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Otro encuentro (Rima Brusi)

Anoche tuvimos la actividad 'Compromiso ProBono 2010-2011' en la que los y las estudiantes de Derecho dan comienzo formal a su trabajo ProBono en uno o más de los onces proyectos disponibles del Programa ProBono de la Escuela de Derecho de la UPR. Este año tuvimos el privilegio y la gran fortuna de contar con la doctora Rima Brusi como oradora del evento. Rima es catedrática de la UPR-Mayaguez, socióloga y antropóloga y experta en el tema de la desigualdad en el acceso a la educación pública superior.

Sus palabras anoche fueron admiradas por todos y todas y el evento adquirió un significado extraordinario, más del ya esperado, al Rima ubicarnos en los espacios de encuentro con nuestras otredades y trasladarnos genialmente por distintos imaginarios, para luego invitarnos a (re)pensar bien esos encuentros con 'los otros' en nuestras cotidianidades, en nuestros trabajos y en cada uno de nuestros sombreros. Fue extraordinario escucharla y afortunadamente quienes no estuvieron allí pueden leer su mensaje aquí o en Parpadeando, su blog. Es un mensaje que debemos leer y re-leer muchas veces. gracias infinitas Rima!.

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Otro encuentro
Rima Brusi-Gil de la Madrid

Pronunciado en ocasión del compromiso Pro Bono de los estudiantes de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, 24 de septiembre de 2010. Gracias por la invitación, y mucho éxito a todas y a todos.

Cuando me invitaron a hablarles esta noche, dije que sí rápidamente. Dije que sí porque es un hermoso proyecto. Pero confieso que hace pocos días, casi me arrepentí. Yo quería escribir algo que los inspirara, que los animara, pero francamente, estos son tiempos sombríos, y todo lo que se me ocurría para escribir era igualmente sombrío.

En esas estaba cuando me llegó la invitación formal. Al leerla, sentí que me animaba un poco. Tal vez fueron las fotos. Las caras. El optimismo implícito. La acción. Pero yo creo que fue, especialmente, lo que dice. Me invita a una actividad de “Compromiso Pro-Bono”, y me dice que “La Escuela de Derecho y ProBono UPR se insertan… en la agenda de acceso a la justicia en Puerto Rico, a la vez que le ofrecen a sus estudiantes una educación jurídica formativa… ”.

Educación formativa. Acceso a la justicia.

Esas frases me gustaron mucho. Mi grupo de trabajo en la UPR en Mayagüez tiene un proyecto que también trabaja con acceso. En nuestro caso estudiamos el acceso a ciertos niveles o experiencias educativas. Lo estudiamos a través de la investigación académica pero lo entendemos y atendemos en realidad a través de una serie de actividades de alcance con jovencitos de escuela intermedia y superior que viven en los residenciales públicos de Mayagüez. ¿Por qué alcance educativo en residenciales públicos? Bueno, porque por algún lado había que empezar; porque estamos convencidos de que para aprender hay que hacer; y porque nuestros estudios preliminares indicaban que los llamados “caseríos” estaban tremendamente sub-representados en la educación superior y especialmente en la educación superior pública-en la UPR.

Quiero hacerles un cuento. La primera actividad de alcance fue un campamento, diseñado por nuestros estudiantes universitarios y dirigido a estudiantes de escuela intermedia de varios residenciales mayagüezanos. Empezamos a buscar fondos. Una colega mía, entusiasmada, nos habló de una asociación de damas cívicas que estaba buscando precisamente algo en el ámbito de educación pre-universitaria para auspiciar. Nuestro proyecto era perfecto para las cívicas, nos dijo. No esperábamos mayores problemas.

Algunos días más tarde, abochornada, mi colega me dijo que las cívicas no compartían nuestro entusiasmo. Habían dicho que no. Que no nos darían chavos, porque “esos nenes no tienen interés”. Con la escuela pública como tal, aclararon, no tenían problema alguno, y estaban receptivas a propuestas con esa población. El problema era con el residencial, con los residenciales, con esos espacios que en nuestro imaginario colectivo se han convertido, parece, en una metáfora de todo lo que el país no quiere ser.

Este cuento, y especialmente esa expresión, la de que “esos nenes no tienen interés”, se me han quedado grabados., se han convertido en una suerte de “mito de origen”. No fue, aclaro, un episodio particularmente importante, en términos tangibles, materiales; después de todo, las actividades para las cuales les estábamos solicitando fondos se llevaron a cabo igual, se llevaron a cabo con esos nenes, e incluso extendimos la cosa y conseguimos el generoso auspicio de la Fundación Carvajal, por cinco años. Pero el cuento es importante,porque no se trata de un incidente aislado, o de un prejuicio particular a este grupo de cívicas: lo hemos visto repetirse y manifestarse de otros modos. Por ejemplo, un año más tarde, estábamos realizando observaciones en una de las tantas escuelas puertorriqueñas que han caído en eso que llaman, eufemísticamente, “plan de mejoramiento”. La población que la escuelita atiende es toda de residencial o de los espacios que llamamos “barrios”, en Mayagüez. Con esa palabra, “barrio” nos ahorramos la más larga y compleja alusión a “vecindarios urbanos que no son residenciales públicos ni están designados como parcelas pero que son muy, muy pobres.” El caso es que estábamos en la escuela, y una maestra, una mujer joven, a todas luces trabajadora, de buen corazón, nos contaba de las muchas dificultades académicas que tenían sus alumnos, y le preguntamos cuál era, a su juicio, el problema principal, la raíz del asunto. La maestra suspiró, señaló un conglomerado de edificios, visible desde la escuela, edificios con esa arquitectura inconfundible de tres pisos en cemento, con una cancha en el medio y una caseta de guardia, vacía, en la entrada…

Y dijo: “Esa gente.” [PAUSA] “Esa gente no…no quiere progresar.”

