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25.1.10

Rima Brusi: sobre las tarifas en los residenciales públicos (sobre la reacción colectiva)

Transcribo aquí el post de Rima Brusi en su página-blog Parpadeando, sobre la reacción colectiva que provocó el tema de los residenciales y las tarifas fijas. enlace aquí, pero merece transcribirse todo, para que perdure en más de un sitio y resuene...

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tarifas, vagos, indignaciones, y otras vergüenzas de la cotidianeidad

Hace rato que tenía que haber escrito sobre este asunto de las tarifas fijas para los residenciales, o más bien (porque esto otro es lo que verdadera mente me llama la atención y me interesa) sobre la reacción que dicha política ha desatado. Esa protesta colectiva, a viva voz, una ola de quejas que nunca he visto elevarse, al menos no con esa velocidad, para defender ninguna otra causa. Ningún político pillo, o vago, o mantenido, ha desatado jamás semejante ira. Los que por poco nos queman el país con el desastre de CAPECO nunca fueron blanco de una indigna ción así. El bono a los desa rrolla dores para que pudie ran seguir construyendo (y vendiendo) en un país con sobre veinte mil viviendas vacías nunca fue discutido como “robo” o “parasiteo”.

Cuando decidí que final mente escribiría sobre este asunto, tampoco escribí. No escribí porque que ría producir un texto impresionante, conmovedor, o por lo menos ingenioso. Tal vez sonoro, con esa sonoridad que con frecuencia exhiben tipazos y tipazas como Pérez Reverte, o Ana Lydia Vega, o Mayra Montero –esa sonoridad que emite el argumento en el volumen preciso, y en la frecuencia exacta, para que éste resuene en las neuronas y el corazón ajenos. De modo que volví a no escribir.

Final mente, supongo que hoy, decidí que igual tenía que hacerlo. Primero, porque me dí cuenta de que no logra ría la resonancia espe rada (puede leer sobre “resonancia”, ese tan poético fenómeno de la física, aquí), justa mente porque esa es la cualidad principal, y más repugnante, de esa indigna ción colectiva que hoy vengo a criticar. Me resigno entonces a escribir cualquier cosa: un cruce entre desahogo y memo corporativo, un telegrama febril, una rabieta antipática pero inteligible, un carraspeo lanzado torpe mente al mundo de la cibernia. Que salga cualquier cosa, pensé, pienso; entra mos luego y escribimos algo de seguimiento, más bonito, más sosegado, más intelectual.

Así que escribo. Primero, para describir la cosa que enfrento aquí. No se trata de la decisión de la tarifa fija — ni siquiera sé si esa decisión,la de otorgarle una tarifa fija de agua y luz a los que viven en residenciales públi­cos, es buena, mala o irrelevante. Probable mente, para ser honestos, en términos estricta mente económi cos, es irrelevante. No lo sé. Franca mente, ni viene al caso. Lo que me trae hoy a la ventanilla de editar una entrada en mi blog es la reacción popular a esa decisión. Y ésta, señores, ha sido de miedo. Los comenta rios en los periódi cos en línea chillan (sí, chillan, en chillonas mayúsculas) cosas acerca de esa “gentusa” (palabra que por cierto, muchos escribieron con ‘s’), que “vive del cuento”, y que “no trabajan para vivir del gobierno y de los que paga mos contribuciones.” Hablan de irse a vivir en un caserío como si de hecho quisie ran hacerlo. Hablan de un futuro donde el gobierno les dará internet gratuito también. Hablan de plasmas, antenas y piscinas en todos esos hoga res que, si una no hubiera visto de cerca, tendría que imaginar como fabulo sos palacios de cuento, con fuentes cristalinas y luces de discoteca.

Pero la peor parte no fueron los periódi cos, no. Allí de todos modos siempre hay cuatro locos chillones comentando las noticias grosera mente, de hecho esta vez han estado quizás hasta más educa dos que de costumbre. No, la peor parte fue facebook, espacio en donde me comunico con lectores de esta cosa, con amigos, con familia res, con antiguos compañe ros. Allí, me cuenta un lector, José G. (que por cierto ha escrito algo muy bueno sobre este asunto y espero que lo publique en algún lado, pronto), y acabo de verificar con mis ojitos, hay un grupo con casi cuatro mil miembros que se llama “estoy harto de mantener los vagos en PRcon mis contribuciones” y que se describe a sí mismo de la siguiente forma:

Este site es para establecer un final proximo a todos los vagos en Puerto Rico que no trabajan y se la pasan esperando la GUIRA del “MANTENGO” gubernamental, sea cupunes, ayudas, etc, etc, etc. Son todos aquellos que se la pasan perdiendo el tiempo en la casa, jugando juegos electrini cos y esperando el cheque del gobierno con una barriga que parecen nenes de World-Vision. Los magnifi cos parasitos que nos tienen a Puerto Rico en la bancarrota por estar manteniendolos como peces de agua dulce en estanque.”

