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Nuevo libro: Fortunes of Feminism: From State-Managed Capitalism to Neoliberal Crisis (Nancy Fraser)


Fortunes of Feminism: From State-Managed Capitalism to Neoliberal Crisis

Charts the history of women's liberation and calls for a revitalized feminism.
Nancy Fraser’s major new book traces the feminist movement’s evolution since the 1970s and anticipates a new—radical and egalitarian—phase of feminist thought and action.
During the ferment of the New Left, “Second Wave” feminism emerged as a struggle for women’s liberation and took its place alongside other radical movements that were questioning core features of capitalist society. But feminism’s subsequent immersion in identity politics coincided with a decline in its utopian energies and the rise of neoliberalism. Now, foreseeing a revival in the movement, Fraser argues for a reinvigorated feminist radicalism able to address the global economic crisis. Feminism can be a force working in concert with other egalitarian movements in the struggle to bring the economy under democratic control, while building on the visionary potential of the earlier waves of women’s liberation. This powerful new account is set to become a landmark of feminist thought.

22.5.13

"Every separation is a link" (Simone Weil)

The world is the closed door. It is a barrier. And at the same time it is the way through.
Two prisoners whose cells adjoin communicate with each other by knocking on the wall. The wall is the thing which separates them but it is also their means of communication. … Every separation is a link."
Simone Weil in Gravity and GraceSong: “Concrete Walls” by Fever Ray

21.5.13

Recomendamos: SKOOB y las cartas entre Coetzee y Auster


Primero, una puede pasar horas en esta genialísima librería de libros usados: Skoob, en el barrio Bloomsbury en Londres. La recomiendo. Un escondido sótano te lleva a filas y filas de libros, con el olor del tiempo en ellos. Ayer vi una copia de Nicomachean Ethics en griego y con sútiles anotaciones de un profesor de Oxford en los márgenes, a pluma, hechos en 1955. Tiene una excelente selección, sobre todo de literatura, una fenomenal sección de libros de cartas y diarios (ahí pasé la mayor parte del tiempo) y una bellísima colección de tarjetas y portadas de libros: Used BOOKS and Secondhand BOOKS at SKOOB.

Además, recomendamos Here and now: letters 2008-2011 entre Paul Auster y J.M. Coetzee (Harvill Secker, 2013). La lectura de las cartas es un gusto, incluso los temas que pensé que no me gustarían, como el deporte, los disfruté en cada una de sus palabras. Desde temas como la política, la amistad, la crisis financiera, la ética y la estética en los deportes, la literatura, el amor y el cine, están en estos intercambios elegantes y genuinos. La intensidad de Coetzee se une con la escritura pausada y el abordaje sencillo y transparente de Auster en estos estos temas. Una gran lectura para el verano. Dicho está.

Salud!.  

Reflexiones 5: Su desobediencia está más que justificada.

¿Qué nos obliga a obedecer las leyes? ¿Qué hace que nos sintamos vinculados con la comunidad política a la cual pertenecemos, con el ordenamiento que nos impone ciertos deberes jurídico-políticos, pagar contribuciones, por ejemplo? Esta es una de las preguntas más discutidas en la teoría y en la filosofía del derecho. La pienso hoy, sin embargo, en un contexto particular. Veo la gran cantidad de esfuerzos de muchos de mis con-ciudadanos, amigos, conocidos, en lograr lo que debería ser un entendido básico: que no se les discrimine por su orientación o preferencia sexual ni se les desproteja del ordenamiento jurídico; que no se les trate como ciudadanos de segunda o tercera categoría (clasificación que ni siquiera debería existir; es solo un mal dicho).

La Cámara de Representantes de Puerto Rico, leo, se niega a aprobar legislación que en principio ni siquiera debería tener que aprobarse. Como apunta Agamben: "One day humanity will play with law just as children play with disused objects, not in order to restore them to their canonical use but to free them from it for good." Es decir,  no habría que tener una ley que explicitara que a los ciudadanos no se les debe discriminar por su preferencia u orientación sexual. El necesitarla es de por sí una tragedia. ¿Cómo es que llegamos al punto de necesitar con urgencia una regla prescriptiva -en el orden de la prohibición- que obligue a que en el trabajo, en las relaciones diarias, en el análisis de los méritos de un empleado, tenga que recordarse que es impermisible que se le discrimine de esa forma? Peor aún, ¿quién interpretó que solo y exclusivamente cuando la ley expresamente aluda a preferencia u orientación sexual es que se entendería esa discriminación como impermisible? ¿Acaso no estamos ante un asunto que evidentemente plantea el trato igual, del respeto y la dignidad humana que, para seguir la lógica misma de la premisa interpretativa, están expresamente plasmados en la Constitución? Pero no me interesa detenerme ahí. En todo caso, ya estamos en el entrampamiento en que nos dejó tanto la negación del Ejecutivo -a través de la implantación de las leyes- como del Poder judicial -a través de su reiterada negativa a cumplir su rol de velar por que nadie sea tratado de esta forma; una especie de entrampamiento y perversidad del uso del Derecho, que nos lleva a tener que explicitar en una ley lo que ya de por sí debería ser. Es evidente, parafraseando a un profesor de filosofía del Derecho de la Universidad de Tilburg, que la ley solo adquiere relevancia en el momento en que lo que ES se aparta de lo que DEBERIA SER (en este caso, igualdad plena).