En Puerto Rico, y en otras partes del mundo, los espacios que la gente ocupa sirven, y han servido históricamente, para marcar, estereotipar, definir a las personas como más o menos virtuosas, más o menos merecedoras, más o menos vagas…Piense en los arrabales, las parcelas, los residenciales. En el imaginario puertorriqueño colectivo, los residenciales, el residencial, el caserío, tal vez por lo visible de su arquitectura, está particularmente sujeto a esa otredad impuesta y, a veces desafiantemente, también asumida. Se trata de una otredad que nos obliga a encontrar la desigualdad, la marginalidad, día a día. Pero no son estos los únicos espacios donde ese encuentro ocurre. Hay otros espacios, más móviles, más dinámicos, como por ejemplo las luces donde piden monedas los deambulantes, que también representan la posibilidad de ese encuentro cotidiano con la pobreza, con la marginalidad. Y esos encuentros tienen mucho que decirnos acerca del modo en que conceptualizamos al otro…y a nosotros mismos.

Imaginemos por ejemplo el encuentro clásico: Usted va por ahí guiando, se detiene en la luz roja, y ahí está: El deambulante, el tecato, “el que pide”. (Casi nunca oigo que lo llaman el pordiosero, o el mendigo. Siempre es el deambulante, el tecato, “el que pide”.) Es fácil imaginarlo porque si usted maneja un auto, esto es parte de su cotidianidad. Suele ser un personaje familiar, tiende a estar en esa luz a esa hora del día, anda con un vasito o algún otro recipiente. Lo interesante de este encuentro es que a pesar de ser tan común, y tan predecible, genera todos los días una pequeña crisis moral. Una crisis no en él, en el que está ahi, con su vasito, sistemáticamente trabajando la fila de autos, no: La mini-crisis moral se genera en el conductor. En el potencial dador. Especialmente si lleva pasajeros. Digamos que se trata de usted.

Le doy chavos. No le doy chavos. Si le doy chavos se los va a gastar en droga. Le puedo dar esta manzana, o este café, que me estaba llevando al trabajo, mejor. Darle comida. Yo le di chavos ayer…hoy puedo tal vez hacerle una mueca triste indicando, con verdad o sin ella, que no tengo chavos. O mirar obstinadamente hacia al frente, como si no lo viera, hablar mas fuerte por mi celular, conscientes de que me está mirando y haciendo gestos en mi dirección. O mover la cabeza con firmeza, en un gesto de NO…

Esa es la conversación interna. Si llevamos pasajeros, la crisis supera el ámbito de la moral privada y se convierte en un asunto de proyección social:

Le doy chavos. No le doy chavos. ¿Qué va a pensar Fulana si le doy chavos? Que soy un zángano. ¿Que va a pensar si no le doy? Que soy un maceta.

Digamos que en esta ocasión, decide darle unas monedas. El tecato sigue su camino, pero:

Fulana, con aire de superioridad: Yo nunca les doy chavos, porque eso lo usan para droga. Yo les doy comida, si estoy cerca de un servicarro. Le pudiste haber dado esa manzana.

Si piensa que le voy a dar la solución al dilema aquí, ahora, lamento decepcionarlo. Me temo que no tiene solución, al menos no en los términos en que se nos plantea. Yo, francamente, he hecho de todo: mirar para el frente, dar chavos, dar manzana, comprar en servicarro, hablar por celular intensamente mientras intento no encontrarme con los ojos tristes del que lleva el vasito…de todo. Y probablemente no hace mucha diferencia. Puede hacerla para mí, si me llevo una sonrisa agradecida, o para él, si se lleva una peseta, una diferencia en el micro, en ese día, en ese instante-pero lo que sea que usted opte por hacer, en ese encuentro, no le hace mella al macro ni a la moral, propia o ajena. Al hecho básico de que hay una gente marginal a los procesos productivos que necesita de su caridad para comerse algo. O para meterse droga. O ambas- Porque al final, en la experiencia cotidiana del adicto, la droga y la comida no son sustancias muy distintas. Ambas son percibidas, en la subjetividad, como irremediablemente necesarias para sobrevivir.