¿“Establecer un final próximo”? ¿Qué es eso y cómo proponen lograrlo? ¿Genocidio? No, quisiera pensar que lo que en realidad desean es que todos tengan empleos. Los comenta rios que leí hoy (hay páginas y páginas de ellos) dicen cosas como (esto es sin censura, lo copio tal cual, aunque me mate la “z” de “abuzo”)… “sin palabra, indignacion total.…. Quien piensa en mi, en la clase media. no lo puedo creer. QUE ABUZO. por Dios aga mos algo que yo me apunto, esto no puede seguir, ya no mas.”, y se ensañan con especial furor con las “guimas mantenías” que según ellos se dedican a parir y parir con toda la mala intención de continuar “parasiteando”. Dice uno” “En especial a las Guimas cupone ras de caserio, no saben mas que paril hijos y no trabajan esperando los cupones, jajajaj…” Hasta la foto revela odio — una mujer sobrepeso, de espaldas, con algo pegado de la bata en el área del trasero.

Yo pago contribuciones, muchas, fiel, legal y consistente mente. Y mucha luz, y mucha agua. Pero con toda franqueza, no creo que el furor que este grupo de facebook tan orgullo sa mente, y con tanta resonancia, exhibe, se trate de eso exacta mente, no. Como paga dora de contribuciones, a mí me indignan el estado de las carrete ras, el deterioro del sistema público de educa ción, la ausencia de transporta ción colectiva, la ineficacia del sistema de salud, la escasez de parques y áreas verdes, en fin, me indigna que mis contribuciones no se traduzcan en una estructura de cosas que pode mos llamar el bien común y que se refiere a las cosas que nos benefician a todos: urbes limpias, menos autos, más salud, mejor calidad de vida.

Pero no, no hay un grupo de facebook que inste a Fortuño a garantizar nos ninguna de esas cosas. Lo que vocife ran las voces indigna das es que los pobres tienen la culpa, que nos engañan, que nos explotan. Y yo quisiera aclarar un par de cosas:

  • Los pobres no nos explotan. Lo que el estado invierte en mantener a sus ciudadanos más vulne ra bles es una chave ría en compara ción con los subsidios que reciben otras entidades, corpora ciones, casi todas, que pagan muy pocas contribuciones, gene ran muchas ganancias, y definitiva mente no viven en un apartamento diminuto con ventanas miami y ruido de tiros en la noche, como viven muchos en nuestros caseríos.
  • La imagen del residente de caserío que ríe sonoras y siniestras carcaja das y se frota las manos porque nosotros, los contribuyentes, le paga mos un estilo de vida que incluye piscina, cable, antena, internet, losa italiana, o lo que sea, es una fantasía, o en el peor de los casos, una excepción. La mayor parte de los residentes del caserío preferirían vivir en otra parte. Otros quieren vivir ahí, esa es su comunidad, y trabajan duro, con pocos recursos, para mantener sus apartamentos lindos, ordena dos, y para bregar con el discrimen cotidiano que su geografía les acarrea. Muchos de ellos trabajan, muchos otros desean desesperada mente trabajar y no encuentran empleo.
  • Ese punto es crucial: En Puerto Rico, la tasa oficial de des empleo ronda el 15%, la extra oficial el 19%, y esto es sin contar el sub-empleo, el empleo a sala rio mínimo que no da para vivir, y otros desastres de nuestro panorama laboral. Gritarle, indignado, al residente de caserío que “se vaya a trabajar” es, en este escena rio económico, un absurdo, porque sabe mos que no hay trabajo suficiente para todos los puertorriqueños, vivan donde vivan, y porque en el residencial hay mucha gente que sí trabaja — porque en este país, señores, se puede trabajar mucho, duro y bien, y seguir siendo pobre. De hecho los caseríos, como los arrabales, favelas, y otros espacios, son una de las formas físi cas que adquiere el fenómeno moderno (o post-moderno?) del exceso de mano de obra potencial en una economía que “prospera” aumentando ganancias para los accionistas pero que no la prosperidad para la gente. Los pobres NO tienen al país en bancarrota, como dice el grupo de facebook, es al revés: Los pobres son la evidencia de la bancarrota del país.

Podría seguir. Parte de mí querría seguir. Pero me dice mi pantalla que voy por las mil trescientas palabras y prometí crear un blog, no un culebrón ni un tratado. Me gusta ría hablar de las nociones ideo lógi cas mal sanas que se ocultan detrás de toda esta “indigna ción” contra el residente de caserío. Me gusta ría hablar de cómo el “odio” contra el “mantenido” pobre tal vez nos distrae del timo del mantenido rico (puede ver algo sobre eso eneste post). Me gusta ría hablar de algunas de las personas que conozco, que son de caserío y/o viven en uno, y que no son ni vagos, ni mantenidos, ni parásitos, sino gente buena y trabaja dora. Me gusta ría explicar que a veces, el internet y la antena son la manera más eficaz de mantener a los nenes lejos del punto (puede leer algo sobre eso aquí) y que algunos padres y madres optan por tener esas cosas, con mucho sacrificio, porque no pueden sencilla mente mandar a los nenes a correr bicicleta por ahí. Me gusta ría describir el tiempo que pasé viviendo en un caserío del área metro cuando niña, y decirles a todos esos y esas que en chillonas mayúsculas hoy decla ran que se muda rían a un caserío para que “los mantengan” que yo lo dudo mucho, que no les creo, que ellos y ellas no quieren vivir allí ná. Ni con tarifa fija, ni sin ella. Sólo quieren descargar su indigna ción, porque saben que algo anda mal, y el pobre y el dependiente siempre han sido un blanco fácil.

Foto tomada de endi.com, sección dominical del La Revista de hoy.

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