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9.5.09

inversión en la ternura y apuesta a un imposible mayor

El jueves pasado tuvimos el cierre del año académico 2008-09 del Programa Pro Bono. Contamos con casa llena: estudiantes, facultad, ciudadanos y grupos de las comunidades servidas, padres y madres; la actividad fue una muy especial, digna para celebrar un año de muchos logros, de disciplina, rigor, alegrías. Fue una noche maravillosa. Contamos con el licenciado Charles Hey, director de Servicios Legales, quien se dirigió al público para esbozar los problemas estructurales que confronta nuestra sociedad y que justifican la importancia de una profesión comprometida con el acceso a la justicia y de programas pro bono como el nuestro. Como acto de apertura los y las estudiantes hicieron una obra de teatro espectacular en la que escenificaron lo que NO es Pro bono. Recibieron vítores del público!. También, escuchamos de primera mano los testimonios de estudiantes  y miembros de la comunidad que compartieron sus experiencias en el Programa Pro Bono. Finalmente, como acto de clausura contamos con Guillermo, poeta y estudiante de Derecho, quien leyó su poema Lamento de concepción y luego se dirigió al público con un texto-discurso extraordinario que transcribo abajo. Su acto dejó a todos y todas solemnes, maravillados y en completa reflexión. Grande la actividad! Especial toda...

Luego colgaré algunas fotos de la actividad. Mis felicitaciones a los y las estudiantes por un año fenomenal y un trabajo excepcional, verdaderamente excepcional. El Programa Pro bono es suyo, es su experiencia!.
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"Quisiera decir algo sobre la distancia. La distancia vista no como la imposibilidad de coincidir sino como el rechazo de ciertas proximidades a favor de un hacinamiento espiritual, simbólico. Empiezo con el poema para precisar el punto de partida, para decir que en mi caso al menos, parto de un hacinamiento de clase/ raza/ tribu; de una distancia cifrada en el control de acceso, lo cual implica que soy capaz únicamente de reconocer a aquellos que residen o tienen vínculos previos con mi lugar en el mundo.

La Escuela de Derecho cabe en mi definición de lugar y llego a ella por tradición, privilegio heredado, por el transcurso normal del tiempo. La Escuela es mi lugar porque no se me resiste. Porque mi presencia aquí no requiere salvaguardas, explicaciones, ni es producto de historias de superación o cuentos tristes con moralejas. Yo simplemente pertenezco a la Escuela y esa pertenencia nunca ha sido motivo de sospecha. 

Para mi el Proyecto Pro Bono es una manera de sospechar de mi presencia aquí. Es una invitación a la reflexión y auto-crítica mediante el trabajo con personas, comunidades con quienes no he podido compartir una cotidianidad porque sus lugares en el mundo no tienen acceso al mío; porque mi lugar en el mundo desplaza sus lugares aceleradamente; porque la permanencia y relevancia de mi lugar exige que los suyos sean espurios, fáciles de desdibujar, para trazarlos de nuevo, cada vez más lejos de mi.

Yo quisiera decir algo sobre la distancia y hablar del Proyecto Pro Bono como una manera de hacer efectivo el deseo de estudiantes aquí de adoptar una ética de proximidad para con aquellas comunidades marginales, invisibles, impensables y entrar de lleno en una serie de actos de contacto y cooperación con ellas para el bien común, el bien total. Digo actos de contacto porque quiero hacer hincapié en la voluntad de búsqueda de estos estudiantes, en el esfuerzo por reconocer al otro en otros términos, siendo los términos otros formulaciones ajenas al estudio tradicional (desentendido) del Derecho. 

Quiero hablar de la voluntad de estos estudiantes como futuros profesionales y usar términos como ternura y cooperación, y decir que existe la posibilidad de transformar el estudio y la práctica del Derecho mediante la voluntad de nuestros y nuestras estudiantes aquí. 

El Proyecto Pro Bono es el reconocimiento oficial de la Escuela de esas posibilidades. Es la manera en que la Escuela invierte en el potencial de ternura de su comunidad, para que sus miembros alteren la composición, el sentir y el pensar de esta Institución académica para que no quede desfigurada a causa del hacinamiento de clase, raza o tribu. Para que mi presencia aquí, por ejemplo, siempre sea motivo de sospecha.

Yo quisiera decir que el Proyecto Pro Bono responde a lo que llaman una “ética hiperbólica” de la proximidad en la medida en que utiliza el Derecho para provocar el contacto afectivo entre múltiples y contrarios lugares en el mundo. Porque ante la aparente imposibilidad de este tipo de contacto, apuesta a un imposible mayor; a una cotidianidad plena, donde todos y todas coinciden".

-Guillermo Rebollo-Gil (San Juan, 1979)
 7 de mayo de 2009 
 Escuela de Derecho
 Universidad de Puerto Rico