9.6.11

Mal otra vez: Supremo falla contra el Movimiento de Mujeres en caso mural.

Nuevamente se equivoca la mayoría del Tribunal Supremo de Puerto Rico. Pésimamente razonada y mediante un ejercicio de lógica y fundamentación jurídica palmariamente equivocada, la decisión mayoritaria resuelve el caso del Movimiento Amplio de Mujeres (MAMPR) en el que éstas pintaron un mural contra la violencia de género y fueron multadas por  el Municipio (el Municipio es una criatura de ESTADO, por si a alguien le cabe duda) , y éste mismo Municipio (reiteramos, el ESTADO), borró el mural.  (El énfasis lo entenderá cuando lea la decisión).

Recordemos que estas mujeres multadas acuden al poder judicial para vindicar temporal, y eventualmente, permanentemente, su derecho fundamental a la libertad de expresión. Recordemos también que van al Tribunal en esta etapa para la obtención de un entredicho provisional e interdicto preliminar contra la acción del gobierno municipal. El Tribunal de Instancia les concede preliminarmente un interdicto que les garantizará -al menos preliminarmente- que no se les prive de un derecho fundamental, lo que el Supremo revoca a favor del Municipio, colocándolo en el lugar de "perjudicado" por el interdicto emitido (Ay!. rayos!) y exigiendo prueba de la titularidad del mural para la emisión del interdicto. 


La decisión es 5-4. Hay una opinión disidente de la Jueza Rodríguez Rodríguez, que muestra claramente la inverosimilitud del razonamiento mayoritario, opinión a la que se unen los Jueces Hernández Denton, Fiol Matta y Estrella Martínez.  La decisión mayoritaria no solo es detrimental a los derechos de libertad de expresión sino que además afecta los elementos de juicio para la otorgación de interdictos para garantizar derechos fundamentales del individuo. El Tribunal abandona su rol más elemental y hasta de concenso en el liberalismo tradicional: el de ejercer como garantes de los derechos individuales.

En resumen, increiblemente, en términos de teoría política y constitucional, la implicación es que el Supremo ha colocado al Estado en el lugar de los individuos-sujetos de derechos y viceversa!. No tengo tiempo para más ahora, pero lo comparto y literalmente me lo saco del alma: No hay Derecho!.


Vea la Opinión del caso Josefina Pantojas v. Municipio de San Juan.

6.6.11

Convocatoria de ANDA para nuevos miembros.

La Asociación Nacional de Derecho Ambiental, Inc. (ANDA) se complace en abrir una convocatoria para su Membresía. 
ANDA es un centro de derecho ambiental, sin fines de lucro, dirigido a facilitar el acceso a la justicia a sectores de escasos recursos económicos, y a promover el apoderamiento comunitario. La organización persigue alcanzar un Puerto Rico en el que todas y todos, sin discrimen alguno, tengan garantías de participación activa en los procesos de toma de decisiones de impacto ambiental, obtengan el mismo grado de protección ante riesgos ambientales, y disfruten de acceso equitativo a los recursos naturales. Los esfuerzos de ANDA están dirigidos a la educación, asesoría y el litigio.
Aquellas personas interesadas en ser integrantes de ANDA deberán informar su interés mediante una solicitud que incluya:
  • Resumé o curriculum vitae que incluya experiencias laborales o voluntarias en asuntos ambientales o comunitarios.
  • Ensayo sobre las razones por las cuales interesa pertenecer a ANDA, así como las iniciativas que pueda interesar desarrollar con la organización. (Máximo de 300 palabras).
  • El nombre e información de contacto de al menos dos (2) personas que puedan servir de referencia. Al menos una de las referencias deberá ser de una persona que pueda hablar del trabajo voluntario del candidato o candidata.
Interesados e interesadas deberán enviar una solicitud completa en o antes de 19 de junio de 2011 info@andapr.org o al PO Box 364852, San Juan, PR 00936-4852
Puede acceder la convocatoria, así como los requisitos para ser miembro en nuestro blog.
Siéntanse en la libertad de enviare este mensaje a cualquier persona que pudiera estar interesada de pertenecer a este proyecto de justicia ambiental.