Pero el punto es que tenemos una pequeña crisis moral e identataria, cada vez. Y esa crisis está basada en el hecho de que el otro, el ser marginal que es nuestra contraparte en ese encuentro con la desigualdad profunda en que vivimos, hace algo o incluso es algo que nos parece moralmente desagradable. Usa droga, por ejemplo. Y nos preocupa auspiciar ese vicio. No por no hacerle daño-vamos, que la droga, si la usa, la va a conseguir con o sin su ayuda. No – me importa darle o no darle mas bien por lo que implica sobre mí, sobre quién soy yo. Y ese es el dilema cotidiano. Queremos hacer el bien, pero no queremos que nuestro bien se use mal. Queremos darle la peseta, pero queremos que la use para comer.

Queremos controlar la reacción del otro. Queremos que el pobre, el que recibe nuestra generosidad, sea como nosotros queremos que sea. Lo queremos, en este caso, limpio de droga.

Y agradecido. Nos pasmamos cuando el otro no reacciona como esperábamos. Permítanme compartir otra experiencia. Fue aquí, en Rio Piedras, y es un poco boba pero viene al caso. Un deambulante me pidió dinero para comprarse un sundae. Yo decidí comprarle un sundae. Compré el sundae. Se lo llevé. El hombre bufó, decepcionado, molesto. Y me dijo, bastante irritado, que no le gustaba el maní.

Yo quería que le gustara el maní. De hecho, yo hubiera preferido que no le importara la presencia del maní, o que hubiese estado tan agradecido por el sundae que no se fijara en el maní…

Nuestros encuentros se agrian cuando el otro, definido como “pobre”, “marginal” o necesitado, no responde como nos gustaría, o como esperamos. El tecato tira los chavos prietos al piso o se indigna porque no le gusta el maní. La madre de dos niños pequeños no paga la luz pero se hace las uñas. La señora de setenta años debe 15,000 de luz y pide un plan de pago, a 85 años. Y no lo paga. El nene habla en el salón y, cuando se le conmina a leer el libro y completar la tarea, dice que no quiere, que es aburrido. No muestra interés.

Estos encuentros nos incomodan no tanto porque nos confronten con la pobreza, sino porque nos obliga a cuestionar las formas en que imaginamos la pobreza, cómo se atiende, si se atiende, si merece ser atendida…Queremos que el pobre pase hambre, no que quiera droga,o un celular. Queremos que sea agradecido. Que muestre interés. Que no se haga las uñas o el pelo. Que se comporte, en fin, con una racionalidad admirable.

(Hace algunos meses, hablando de racionalidad, una muchacha pobre de Vieques cometió un acto irracional: andar con una bolsita de marihuana. La cogieron. No tenía chavos para pagar la multa, así que la metieron presa. En la cárcel se fumó un cigarrillo de marihuana. Le extendieron la condena. Murió presa, de una paliza propinada por otras presas. Se llamaba Vivian, y era jovencita, muy delgada. Las fotos del periódico la muestran sonriendo, con una sonrisa hermosa y grande. Algunos de los comentarios del periódico la acusan, póstumamente, de irracionalidad. Porque, decían, ¿a quién se le ocurre ponerse a fumar en la cárcel? Es el mismo tipo de irracionalidad de la que acusan, con frecuencia, a las mujeres asesinadas por sus parejas, cuando les preguntan, también póstumamente, ¿cómo se le ocurrió a esa muchacha juntarse con semejante individuo?)

[Pausa]

Y es que parecería que socialmente, le exigimos a las víctimas de la injusticia y la opresión unas cualidades que no le exigimos a actores más grandes. Le exigimos a las víctimas cosas como cordura, racionalidad, limpieza, gratitud, interés educativo e intelectual, un manejo razonable de sus magras finanzas, buenas decisiones nutricionales y sentimentales. Les exigimos que sean responsables de sus vidas.

Esa exigencia, esa pregunta, ese cuestionamiento, siempre están dirigidos al marginado. Hablamos críticamente de su “falta de interés”, de la importancia de que “esa gente” desarrolle responsabilidad social…Lo interesante es que rara vez le dirigimos la pregunta del interés y el reclamo de responsabilidad social a las instituciones.

¿Que cómo que a las instituciones? Tomemos por ejemplo el asunto de la falta de “interés” académico achacada a los jovencitos del residencial. En los tres años del proyecto, nos hemos encontrado con que a esta población no se le habla mucho, en la escuela, de la universidad o de carreras universitarias. Hemos visto consejeras académicas literalmente sacarle de las manos a un joven la solicitud de la Universidad, porque “no se la merece”. Hemos visto escuelas, en aprietos económicos, eliminando o bajando el cupo de las clases llamadas “avanzadas” de español, matemáticas e inglés. Hemos visto escuelas que sencillamente no tienen esas clases. De entrada, dan por hecho que su población no cualifica. Hemos sabido de escuelas que proveen muchas orientaciones sobre drogas y paternidad responsable pero muy pocas o ninguna sobre la universidad. En la escuela los niños puertorriqueños tienen que tomar, obligatoriamente, las llamadas “pruebas puertorriqueñas” en un día lectivo-pero el examen de admisión a la universidad, el college board, se ha dado así solamente una vez. Por lo general es sábado, cuesta cuarenta pesos tomarlo, y los muchachos muchas veces ni se enteran de que hace falta para solicitar a la universidad porque nadie se los dice…Los espacios de pobreza deberían recibir, no menos, sino más información sobre carreras, universidades, posibilidades. Y sin embargo, nuestros chicos muestran un desconocimiento de la oferta académica, y de su propio potencial, que da miedo…¿Puede acaso desarrollarse “interés” sin tener acceso a la información que le da contenido y forma a ese interés? ¿Era justo el reclamo de las cívicas? ¿Estaba bien dirigido? Tal vez la pregunta más importante: ¿Era útil?

