivienda Pública, pero también hay que repensar la construcción acelerada de hogares de bajo costo para suplir la avalancha de solicitudes.


No es algo que nos podamos permitir que se proyecte a largo plazo, pues es un problema que crece y del que quizás lo peor está a la vuelta de la esquina.


27.9.09

La razón pública de la política de despidos y los trajes de un quinceañero


Abordemos la razón públicamente ofrecida para los despidos. La acción del gobierno del despido de 17,000 empleados públicos requiere todavía de muchos más detalles y datos para poder analizarla. Hasta el momento lo que hemos visto es una justificación de carácter utilitarista pero que no nos provee datos suficientes para examinarla a la luz del utilitarismo mismo como tampoco datos para incluso cuestionarla desde políticas distintas a aquellas del costo-beneficio. Veamos.


Se dice, en primer lugar, que el Gobernador y su equipo de trabajo estaba "entre la espada y la pared" y que no podía hacer otra cosa porque el país y bienestar en general estaba en riesgo. Se aduce que había que sacrificar estos empleados y a sus familias para echar al País hacia adelante, que ahora todo va a cambiar hacia mejor, que "ya lo peor pasó". En otras palabras, ustedes los 17,000 que quedaron sin empleo y al resto de los individuos que componen estas familias que se sacrificaran por el resto, el gobierno les dice, lo sentimos, pero por el bienestar del resto, esta medida era absolutamente necesaria. 

Esta es una clara medida benthamiana, utilitarista al fin: "se maximiza la felicidad y el bienestar en general". Ante esta situación tenemos dos vías: la primera, cuestionar si la premisa o abordaje utilitarista es la mejor forma de atender el asunto, mediante un cuestionamiento a la moralidad de sacrificar a un grupo para beneficiar a la mayoría, es decir, si se trata aquí de una cuestión de meramente sacar números y poner en una balanza el mal ocasionado vs. el beneficio general. La otra opción es quedarnos dentro del mismo esquema utilitarista y cuestionar el resultado de la ecuación de costo-beneficio y determinar si en efecto, el sacrificio de los 17,000 realmente vale para el bienestar del resto. Comencemos por la segunda.

La realidad es que para determinar si en efecto el beneficio que provocará el sacrificio de unos pocos es tal, necesitamos que se provea mucha más información que la que han dado hasta el momento. Para empezar el Gobernador no ha ofrecido datos, sino que nos ha invitado a confiar en los números y conclusiones que a puerta cerrada han sacado ciertos individuos que se constituyeron como JREF y que lo que proveyeron fue el total de los despidos y las agencias de las que provenían. Habría que preguntarnos más detalles y creo que le compete a la prensa cuestionar y preguntar sobre esto. En primer lugar, sabemos que la famosa Ley 7 tiene algunos criterios pero todavía habría que indagar más específicamente sobre qué criterios utilizaron para seleccionar entre agencias, entre puestos. Necesitamos saber, por ejemplo, si variables como el género y los puestos que tradicionalmente responden a un género particular fueron tomadas en cuenta. ¿Sabemos cuantas de esas 17,000 son mujeres? ¿Cuántas madres solteras? ¿A cuanto asciende el % de mujeres desempleadas? ¿De qué sectores son? ¿Cuál es el costo de que más personas se queden eventualmente sin plan médico que cubra los servicios de salud? ¿Cuál es el número de los costos vs. los beneficios en atender más problemas de salud mental, del aumento en suicidios, de seguridad, de personas que se vean en el riesgo de perder sus viviendas y tengan que acudir a solicitar vivienda pública, lo que también está en el colapso? Números, sí, queremos números.

¿Se tomó en cuenta el costo-beneficio de los servicios que serán profundamente afectados? Si las agencias que más se afectan ofrecen X tipo de servicio, por ejemplo, ya la prensa detalla hoy que la Oficina de la Procuradora de las Mujeres perderá como consecuencia el 75% de sus empleadas, de 62 empleadas, quedarán 16. ¿Se tomó en cuenta en ese análisis costo-beneficio el costo que implica dejar de ofrecer los servicios que ofrece esta oficina a las mujeres? Utilizando el mismo argumento utilitarista, ¿tenemos los datos de costos vs. beneficios de lo que implica que mujeres que son maltratadas ya no cuenten con los servicios de esta oficina y falten a sus empleos? Precisamente se toma esta medida cuando todavía ocurren hechos como este. ¿Qué dijo la nueva Procuradores de las Mujeres sobre esto? ¿Se le consultó? ¿Le importó al JREF esto? 

Otro dato que hoy también detalla la prensa es el dramático impacto de esta política en las llamadas comunidades especiales, las comunidades más pobres del país. Esta oficina verá una reducción en su personal de un 89% de sus empleados. De 148 empleados se quedan solo 16. Creo que a muchos nos gustaría saber los criterios que utilizó el JREF para esto. El sacrificio aquí vs. el beneficio y bienestar de todos parece cuestionarse al menos si una tiene la pretensión de que el beneficio de "todos" incluya a las mujeres y a las comunidades pobres del país. 

