Sobre el reordenamiento de los espacios públicos en 1898, Picó nos expone:
"Algo significativo ocurre con los espacios urbanos públicos a raíz de todas las manifestaciones de conflictividad social. Como podemos comprobar por los testimonios judiciales y literarios de la época, la élite estaba acostumbrada a dominar la plaza pública, los asientos de enfrente de la iglesia, las plateas de los teatros municipales, la calle misma. Pero los desplazamientos sociales producidos por la crisis económica del ´98 y por la invasión adquieren cierta literalidad. Quizás donde primero se nota es en el paseo vespertino por la plaza de cada pueblo. Tanto la prensa ponceña como la sanjuanera reportan la creciente transgresión de esas divisiones invisibles de espacios que le otorgaban a las primeras familias la hegemonía en el uso de la plaza".
Y el historiador concluye que el 1898 marca un trastoque de los espacios públicos:
"De estas y otras maneras los espacios públicos sufren un trastoque. ¿Quienes son los transgresores? Los militares norteamericanos, por supuesto, pero también los niños y jóvenes que aprenden "a no respetar", las mujeres llamadas de la vida alegre, que extienden hasta estos espacios públicos su presencia, los tórtolos que han venido del Caribe británico tras la invasión, la gente de la ruralía que ha descendido a los centros urbanos en búsqueda de sustento para sus familias. Y al personarse en las plazas y otros sitios de esparcimiento, en las iglesias, las tiendas, los teatros municipales, y ocupar las calles, estos heterogéneos transgresores, poco a poco, van atenuando el dominio personal que sobre estos espacios ejercían los grandes. Estos se retiran hacia la intimidad de sus casas, y en las primeras décadas del siglo XX van a buscar en el country-club, introducido del norte, espacios propios."
Lo más interesante de este relato es, a mi modo de ver, el vínculo que Picó traza entre esto y el espacio urbano de hoy:
"El ´98 atestiguará la intensificación de ese combate sobre el dominio de los espacios públicos que todavía ocupa la atención de los puertorriqueños. La élite de hoy no usa estos espacios, pero quiere reducirlos a paisajes urbanos y negar sus usos populares, para que no se conviertan en ruidosos, sucios y peligrosos. De tantos ecos del ´98 éste, quizás, pase más facilmente desapercibido".
Fuente: Fernando Picó, Trasngresiones Populares de los Espacios Públicos Urbanos en el 1898 Puertorriqueño, en Luis E. González Vales (ed), 1898: Enfoques y perspectivas, Simposio Internacional de Historiadores (1997).