Si le hacemos el reclamo a la escuela, también habría que hacérselo, francamente, a la universidad. En Mayagüez, dicen los estudiantes, los profesores, las camisetas y los bumper stickers que “sólo los duros pueden”. Dicen también cosas como “muchos entran, pocos se gradúan.” Esa aseveración es terriblemente problemática. Primero, porque en términos relativos, no es verdad – el Colegio tiene las tasas de graduación más altas de Puerto Rico. Segundo, porque no tiene sentido, que nuestra cultura institucional colegial esté orgullosa de una cosa como esa.

Queremos que el pobre, el oprimido y el marginal sean racionales. ¿Pero no es acaso profundamente irracional que un sistema de justicia encarcele una muchacha de veinte años porque andaba con un poco de marihuana, exponiéndola así a la violencia de la prisión? ¿Que un grupo de señoras acomodadas acuse a un grupo de niños pobres, que no conocen, de “desinterés”? ¿Que una escuela eduque a sus chicos para la posibilidad de la paternidad pero no para la posibilidad de la universidad? ¿Que una universidad celebre el hecho de que muchos se le den de baja, que lo asuma como evidencia de excelencia? Allí es que en todo caso habría que redirigir esa acusación de “desinterés” de las cívicas…

Pero el asunto es, justamente, que la solución no es acusar. Yo creo que parte del problema de nuestra brega cotidiana con este asunto del acceso (a la justicia, a la educación, a la paz, al alimento, a los servicios médicos) es cultural: No nos gusta que la víctima nos riposte o nos complique. Queremos, por ejemplo, una pobreza, una marginalidad, silente, agradecida, descalza. Que no conteste excepto para dar las gracias. Que pida cosas razonables. Que nos haga fácil la tarea.

Hay que reconceptualizar esa tarea. Hay que reconceptualizar el encuentro. Yo puedo, como individuo, si quiero y me hace feliz, seguir enchismándome con mi amigo el tecato si sigue chavando con el maní. Al fin y al cabo eso es cosa nuestra. Pero esa no es la tarea que ustedes celebran hoy. Hoy celebramos una tarea que requiere otro tipo de encuentro.

Hoy celebramos el compromiso Pro Bono. Y pro-bono es en realidad una abreviatura, y no quiere decir “gratis”, aunque típicamente lo sea. Quiere decir que es trabajo relativo al bien público, al bien común. Quiere decir que ustedes no se van a conformar con el dilema moral bobo del encuentro en la luz; ustedes van a “insertarse en una agenda de acceso a la justicia”. Van a hacerse un reclamo a sí mismos y a las instituciones que representan y las cuales quizás algún día nos ayuden a reformar. Abiertamente, transparentemente, se van a envolver en una relación con el otro, no desde un lugar de superioridad, de identidad, o de caridad, sino desde un lugar de aprendizaje, de comprensión, y de acción. Y en el proceso, estarán practicando otras formas de encuentro, formas que nos permitan repensar las maneras en que estructuralmente se violentan y obstaculizan hoy las posibilidades humanas, y aprender, usar y producir los conocimientos que le permitan a los humanos rescatar sus posibilidades. Eso es Pro-bono.

Yo quiero felicitarlos por asumir el compromiso. Porque sacando o guardando las dos pesetas en la luz , o criticando a los nenes que no aprenden, no vamos a cambiar el mundo: pero trabajando para el bien común y en la reconceptualización de un encuentro cotidiano que reconoce al otro como parte del destino de uno mismo, del país, y de la especie, ahí sí que podemos cambiar algo. Muchas gracias.

Revista Jurídica UPR (investidura Junta 2010-11)

La Junta Editora de la Revista Jurídica de la

Universidad de Puerto Rico

les invita a la

CEREMONIA DE INVESTIDURA

Viernes, 1 de octubre de 2010

7:30 pm

Aula Magna

Escuela de Derecho

Recinto de Río Piedras

Contaremos con la participación de la

DRA. LUCE LÓPEZ-BARALT

como oradora principal.


Business Law Journal (actividad inaugural)

La Junta Editora del segundo Volumen del

University of Puerto Rico Business Law Journal

desea extenderle una invitación a su actividad inaugural:


jueves, 30 de septiembre

8:00pm

L-1

Facultad de Derecho UPR

orador invitado: Lcdo. Aníbal Acevedo Vilá, quien fungió como Director del Volumen 54 de la Revista Jurídica de la UPR.


Junta Editora

Volumen 2

University of Puerto Rico Business Law Journal


Mucho éxito a la Junta Editora!

columna: La selección de Rector(a) y los derechos constitucionales (Amaris Torres)


Amaris Torres
Estudiante de Derecho UPR

publicado en El Nuevo Día de hoy 25 de septiembre de 2010.

