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9.9.09

columna buscapié: Barrunto

09-SEPTIEMBRE-2009 | GUILLERMO REBOLLO GIL

BUSCAPIÉ 

Barrunto

Fortuño dice ‘nuestros hijos’ y no necesito intérprete para saber que hace una distinción entre muchachos cuya cotidianidad es relevante al devenir político y social del País y chamacos que deben esperar su turno a morir asesinados para que su vida sirva de lección a todos:


No todos somos gente.


El Gobe tiene razón. Existen motivos fundados para la sospecha. Geografías prohibidas donde, a saber cómo, viven y trabajan familias malamente formadas más allá de los límites de la decencia, que no sabrían ni qué ponerse para un pasadía en bote.


Negocios nefastos entre “chamaquitos que van a parar al río, que van a parar a los buzones en donde aprenden a vivir como viven las cartas”. Comunidades enteras al margen de las páginas sociales, asediadas por claques de pistoleros, ‘hijos de nadie’, capaces de matar sin distinción, siendo la distinción el eje central de nuestra política pública.


Esto lo sabe el Gobernador mejor que nadie. Por eso valida nuestra sospecha al sentenciar elegante que la sana convivencia no es más que la conveniente confraternización de iguales en peligro de extinción.


No todos somos gente.


Pero el sospechoso tal vez soy yo cuando siento que el Gobernador me habla muy quedo al oído, y me convida a creerle cuando dice ‘nuestros hijos’, y ya empiezo a imaginarme picnics y pasadías familiares en bote: El Gobe y yo, en cortos y penny loafers, rumbo a otra isla gris cerca de aquí, donde seguro nos tratarían como reyes entre otra mayoría anónima, pero simpática, que vive y muere sonriente.


Las caras lindas de una violencia límpida: Fortuño y yo sobre cubiertas en una conversación continua sobre el bienestar de mis hijos por venir.


Les juro que me guiña y hace señas desde el podio -una distinción especial para conmigo por mis treinta años cumplidos de espaldas a un país donde, presiento, sólo nuestro tipo de gente tiene derecho a hacer algo más que sobrevivir.