El punto entonces sería pensar en lo siguiente: si ni el gobierno que se supone que ejecute, es decir, el Ejecutivo, ni el Poder judicial que se supone que proteja, ni tampoco ahora el Poder Legislativo que dice 'representarnos', les ofrece reciprocidad ¿qué obliga a estos ciudadanos a sentirse parte del contrato social; a actuar y obligarse con el resto respecto a sus leyes y deberes? Si la Legislatura no actúa ahora prohibiendo esta discriminación hacia parte de lo que son sus 'representados', su no-actuación es un acto que habla por sí mismo: es un visto bueno a que la discriminación que enfrentan continúe. Su no-aprobación del proyecto es una forma directa de refrendar esa discriminación y como tal debe verse y tomarse. Por lo tanto, para que esa Legislatura y sus miembros mantener algún grado de legitimación frente a esta comunidad discriminada no tiene otra opción sino que actuar prohibiendo la discriminación. Si no actúan son responsables, de cada uno de los actos de discriminación y atropello por las que pasan a diario estos ciudadanos. Pero también el resto de esta comunidad somos responsables si permitimos que esta conformación política que gobierna continúa discriminando y avala la discriminación de parte de nuestra comunidad. La lealtad a los partidos debería a esta altura haberse tambaleado más de una vez. Habría que romper el lazo (para los que aún no lo sueltan) de una vez y por todas. Estamos llamados no solo a no re-elegirlos, eso no es suficiente, sino a llamar claramente a que actúen ahora o a que enfrenten nuestro repudio y deslegitimación como supuestos representantes de la democracia. Si no actúan en defensa de parte de sus 'constituyentes', protegiéndolos con la igualdad de la ley, son artífices de su propia irrelevancia y falta de legitimidad democrática, pues en la democracia, como dice Arendt, no solo se cuentan narices.

¿Qué significaría entonces el mantenimiento de este estado de cosas para un buen número de los ciudadanos de esta comunidad-país? ¿Tiene un no-ciudadano (o ciudadano a medias), que no tiene la igual protección del ordenamiento al cual se supone pertenezca, razones para contribuir al fisco? ¿Tiene un vínculo para sentirse obligado por la ley que se le impone?. ¿Qué protección recibe ese ciudadano o ciudadana de esa 'autoridad' que le dicta conductas? ¿Qué obtiene a cambio de su fidelidad a sus leyes y a obligarse frente a los demás, frente a esos y esas que le niegan su ser y su protección? No cuentan con seguridad contra la violencia, no reciben igual trato en el empleo, no pueden contraer matrimonio si así lo quieren -y por lo tanto tienen desventajas patrimoniales y contributivas- no pueden heredar igual que el resto o tener beneficios patrimoniales de sus parejas en vida, no pueden adoptar y formar familias con el reconocimiento y la protección de la ley, no gozan de igualdad de acceso a beneficios y ayudas. 

El ilegítimo estado de derecho les falla, ni el ejecutivo ni el poder judicial los protegen cuando se les despide de su trabajo por razones totalmente ajenas a su mérito y desempeño; no se les protege de las implicaciones nefastas del prejuicio ni de los crímenes de odio. ¿Qué entonces le ofrece este estado de cosas? Diría que no veo razones para que éstos contribuyan al fisco pagando contribuciones, tampoco para sentirse obligados por las leyes adoptadas por esos que los excluyen, mucho menos tienen razones para sentirse representados por 'su' gobierno. Pienso que les queda desobedecer. Su desobediencia está más que justificada.   

éft. mayo 2013.