La comunidad estudiantil, al igual que la comunidad universitaria en general, tiene ante sí un proceso de evaluación y selección a una posición vital en el funcionamiento y desarrollo del proyecto universitario público. Una posición, que aún estando insertada en una estructura institucional de carácter representativo, tiene la capacidad de desarrollar una mejor universidad. Quien asuma el puesto de rector o rectora de esta hermosa universidad debe comprender la trascendencia de dicha posición para con el estudiantado y el resto de la comunidad universitaria. Le Ley Universitaria define las funciones de una o un rector fundamentalmente basadas en su facultad de nombramiento y su autoridad para administrar. Ninguna de estas se viabiliza efectivamente si no se mantiene y se incorpora al proceso de administrar la participación protagónica de la comunidad universitaria.

El modo de administrar un proyecto de educación pública, tan singular y trascendental, como es el principal Recinto de la Universidad de Puerto Rico, conlleva el cabal entendimiento de que la toma de decisiones afecta vidas y derechos. Administrar una comunidad sin permitirle o limitarle su expresión y aportación de ideas para su desarrollo colectivo, arrastra consigo una noción equívoca, atropellante y carente de justicia de cómo verdaderamente administrar la Universidad. Tan es así, que nuestro ordenamiento jurídico le otorga gran importancia y carga valorativa al derecho a ser oído como parte de la máxima constitucional del debido proceso de ley. El derecho a ser oído, en gran medida, resalta como derecho exigible en escenarios o foros administrativos en el gobierno. La Universidad de Puerto Rico no constituye un foro en el cual los derechos constitucionales quedan suspendidos. Al igual que otras esferas públicas, en la Universidad, los individuos que componen la comunidad universitaria tienen los mismos derechos y garantías constitucionales, oponibles al Estado, que cualquier ciudadano(a) en Puerto Rico. Es decir, quien asuma la encomienda de administrar el Recinto de Río Piedras debe ser consciente en todo momento que parte esencial de su función como administrador(a) es garantizar el derecho a ser oído y por consiguiente, demás derechos constitucionales, como el derecho a la libertad de expresión, a miembros de la comunidad universitaria. Esto implica necesariamente honrar la participación efectiva de estudiantes, profesores, personal docente y no docente.

Imponer estrictas normas reglamentarias e institucionales sin salvaguardar derechos constitucionales, como la libertad de expresión, definitivamente incrementan el desconocimiento e inhabilidad de poder ejecutar una labor administrativa digna, justa y eficiente para con la comunidad universitaria, particularmente la comunidad estudiantil.

El rol administrativo de un rector(a) no debe ser uno excluyente y encarnado de un discurso ajeno a los derechos constitucionales de todos(as) quienes componemos la comunidad universitaria. En una situación de recorte presupuestario como la actual, con mayor razón aún, se le debe dar cabida a la participación protagónica de la comunidad universitaria. Junto a esta, en un esfuerzo arduo de colaboración, se pueden lograr grandes metas institucionales y académicas, a pesar del reducido presupuesto otorgado a la Universidad.

23.9.10

Fuster, la educación jurídica y la profesión legal

Dedicada de lleno en las pasadas semanas a la teoría de la adjudicación (y en estos dos días a intentar reponerme del embate de un pseudo-dengue), esta semana decidí enfocar mi lectura en la producción académica del patio sobre este tema. Entre varios artículos que podría comentar, me encontré con más de un artículo del fenecido juez del Tribunal Supremo de PR, Jaime B. Fuster, también ex decano de nuestra Escuela de Derecho. En el artículo que aquí reseñaré confirmé que el Juez Fuster fue sin duda uno de los principales exponentes en Puerto Rico de las corrientes sociológicas del Derecho y que profusó una metodología de adjudicación claramente proveniente de los postulados del realismo jurídico norteamericano. (Sobre este aspecto próximamente saldrá a la luz en el número 80 de la Revista Jurídica de la UPR, el artículo La Preponderancia de los valores judiciales en el perfil adjudicativo del Hon. Jaime B. Fuster Berlingeri, de la autoría de José Alvarado Vázquez).

En el artículo La Misión del Abogado en el mundo contemporáneo, 36 Rev. Jur. UPR 579 (1967), el Juez Fuster dedica parte de su discusión al tema de la educación jurídica que debe fomentarse en las escuelas de derecho, con miras a lograr la formación del abogado y la abogada que mejor describe, según su óptica, el deber ser de la profesión legal. Hace lo mismo con las prácticas de otras instituciones jurídicas como el Tribunal Supremo y el Colegio de Abogados. Aquí me limito a reseñar brevemente -para referencia y para una invitación a la reflexión contínua sobre el tema (ya antes hemos hecho un llamado a no abandonar nunca este tema: aquí, aquí, aquí, aquí)- algunas notas de Fuster sobre la educación jurídica y la responsabilidad de las escuelas de derecho y sus facultades. Siguen algunas notas:

Fuster resalta la importancia del aseguramiento de la mejor gestión social posible por parte de la profesión legal, cuya responsabilidad primaria recae en las escuelas de derecho y la formación intelectual y profesional de éstos. Entonces, ¿cuales deben ser las políticas y los programas educativos de las escuelas de derecho, a qué deben ir dirigidos?: "a dotar a sus estudiantes de aquellos conocimientos, destrezas y actitudes sin los cuales el abogado no puede desempeñar cabalmente las funciones que le competen en el proceso jurídico”

- ¿Cuáles son estos conocimientos, destrezas y actitudes? (reseño solo algunas de las que F expone)

1. el más obvio: conocimiento de lo esencial del derecho positivo. Pero, dice, es evidente que no se puede enseñar todo el derecho positivo, como tampoco es deseable. De ahí que dedicar demasiados esfuerzos a esta tarea podría ser insignificante y hasta una pérdida de recursos (basta referirse a los libros correspondientes para encontrar el derecho positivo).

