Este fin de semana se celebra en New Orleans la reunión anual de la Asociación Americana de escuelas de Derecho (American Association of Law Schools, AALS). La AALS es una de las organizaciones acreditadoras de la Escuela de Derecho de la UPR. Es una de las organizaciones más importantes en el mundo de la educación jurídica estadounidense. Se distingue por reunir a los y las protagonistas del mundo del Derecho y de la educación jurídica para analizar, debatir y deliberar sobre los estándares y tendencias que deben guiar a las escuelas de Derecho en su misión de preparar abogados y abogadas, juristas de vanguardia, rigor y compromiso para el país.
La AALS celebra todos los años una reunión a la que asisten abogados y abogadas y profesores y profesoras de derecho de todo Estados Unidos, incluyéndo a PR, y todos los años la reunión se dedica a un tema seleccionado a tono con las tendencias y discusiones del mundo de la educación jurídica. Este año el tema principal de la conferencia es el Derecho como ente transformador (Transformative Law): el Derecho como elemento desde el cual lograr transformaciones sociales a tono con los tiempos, dirigido hacia una sociedad más igualitaria y más justa y hacia una educación jurídica comprometida con lograr una identidad profesional capaz de identificarse como ciudadano(a), como servidor(a) público(a) e involucrarse en los proyectos de país. Se trata de que a través del Derecho se pueda ser-ciudadano, antes que el ser-abogado. El ser-ciudadano-abogado evoca una re-significación de la palabra abogado(a), para que responda a un significado vinculado con la ciudadanía y con los otros y otras más que con sí mismo(a). Se trata de discutir el poder transformador del Derecho.
La discusión y el tema de este año en la convención anual entonces se refiere a los entendidos, concensos básicos y tendencias que comparten las instituciones de educación jurídica, en el sentido de que en estos tiempos es necesario, más que nada, que los proyectos y políticas de educación jurídica establezcan pautas conducentes a preparar a "ciudadanos-abogados" más que a meros abogados. Esto con el objetivo de 'un regreso' a una identidad profesional pionera en la defensa de los derechos y en la transformación de las instituciones sociales y que, ante todo, encarne a ciudadanos que "resulten ser abogados" y no al revés. Temas como el servicio público y los programas pro bono para la enseñanza del Derecho y las destrezas jurídicas son protagónicos en esta convención. (Vea el opúsculo).
¿Porqué? Responde la AALS: Porque en tiempos de crisis sociales, de crisis económicas y de carencia de legitimación, desconfianza y desgastes institucionales, los profesionales del derecho fueron, antes que nada, podría decirse, servidores públicos; fueron hacedores de política pública, fueron pensadores y portaestandartes de reclamos de derechos civiles, traductores jurídicos de reclamos de los movimientos sociales y constructores de nuevas pautas desde el mundo y el discurso jurídico, todo conducente a transformaciones sociales capaces de atajar los problemas comunes. La pregunta y el reto que lanza la AALS en estos días es si hoy día, si en el hoy y en el ahora, podremos contar con una profesión legal capaz de tomar ese rol, de aceptar ese reto, y si somos capaces de hacerlo, entonces pensar en cómo nuestras instituciones académicas responderán y abriran camino para ese propósito. Ese es el tema que se discute en estos días en New Orleans y creo que es el tema que nosotras y nosotros en PR debemos -seriamente y sin tapujos- mantener en agenda.
La Presidenta de la AALS, Rachel Moran, de la Universidad de Berkeley, explica más al detalle este tema y lanza las preguntas clave que el mundo de la educación jurídica se hace en estos días. En estos días en New Orleans se apuesta al rol y a la importancia que tienen los ciudadanos-abogados y las ciudadanas abogadas para que el Derecho sirva como elemento verdaderamente transformador en estos tiempos.
Se nos presenta una gran oportunidad para rescatar del escepticismo y la desconfianza a una identidad profesional que en las últimas décadas ha estado alejada de un proyecto de país, que se presenta egocéntrica, ocupada con su propio bienestar y atrapada en una lógica mercantilista. Se nos presenta el reto de revivir a la profesión legal y que demuestre sus virtudes cívicas, de vincularla estrechamente con el servicio público y con el biesnestar común, que responda a los tiempos y al país como se requiere.
La educación jurídica es parte esencialísima de este proyecto y sobre todo, la UPR, la principal institución de enseñanza en el país y la única institución de educación jurídica pública con que contamos, está llamada a responder éticamente y sin titubeos a este propósito, a la altura de los tiempos. Por eso, esperamos que de la misma forma en que esto se discute en New Orleans, por acá nos hagamos las mismas preguntas y que el pertenecer a la AALS tenga un significado concreto, más allá del poder simbólico de su acreditación.
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Transformative Law
In 2010, we will be meeting in New Orleans for the first time since Hurricane Katrina forced the relocation of our 2006 Annual Meeting. During my Presidential year, I am adopting the theme of “Transformative Law,” mindful of the symbolic significance of our return there as well as of the successes and failures of the legal profession in addressing this perilous past decade. Our meeting this year takes place at a time of crisis in our economy, our ecology, and our international standing as the leader of the free world. Many lawyers (including our President, Vice-President, and many Cabinet officials and congressional leaders) must tackle these challenges. Media coverage of their efforts, however, portrays these public servants as people who happen to be lawyers, not as lawyers whose leadership grows out of their mastery of law and whose accomplishments represent the pinnacle of their professional pursuits. To a significant degree, the news accounts reflect the fact that these leaders have not pursued a traditional law firm practice but instead have devoted themselves to government and public service. The image of the citizen-lawyer, whose training can be used to advance the common good, has so thoroughly disappeared from the popular imagination that those who pursue this path are no longer centrally defined as lawyers.
Contrast today’s portrayals to those of fifty years ago, when the word “lawyer” might conjure up images of crusaders in the civil rights movement. Or, compare these images to those of an even earlier era, when attorneys entered public life as architects of the New Deal. When citizen-lawyers embarked on these campaigns for change, the result was transformative law. By this, I mean that law became a powerful tool to challenge and reconfigure social institutions. Transformative law can take place at the national, state, or local level. Challenges can come through landmark Supreme Court decisions like Brown v. Board of Education, which forced the nation to reconsider the meaning of racial equality. Or, change can be the product of ground-breaking statutes and administrative action, as the battle for the New Deal that President Franklin Delano Roosevelt waged with a reluctant Supreme Court reminds us.
Whatever the forum, citizen-lawyers have produced transformative law because they understood their professional role as integral to achieving the American dream. Today, when lawyers receive attention as lawyers, they are more likely to be defending the notorious than building the nation. Is there no greater role for lawyers as professionals in our contemporary public life? Is the citizen-lawyer now largely relegated to some lost golden age of reform? I believe that law still has a vital role to play at moments of national crisis like this one, but we must once again recognize that lawyers can be powerful agents of change and not merely advocates for agendas set by someone else. We, as members of a learned society, can play a critical role in resurrecting the citizen-lawyer and the possibilities for transformative law. In fact, the current crisis of confidence in our country provides an unparalleled opportunity for lawyers to answer the call of service and restore a sense of integrity and trust.
Rachel Moran,
AALS President and University of California, Berkeley School of Law