5.6.11

Detlef y Felizitas



Walter Benjamin a Gretel Karplus

San Antonio (Ibiza), mediados de mayo, 1932

Querida Gretel Karplus:
Así son las cosas; doce horas después de que le hubiera mandado mi última carta, recibí la suya, con la que me siento infinitamente aliviado. Quizá sea solo la incapacidad de acoger en uno, tal como nos llegan, una serie de días sin nubes lo que genera preguntas tan opresivas como las que circulaban por mi última carta. Es que toma su tiempo hasta que uno se adapta a una situación climática tan extraña, cuando no hay cierto confort de hotel que medie entre nosotros y el paisaje. De la fotito adjunta deducirá usted cuán lejos estamos aquí de algo semejante. Pasadas varias semanas de trabajos, los conocidos que hicieron revivir esta casita después de años de decadencia lograron hacer de ella algo muy habitable. Lo mejor es la vista al mar y a una isla rocosa cuyo faro me ilumina por la noche, así como el aislamiento que ofrece la casa entre quienes la habitan, gracias a la distribución inteligente de los ambientes y las paredes de casi un metro, que no dejan pasar ningún sonido (ni calor). Llevo una vida como esa que los centenarios confiesan a los periodistas como su secreto: me levanto a las siete de la mañana y me baño en el mar, a la redonda, nadie en la costa y, en el mejor de los casos, a la altura de mi frente, un velero sobre el horizonte; más tarde, apoyado contra un tronco dócil del bosque, tomo sol, cuyas fuerzas curativas se propagan por mi cabeza a través del prisma de una sátira de Gide (Paludes). 

Luego, un largo día de abstención de innumerables cosas –menos porque acorten la vida que porque no existen o son tan malas que uno prefiere dejarlas de lado–: luz eléctrica y manteca, aguardiente y agua corriente, coqueteos y lectura de periódicos. Porque ojear el Frankfurter Zeitung con una semana de demora tiene más bien un carácter épico. Y si usted agrega a eso que toda mi correspondencia la recibe Wissing –que hasta ahora no me ha reenviado ni siquiera una sola carta– verá que no estoy exagerando. Pasé mucho del último tiempo sentado con libros y escrituras; recién en estos días me emancipé de mis paseos junto a la orilla y estuve haciendo algunas grandes caminatas solitarias en la región, que es aún más grande, y más solitaria. Sólo durante estas caminatas llegué a tener una conciencia clara de estar en España. De todos los habitables, estos paisajes son los más ásperos e intactos que jamás haya visto. Es difícil dar una idea clara de ellos; si finalmente lo consigo, ya se enterará usted. Hasta el momento no he tomado muchas notas con este propósito, pero me sorprendí retomando la forma de exposición de dirección única para un cierto número de objetos que están relacionados con los más importantes de ese libro. Acaso pueda mostrarle algo de esto en Berlín. Entonces hablaremos también sobre Córcega. Es muy bueno que haya visto todo eso, el paisaje tiene realmente mucho de español; pero creo que allá el verano no graba unos rasgos tan duros e intensos en la tierra. Espero que se haya alojado un par de días en el Grandhotel de Ajaccio, maravillosamente silencioso y pasado de moda. Creo que en el transcurso de las próximas semanas lograré volver; pero nunca puedo tomar una verdadera resolución respecto de las fechas exactas. Lo entenderá si le digo que aquí vivo con una pequeña porción de lo que necesito en Berlín; por eso estoy estirando la estadía tanto como sea posible y no estaré de regreso antes de principios de agosto. Pero hasta ese momento, espero haber recibido muchas noticias de usted.

Sí, si pudiera pedirle un pequeño regalo alentado por la sugerencia de su carta, que me alegró mucho, sería que me enviase un pequeño sobre de tabaco como “muestra sin valor comercial” –Allright de Von Eicken u otro–-. En la isla no hay ninguno que sea fumable.

Yo también recibí una carta de Daga, y poco antes de mi partida, también una de su madre. Por lo demás, estuve dos semanas hundido completamente en el ruso: acabo de leer la historia de la revolución de febrero de Trotsky y estoy a punto de terminar su autobiografía. Tiene usted que leer estos dos libros, sin duda alguna. ¿Sabe si el segundo tomo de la historia de la revolución –Octubre– ya salió? Pronto retomaré a Gracián y escribiré algo sobre el tema.