Señala: "es necesario desarrollar en el estudiante aquellas categorías de pensamiento y aquella orientación general necesaria para que pueda resolver cualquier controversia jurídica luego del estudio específico correspondiente”…. “tales destrezas y actitudes no se aprenden en el vacío o abstractamente sino en relación a unos datos concretos. El derecho positivo sirve como instrumento básico de trabajo mediante el cual se desarrollan dichas destrezas.”

2. Aboga por una visión integrada de la estructura del ordenamiento jurídico: principios, instituciones, conceptos y problemas básicos de las principales áreas del Derecho. Ahora bien, nos dice:

“Estos conocimientos de derecho positivo que deben ofrecérsele al estudiante no deben ser enseñados de forma meramente conceptual, como si el derecho positivo fuera algo estático, que existe fijamente en algún lugar. Es una mal uso de los recursos de las escuelas , limitarse, al comunicar estos conocimientos de derecho positivo, a la enseñanza del contenido formal de las normas jurídicas. El derecho positivo debe ser enseñado de manera que resalte todo el dinamismo de su realidad". Sigue…"como un producto social, que sirviendo de instrumento para la consecución de fines socialmente deseables, está en continua aunque sutilísima fluctuación, a la par con el propio movimiento de la sociedad". (página 597).

Además, señala que es importante que los profesores y profesoras desarrollemos las destrezas para que los y las estudiantes visibilicen "las consideraciones subyacentes y premisas tácitas que informan las normas, su origen, desarrollo histórico y las fuerzas socio-económicas e ideológicas a que responden…." y sean capaces de predecir nuevas tendencias y acontecimientos futuros, además de fomentar una crítica valorativa.

3. Fuster discute a cabalidad la "necesidad imprescindible de que los futuros abogados sean dotados de un entendimiento crítico de aquellas instituciones y procesos sociales y de aquellos valores humanos que están íntimamente relacionados con el Derecho. Igualmente imprescindible es la necesidad de desarrollar en ellos la capacidad de pensar de forma creadora. Sin estas facultades las labores de los abogados como arquitectos del orden social indudablemente se malograran". (599-600)

4. El y la estudiante de derecho "debe ser capaz de razonar lógicamente, de descubrir las falacias e irrelevancias en los argumentos que se le enfrentan, de manejar hábilmente situaciones que envuelven grandes cantidades de elementos, sabiendo clasificarlos, organizarlos y sintetizarlos. Debe ser capaz de realizar un riguroso análisis de cualquier problema o cuestión legal, sabiendo deslindar todos los elementos que lo componen y hacer distinciones sobre la relativa importancia y el efecto de cada uno de ellos.

5. Una educación jurídica debe proveer, además, el conocimiento de la dinámica de los procesos legislativos, judiciales y administrativos.

6. Resalta la importancia de que en el proceso de educación jurídica y eventual desarrollo en la profesión, éstos sean capaces de "ubicar el Derecho en su lugar propio dentro del cuadro total de la realidad humana: el Derecho es un producto social a la vez que constituye un valor formativo de la sociedad".

7. Es importante que se provea para que el y la estudiante conozca y entienda el dinamismo propio del Derecho, su lógica interna, su vida e historia.

8. Enfatiza que las escuelas de derecho se esfuercen por desarrollar en sus estudiantes una idea clara de la seria responsabilidad social que gravita sobre el abogado. Fuster es irreductible en convencer de la necesidad de desarrollar una conciencia ética y aquellas actitudes de servicio público necesarias para que el abogado actúe en forma creadora y socialmente responsable amerita ser enfatizado vehementemente. (pág. 601). No basta con una educación de excelencia formalista:

“Un abogado bien informado, conocedor de la dinámica social y de la lógica interna del Derecho, dotado además de una mente crítica está aún lejos de ser el tipo de persona a quien se le puede encomendar la vital labor de ayudar a forjar un orden social donde la convivencia sea armoniosa y racional…..Las escuelas de derecho estarían sometiendo a la sociedad a influencias deletéreas al suplirle abogados con una preparación intelectual formidable, pero sin la debida orientación ética. Es por ello que dichas escuelas deben sin reparo alguno dirigir sus principales esfuerzos a sensibilizar al estudiante a las necesidades vitales del país, desarrollando en ellos dedicación firme al bienestar general y a los valores fundamentales del orden jurídico”. (601).


