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21.5.15

Nuevo libro y Presentación: Escrituras en Contrapunto (Editorial UPR)


La Editorial de la Universidad de Puerto Rico anuncia su más reciente publicación, un libro de ensayos críticos sobre la literatura puertorriqueña, editado por Marta Aponte Alsina, Juan G. Gelpí y Malena Rodríguez Castro. El libro contiene ensayos y miradas muy diversas de los siguientes escritores puertorriqueños:

Rafael Bernabe
Carmen Centeno Añeses
Ivette López Jiménez
Áurea María Sotomayor Miletti
Yolanda Martínez San Miguel
Eduardo Forastieri Braschi
Marta Aponte Alsina 
Zaira Rivera Casellas
Efraín Barradas
Rubén Ríos Ávila
Gabriela Tineo
Francisco Javier Avilés
Malena Rodríguez Castro
Juan Duchesne Winter
Luis Felipe Díaz
Elidio La Torre Lagares
Catherine Marsh Kennerley
Juan G. Gelpí 
Urayoán Noel
Juan Carlos Quintero-Herencia
Juan Otero Garabís
Francisco José Ramos
Miguel Ángel Náter
Richard Rosa
Fernando Feliú Matilla
María Teresa Vera Rojas

Elsa Noya

Vislumbramos que será un libro de referencia obligada para la literatura puertorriqueña. Comparto la reseña del libro de los editores.

Quien busque un registro exhaustivo de autores no lo encontrará aquí. Hallará un retrato heterogéneo de la crítica, un escaparate abarcador de cómo se hace crítica de la literatura puertorriqueña. Encontrará propuestas de lectura. Encontrará, de igual modo, lecturas que podrán tener ecos y ramificaciones en la incesante labor de la crítica. La institución de una literatura se completa en sus lectores. La existencia de estos ensayos, que por supuesto, no pretenden fijar interpretaciones "correctas", se sitúa de manera tal que denota, sin cerrar cotos excluyentes, la singularidad de la literatura puertorriqueña. Nos une la noción de debate en toda su riqueza semántica.
...El volumen toca algunas salientes de un proceso literario, desde los primeros libros impresos en Puerto Rico en el siglo XIX hasta la literatura más cercana en el tiempo. ...Su naturaleza dialógica y diversa en lo que a autoría se refiere, apunta a una multiplicidad de intérpretes y lecturas que destacan la complejidad de la trayectoria de nuestras letras y operan a partir de ese carácter complejo. Contra la fijeza y linealidad de la escritura entendida como cosa acabada, preterida, oponemos la fugacidad y simultaneidad de la música, su vibrante actualidad y mutabilidad, su capacidad polifónica.

                                                                      Los editores 

A partir del 29 de mayo, el libro estará disponible en La Tiendita de La Editorial y en las librerías puertorriqueñas. Además, en ocasión de que este año Puerto Rico será la sede del encuentro de LASA (Latinamerican Studies Association), la presentación del libro será allí el viernes 29 de mayo a las 9:45am. 

Dejo la invitación a la presentación. (Pulse para detalles).


Historias de Padres e Hijos (Guillermo Rebollo-Gil)

Ricardo Alcaraz-Diálogo Digital
(Publicado originalmente en Diálogo Digital)
Historias de Padres e Hijos-Guillermo Rebollo-Gil

Para las y los amigos

“Tuve que esperar a caer preso para que mi papá me dijera te amo”. El relato continúa años antes en la sala de la casa, con la visita de los reclutadores del equipo de baloncesto de una universidad americana. Según la historia, el papá le cuestionó a los visitantes la confianza que tenían en el talento y la dedicación de su hijo. Luego hay un salto a un escenario de guerra en el otro lado del mundo. El hijo llama a su papá para contarle que mató a un burro.

La historia no es mía. Me la hizo un joven escritor en prisión. Recientemente obtuvo el tercer lugar en un certamen literario de la Universidad de Puerto Rico. Se ganó 75 pesos. Los gastó en mantequilla de maní y Nutella en la comisaría. Su viejo le dijo que “quizás ahora te puedes ganar la vida como escritor”.

Como escritor, pasa 22 horas del día en una celda. Como él, hay 16 hombres más, vestidos de azul, que nos reciben en el salón. Son las nueve de la mañana de un viernes. Mi amigo Eddie y yo nos identificamos en el portón de entrada como escritores visitantes. Luego esperamos una hora junto a dos amigas y otro amigo, que semanalmente ofrecen un curso de español en la cárcel. Cada uno de los 16 hombres nos extendió la mano, nos miró a los ojos y nos dijo “buenos días, bienvenido”, como si cada uno hubiera pasado las 22 horas previas encerrado a solas en una celda y aun así, confiara en su capacidad de sonreír, ofrecer amor a un desconocido y recibir amor de vuelta.

Todas las historias de los presos parecerían comenzar con un padre que huyó, o que los golpeó a ellos o a su mamá, o que murió violentamente. Algunas continúan desarrollándose a lo largo de años largos en instituciones de máxima seguridad, con padres que acuden fielmente los días de visita y finalmente se atreven a decirle a sus hijos que los aman.

Mi amigo Eddie y yo los visitamos para hablarles acerca de cómo escribir estas historias. Eso hacen los escritores cuando los invitan a dar charlas en lugares varios. Yo le dije que esa era una excelente oración introductoria: “Tuve que esperar a caer preso para que mi papá me dijera te amo”. Fue, sin duda, una cosa pendejísima para decir. Pero el sonido de la cadena rosando el piso cada vez que alguno se paraba y caminaba hacia el baño con el guardia siguiéndole los pasos, no me dejaba pensar. ¿O acaso fue la bienvenida?

Los presos de máxima, con condenas de 166 años, con hijos y hermanitos afuera, que nacieron cuando ellos ya estaban adentro, son los custodios de nuestros saludos; de esa dura e hiperbólica bondad humana que persiste a fuerza de 22 horas a solas, luego de más de la mitad de una vida tras las rejas, con la esperanza de aun habiéndolo perdido todo, jamás dejar perder la oportunidad de recibir a alguien, quién quiera que sea, con amor y contarle su historia. Yo no sabría cómo escribir acerca de ese saludo. Pero siento que es preciso aprender. A escribir así. A saludar así.

Lo que no funcione como literatura en prisión no vale la pena escribirse. Esa también es una buena línea introductoria. Solo que no deben haber prisiones. Al menos no para esos 16 hombres, con condenas de cien y doscientos años —los tipos más peligrosos del país— que tuvieron que esperar a caer presos para que sus papás les dijeran te amo. Suficiente, entonces. Ya basta. Que los saquen. Acá afuera hacen falta escritores, amigos.