19.5.13

Reflexiones 4: Entendidos ético-políticos ante un individualismo masificado


(4)

Asumir en toda su extensión la vieja idea de que es mejor la "neutralidad" en materia de valores ético-políticos frente a la pluralidad de posibilidades, es uno de los asuntos que más urge repensar. El trauma ante el fallo de la última propuesta ética-política que se presentó como alternativa al avance del liberalismo capitalista parece habernos convencido de la amenaza de todo aquello que presente algunos contornos éticos para vivir en comunidad. Pero ¿acaso la amenaza actual más temible no es precisamente el avasallador alcance de un individualismo voraz que sagazmente ha hecho desaparecer todo asomo de propuesta alternativa? ¿Acaso al momento no es más de armas tomar la normalización que hemos asumido de temer, al punto del desvarío,  cualquier acción de un número mayor a 1 que presente propuestas de solidaridad? Si tememos a la puesta en la mesa de ciertos entendidos ético-políticos para una vida en común, cometemos el error deja dejar el terreno de la vida vacío (pero solo en apariencia vacío). No es el exceso de lo comunal nuestro problema, es precisamente lo contrario: nuestro problema es el imparable avance del individualismo masificado, encarnado en muchos, sí, pero concebido en yo(s).

Hay vida en común querámoslo o no y, hoy día, la negación de ese hecho en la idea de que solo somos individuos (con una noción particular de individualidad) tiene la implicación de que a falta criterios para ser en lo común, el espacio lo ocupe una única moralidad conservadora y opresiva. Lo llenan precisamente quienes se benefician del solo aparente vacío que se hace llamar neutral para beneficio de un tipo de individuo. Es el resultado, entre otras cosas, de la Guerra Fría, del ‘fin de la historia’. El modelo de individuo y la libertad que terminó triunfante y se coronó a lo largo de todo ese proceso, terminó por convencernos de que toda neutralidad valorativa era (es?) un mejor precio a pagar que pensar en una nueva propuesta ético-política. Es la encarnación del prejuicio triunfante hacia cualquier concepto que se asemeje a lo político o a lo común entendido más allá del liberalismo capitalista. Al negar la idea de una o más propuestas ético políticas por temor a equivocarnos o por aferrarnos a la (solo aparente) libertad individual, paradójicamente sepultamos cada vez más nuestras posibilidades de libertad. ¿Renunciamos a ella y aceptamos sin más la aparente neutralidad triunfante?

Diría que no hay que temer a avanzar hacia unos lineamientos ético-políticos que sustituyan en contenido las desgastadas premisas del liberalismo actual y que nos propongan unos entendidos distintos para vivir en comunidad. La neutralidad del Estado liberal hace rato quedó desecha. Ya quedó deconstruida y está bastante maltrecha. ¿Qué hacemos entonces con lo que quedó expuesto? No bastaría decir que no existe la neutralidad del Estado frente a intereses 'ocultos' para lidiar con sus nefastas implicaciones diarias.  Seguir insistiendo en una falsa neutralidad que sea "indiferente" a las preferencias de los individuos tampoco parece ser suficiente. Hablar del respeto a la pluralidad como principio, por ejemplo, no es lo mismo (ni discursiva ni jurídicamente) que exigir del Estado mera "indiferencia ante las preferencias individuales". Haría falta dibujar los contornos de unas nuevas reglas del juego y no conformarnos con un relativismo valorativo o con un hiper-escepticismo que quizás producto de ciertos emplazamientos, sirvió en un momento para poner en jaque al poder y a la idea de verdad. Hoy día ese acercamiento en demasía tampoco es neutral y quizás su exposición ya cumplió su función.

El cuidarse de los peligros de la certeza en demasía, de la convicción inamovible o de la dictadura de la verdad es importante, pero no es ni puede ser sinónimo del "todo se vale" o de abandonar el tablero del juego. Conocer los peligros del aferrarse a una idea no es óbice para proponer contornos de eticidad sobre cómo queremos vivir, aunque éstos se transformen y no sean necesariamente universales. Lo que sí sabemos hoy es que dejar el tablón vacío y renunciar a esto último, implica ver como lo llenan arbitrariamente quienes sí tienen una narrativa monolítica que ofrecer, y la ofrecen precisamente en tiempos de incertidumbre y desgaste. Lo llenan, y vaya que lo llenan, con los peores valores: los de la exclusión, los del miedo, el odio, la avaricia, el egoísmo. ¿Qué proponer frente a eso?

No hay que temer a proponer contenidos mínimos para una ética-política común lo suficientemente plural que nos guíe en el continuo agónico de la vida en común, una ética-política que comience por repensar, y quizás revigorizar, lo más básico: el respeto, el amor, la solidaridad, la igualdad, la equidad, lo común, un nuevo concepto de individuo, una nueva noción de libertad.

éft mayo 2013.