Finalmente, resalto algunas implicaciones que lo anterior tiene, según Fuster, para las escuelas de Derecho:

1. Es vital hacer esfuerzos institucionales para enfrentarse a los problemas socio-jurídicos de Puerto Rico:

“Los buenos profesores y los buenos estudiantes, individual y colectivamente, deben dedicar parte de sus recursos a la labor de estudiar las necesidades vitales de la comunidad, en busca de medios adecuados para satisfacerlas… desplegar una iniciativa continua hacia la reforma del Derecho vigente en PR, fomentando y conduciendo estudios e investigaciones dirigidos a lograr que el desarrollo y crecimiento del Derecho que conduzca al mejor uso del mismo para la solución de problemas sociales. Las escuelas deben también estimular el desarrollo de juristas, buscando entre el estudiantado aquellas mentes que estén especialmente motivadas y capacitadas para hacer del Derecho su interés vital principal, alentándolas a seguir ese derrotero y facilitándoles la tarea de continuar estudios posgraduados.

-Y sobre los profesores y profesoras y La Universidad, dice: “es innegable que existe una correlación entre la calidad y el contenido de la enseñanza y los estudios e investigaciones que lleva a cabo el que enseña. De ahí que la investigación pueda considerarse como elemento constitutivo de la gestión docente.

Además de esta idea, debe tomarse en cuenta que las escuelas de derecho son parte integral de una universidad, y que como tal, sus fines y objetivos deben coincidir y estar en armonía con los propósitos de la universidad. En la medida que la universidad está dedicada al desarrollo y esclarecimiento del conocimiento humano, las facultades de Derecho deben dedicarse al desarrollo y esclarecimiento del pensamiento jurídico. Estas dos razones de por sí justifican las funciones de investigación y estudio erudito de problemas socio-jurídicos… (pág. 303).

Sigue el artículo con los propósitos de las escuelas de derecho, la educación pre-jurídica, la formación universitaria, los métodos de enseñanza.

21.9.10

Luis Baerga, educador por conciencia (entrevista)

Hace unos años tuvimos el privilegio de conocer, en las aulas de la Escuela de Derecho, a un grupo de ciudadanos de Patillas integrantes del Frente Ambiental de Patillas, y entre ellos, a su portavoz, Luis Francisco Baerga. Se trataba de la Primera Jornada Ambiental de ANDA, la primera de cinco dirigida a proveer talleres de educación jurídica ambiental y de derecho público a los ciudadanos y ciudadanas que día a día se enfretan a las controversias e injusticias ambientales pero no cuentan con acceso a la representación legal por razones de desigualdad en el acceso a la justicia en el país.


Luego de esa primera Jornada continuamos compartiendo con el grupo del Frente Ambiental y conociendo de cerca su trabajo y gesta para proponer y lograr la aprobación de una Reserva natural que recientemente ha sido amenazada por la Asamblea Legislativa mediante un proyecto de ley que la reduciría y permitiría usos incompatibles con ésta.


La labor ciudadana de este grupo ha sido impresionante y su portavoz, Luis, ha sabido ganar el reconocimiento de la comunidad ambientalista. No tenemos duda de que Luis Baerga es uno de los líderes comunitarios ambientalistas más activo y exitoso en los últimos años y nos sentimos honradas de haberlo tenido estos años en nuestras Jornadas y en nuestra facultad.


Hoy sale publicado, a través de Prensa Comunitaria, un reportaje-entrevista a Luis, que compartimos aquí en el blog. Felicitamos a Luis y al Frente Ambiental de Patillas y le deseamos el mejor de los éxitos en esta nueva gesta para salvaguardar y defender su entorno y su reserva natural, los frutos de su gestión.


La entrevista la realiza la escritora Marta Aponte Alsina y está disponible aquí.


Luis Baerga, educador por conciencia

Martes, 21 de Septiembre de 2010 10:51 prensa comunitaria

Marta Aponte Alsina

¿De dónde brota el afecto a un lugar, a una comunidad, a una causa? ¿Qué propicia la crianza de la solidaridad, un sentimiento que apuesta siempre a la vida, sobre todo cuando la vida se ve amenazada por el egoísmo y la violencia, no menos humanos que el amor?


Luis Francisco Baerga es uno de cientos de activistas comunitarios que, laborando en sus comunidades, le apuestan a la vida. Si fuera a describir con un título sus funciones, comenta, “yo diría que somos comunicadores sociales, ya que la comunicación lleva conocimiento: insertar en la conciencia del otro que 'esto es tuyo y mío'. Somos educadores por conciencia”.


Baerga preside el Frente Ambiental de Patillas, fundado en 2006. Lo conocí en un taller para cabilderos ambientales. En el Capitolio le seguimos los pasos en un recorrido inusual por oficinas de legisladores, repartiendo información sobre la Reserva Natural Humedal Punta Viento, en Patillas; el Corredor Ecológico Del Noreste; el reciclaje de bolsas plásticas y los peligros del gasoducto. En la conferencia de prensa, con una elocuencia impresionante, Baerga explicó las amenazas que enfrenta la Reserva Punta Viento ante el proyecto de ley P del S. 1342, radicado por el senador Arango, de San Juan, para que se permita un desarrollo residencial en la zona de amortiguamiento del humedal.