Podríamos seguir con los ejemplos sobre serios cuestionamientos a esta suma y resta utilitarista cuyo resultado está en serio cuestionamiento. Por ejemplo, y este es uno de los temas que más me toca, las escuelas públicas no contarán con los conserjes que hoy día cuentan: 4,000 de los 5,000 conserjes de escuelas públicas serán despedidos. Me pregunto si en la suma y resta no se dieron cuenta que la gran mayoría de nuestros niños y niñas todavía dependen del sistema público de educación para poder "echar para adelante" o "para crecer" como ha dicho el Gobernador. ¿Cómo explicar esta ecuación y que esta ecuación realmente beneficia a todos en Puerto Rico? 

Así que hago un llamado a una explicación que nos ponga en mejor posición, en una posición realmente informada para pasar juicio sobre estas medidas de sacrificio dirigidas a unos pocos, medidas  que se nos pide que irreflexivamente aceptemos que son para el beneficio de la gran mayoría o de todos los puertorriqueños. ¿Son o serán realmente la mayoría de los puertorriqueños los y las beneficiados? La falta de servicios esenciales, ¿cómo se atenderá? ¿Acaso mediante la privatización y contratación a través de la otorgación de millonarios contratos? 17,000 es un número vacío. Vamos a ponerle caras, ropa y funciones a esos 17,000 y a quienes reciben esos servicios y entonces podemos hablar en mejores condiciones. 

Si esos 17,000 despidos son irrelevantes para quienes cuentan con servicios de salud de primera, si los servicios que se afectan no trastocan la educación privada de excelencia que reciben los hijos e hijas de las clases privilegiadas, si esos servicios y despidos no se acercan ni con una vara larga a trastocar ni un poquito la vida de quienes gobiernan o de quienes ni siquiera tienen que depender del gobierno ni para que les recoja la basura (vea cuán afectados por la crisis están algunos sectores privilegiados: mientras unos hacen alarde de los tres cambios de traje de diseñadores exclusivos en un quinceañero, los despedidos no podrán ni comprar en "La Elegante" en el casco de su pueblo; post sobre el tema aquí), entonces al parecer no todo Puerto Rico se está "ajustando el cinturón" sino que los sacrificados son los mismos y lo están haciendo para beneficiar a unos pocos y todo lo contrario a la máxima de Bentham, en detrimento también del beneficio de la mayoría. La ecuación utilitarista anda mal si es así.

Pero como señalé, todavía hay otra forma de cuestionar esta política laboral y las políticas en general que está adoptando este gobierno. Una puede cuestionar la moralidad y lo apropiado desde el punto de vista de la justicia, de políticas utilitaristas. Se pide que unos pocos se sacrifiquen para el beneficio del resto. Aún si aceptáramos que hay beneficio para el resto, lo cierto es que en el juego pueden afectarse derechos de ciertos grupos y minorías, derechos que no deberían estar en juego en la ecuación. Se trata del cuestionamiento principal a esta filosofía utilitarista. ¿Qué está en juego con esto? Los derechos de individuos que merecerían en nuestro sistema ser tratados igual que a los demás, con los mismos derechos y la misma dignidad. ¿Quienes son los afectadxs? Se nos invita a través de las políticas utilitaristas a encajonar a toda la sociedad, a todos los individuos en una misma caja. Lo cierto es que para que sean justas las medidas habría que situar a los afectados, tomarlos en cuenta de acuerdo a sus derechos y a su situación. ¿Sería justo hablar de que los que ya vienen desaventajados en esta crisis asuman el sacrificio por el bienestar de todos, cuando "todos" incluye a aquellos que la crisis ni siquiera les ha acariciado de lejos? ¿Acaso no hay que contextualizar las implicaciones del embate de estas medidas sobre ciertos grupos que ya sufren de carencias producto de la crisis económica? ¿Porqué tendrían que afectarse estos 17,000 por el resto, sobre todo cuando el beneficio obtenido es profundamente desigual?

Por otro lado, ¿es la ecuación costo-beneficio la mejor alternativa cuando hay otros valores sociales en juego que no son cuantificables en dólares y centavos? ¿Cómo cuantificar el impacto social de esta política sobre ciertos grupos sociales, o sobre las familias de las personas despedidas? ¿Tomó en cuenta el JREF los problemas más acuciantes en nuestro país, el aumento en la violencia, la violencia de género, los problemas de falta de vivienda, el aumento en la desigualdad, el tema de la pobreza en nuestro niños que salió reseñado hace poco en la prensa?

En resumen, la discusión requeriría rasgar más allá de la superficie y auscultar premisas inarticuladas en las razones públicas que se han ofrecido para estas políticas. Estos temas merecen discusión y deliberación y no que se despachen bajo la pretensión legitimadora de que "un grupo de expertos" (de la empresa privada y utilizando modelos de empresas privadas) recomienda dirigir al país con fórmulas que debemos aceptar sin cuestionar, o peor, sin conocerlas. Un País no es una empresa privada y requiere de razones públicas.