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12.9.09

Alejandra P., las palabras y el lenguaje


11 de mayo de 1961
Deseos de escriturarme, de hacer letra impresa de mi vida. Instantes en que tengo tantas ganas de escribir que me vuelvo impotente. Digo escribir por no decir bailar o cantar, si se pudieran hacer estas dos cosas por escrito. El lenguaje me desespera en lo que tiene de abstracto.
20 de febrero de 1963
  No puedes con el lenguaje. El lenguaje no puede por ti.

22 de febrero de 1963
  Palabras. Es todo lo que me dieron. Mi herencia. Mi condena. Pedir que la revoquen. ¿Cómo pedirlo? Con palabras.
Las palabras son mi ausencia particular. Como la famosa “muerte propia” (famosa para los demás), en mí hay una ausencia autónoma hecha lenguaje. No comprendo el lenguaje y es lo único que tengo. Lo tengo sí, pero no lo soy. Es como poseer una enfermedad o ser poseída por ella sin que se produzca ningún encuentro porque la enferma lucha por su lado –sola- con la enfermedad que hace lo mismo. Yo escribo a falta de una mano en mi mano, a falta de dos ojos frente a los míos, a falta de un cuerpo exterior a mí sobre el cual apoyarme –un minuto siquiera- y llorar. (LágrimaItalics visibles, que se puedan secar, que la mano deseada pueda enjugar). Este silencio de las palabras que me invaden, de las que digo y escribo, es el horror, el vértigo, el dolor en su estado más puro. ¿En dónde hallar una presencia humana que me calme? Nunca nadie lo pudo; ni amigos ni amantes. Sólo cuerpos vacíos que apenas diferencio de las cosas y sólo fantasmas que he amado hasta pulverizar mi conciencia y mi memoria.
23 de febrero de 1963
  No comprendo el lenguaje. Sólo me atengo al lenguaje.
A. Pizarnik, Diarios (Lumen) (dibujo de Pizarnik)