Nuestra curiosidad lo persiguió hasta su barrio, El Bajo de Patillas, donde de espaldas a un mar sereno, se enfrentó a preguntas indiscretas sobre su edad (32 años), sus estudios (en Comunicaciones en la Universidad de Puerto Rico en Humacao y en la Universidad Interamericana en Guayama) y el origen de su activismo.


De niño, Luis estudiaba en la escuela de la comunidad del barrio donde todavía reside. De vuelta a casa se desviaba por un área rodeada de árboles de mangle negro que parece un parque ceremonial, un sector que hoy forma parte de la reserva. Esa zona secreta era una de sus áreas de juego, y también el camino real, bordeado de almácigos y manglares poblados por cangrejos violinistas. Ahí se educaron los sentidos y la sensibilidad. Ahí, ante el horizonte de un Caribe que parece un lago, nació el deseo de formar parte de otros mundos; la vocación de la aventura.


Vivía con su madre en casa de sus abuelos y tuvo acceso a saberes que podrían creerse perdidos. El abuelo criaba cerdos, gallinas, gallos de pelea. Además, era propietario de un colmado. Cuando los clientes no podían pagarle con dinero, le pagaban con huevos, gallinas y viandas. Así se practicaba la economía del trueque en un barrio de Patillas en los umbrales del siglo 21. La abuela de Luis cultivaba plantas medicinales y le enseñó a preparar remedios naturales.


Hay que considerar lo que estos conocimientos centenarios aportan cuando se desploman las economías y los sistemas financieros de los países desarrollados. A comienzos de este siglo crítico no hay por qué renegar de saberes útiles para la vida, aprendidos a lo largo de la historia de la especie. Eso lo saben los jóvenes activistas, lo sabe Luis Baerga. La infancia en la comunidad y el don de la palabra -que se consolidó en una familia de profesionales, maestras y trabajadoras sociales- son algunos de sus haberes. Pero Luis es un joven de su tiempo.


Ha sabido integrar en su persona el poder de la comunicación multi-mediática con los conocimientos adquiridos de una comunidad viva. Por eso, en sus gestiones, utiliza facebook y myspace, envía comunicados de prensa a los medios locales, nacionales, e internacionales, coordina reuniones con funcionarios públicos y mantiene informada a su comunidad inmediata. En su labor de comunicador usa los medios audiovisuales, entre ellos el cine. No le sobra el tiempo a este trabajador voluntario que además de las labores mencionadas se inició en el cine bajo el programa Cineforo Comunitario, y que aparece más de una vez en los créditos del cortometraje Crónicas de ceniza. Si no hiciera todo lo que hace, le gustaría viajar. Salir de la isla en busca de sus espejos inmensos, darle la vuelta al planeta: África, el Amazonas, los desiertos.


Antes de ser el comunicador social que es, Luis era un “pelú”, que parecía parejero, según lo describe Ana Pagán, la subdirectora del Frente Ambiental de Patillas. Ana pasaba frente a la casa de Luis y lo veía echar la basura en unos recipientes verdes. Conocía a la familia del joven y un día le preguntó qué hacía. Él le contestó que reciclaba. Ella lo invitó a ofrecer un taller sobre el tema.


Con el tiempo surgió la idea de fundar una organización para salvar del deterioro ambiental y la negligencia una zona bellísima, que comienza en el balneario de Patillas. Se hizo una convocatoria a la comunidad. Ana Pagán, Mari Ortiz y Luis no tenían idea de qué puertas tocar hasta que asistieron a los seminarios que ofrece la Asociación Nacional de Derecho Ambiental de la Escuela de Derecho de la UPR en Río

Piedras.


Organizando a la comunidad y cabildeando en la Legislatura se dieron grandes pasos en poco tiempo. En 2008, el gobernador Acevedo Vilá firmó la Ley 92, respaldada por ambos cuerpos legislativos. Así se constituyó la Reserva Natural Humedal Punta Viento de Patillas. Son más de 400 cuerdas con caños, salinas, manglares y un bosque de palos de pollo (Pterocarpus officinalis), una especie protegida.


Los usos de la reserva esperan el plan de manejo del municipio, pero ya el Frente Ambiental ha adelantado su visión: empresas comunitarias relacionadas con el turismo de naturaleza y un centro de estudios e investigación. Combatir el proyecto presentado por Arango es la tarea más urgente.


En La Reserva Natural de Punta Viento lo local se comunica con el mundo. De un manantial de agua dulce brotó la leyenda de la encantada; muy cerca, desde el cabo de Punta Tuna, un faro enviaba señales al sur. Son lugares para la crianza de la solidaridad. En ellos, y al calor de los conflictos de nuestro tiempo, se forma Luis Baerga, activista comunitario, educador por conciencia.


(Para información sobre el Frente Ambiental de Patillas y el proyecto de ley que amenaza la reserva, los lectores pueden comunicarse con Luis Francisco Baerga, por medio de myspace y facebook, o escribir a: frenteambientalpatillas@ gmail.)

Luis Baerga de espaldas al Mar Caribe que baña a Patillas Foto:Frank Vélez Quiñones