Muchos saludos de amistad y buenos deseos
Suyo
Walter Benjamin


Gretel Karplus a Walter Benjamin
Berlín, 30 de marzo de 1933

Walter Benjamin, querido:
Apenas salió ayer mi respuesta, recibí su segunda carta y quisiera responderla de inmediato, así las fotos le llegan todavía a París. Y aunque ahora no esté usted completamente solo, lo que me alegra especialmente, quisiera hacerle compañía de esta manera algo primitiva. Para esto me puse el vestido verde, y si bien el peinado es todavía del año ‘31, usted seguramente me lo perdonará. Y agrego esta otra ayuda a la imaginación, una pequeña muestra del paño, para acariciar.

Lo que me escribe sobre Blei ya lo sabía yo por Marie-Luise v. Motesiczky, a quien usted conoció alguna vez en mi casa. Es probable que el tío, Ernst v. Lieben, que es el ex marido de Billie, también ande por allá, lo seguro es que financió todo aquello. Y por favor, escriba unas palabras a la Piz (Mrl v. M) cuando necesite algo, Viena iv, Brahmsplatz. Si lo prefiere, yo también podría informarla. ¿Ha descubierto algo recomendable en la nueva literatura francesa? Sus cartas son lo más querido y lo más importante que tengo en este preciso momento, la felicidad se sigue haciendo esperar. Me alegraré de tener noticias suyas, con mucho afecto

Fe-li-zi-tas
Me pregunto si estará usted conforme conmigo.



Walter Benjamin a Gretel Karplus
Ibiza (Ibiza), alrededor del 26/5/1933
Para empezar con una suerte de confesión, querida Felizitas: con estas líneas recibe usted algo así como las primeurs del día, una hora especial madurada en circunstancias especiales que espero –prensada en esta hoja– no pierda luego todo su aroma y color. En lo tocante a su silueta, me atrevo ya a dibujarla de alguna forma duradera. Pero no me quedará otra opción que enviarle esta única planta vivaz, porque las otras que estuvieron cargando con mis horas de los últimos días estaban marchitas casi todas. Y como usted ha tenido su participación en ese marchitar, le corresponde en consecuencia participar también ahora en lo que le dedico con estas palabras: me refiero a la fruta madura de una hora que se mece en el viento de la mañana.

¿Por qué no me habrá escrito? Mis días pasados hubieran resultado mejores, este que comienza, no tan de consuelo. Y ahora, en lugar de decirle algo más amable, la avergüenzo una última vez al confesarle que el consuelo no me llega lamentablemente de un mensaje de usted, que he estado esperando hasta hoy en vano. De dónde viene el consuelo no será tan difícil de adivinar si se sumerge usted en la descripción del espacio que pronto haré surgir ante sus ojos, y si no olvida algunos artificios a los que, por momentos, recurrí ya hace años, aquellos mismos que había prometido tomar alguna vez con usted.
(...)


Gretel Karplus a Walter Benjamin Berlín, 6 de julio de 1933
Querido Detlef:
En tu última carta no me indicaste tu dirección nueva, y no estoy del todo segura de si los papelitos rosas todavía te llegarán mandándolos a la anterior. Disculpa entonces que se hayan interrumpido y escríbeme lo más pronto posible adónde tengo que dirigirlos de aquí en adelante.

Lamentablemente no podré cumplir con tu deseo de que encargue el Züricher Illustrierte, porque no puedo recibir ese diario aquí en Berlín.

En lo exterior, mi vida apenas si cambió en relación con antes, muchas veces me siento con la salud muy quebrada, de todos modos es más soportable que el año pasado; de Frankfurt tengo muy pocas noticias, como siempre, así que supongo que la prueba en cuestión está ocurriendo ahora mismo, pero quizá estoy adivinando mal. Mis padres pasaron cinco semanas en Gastein, vuelven el sábado, el tiempo aquí sola fue agradable, únicamente opacado por la enfermedad de mi cuñado, que todavía es incierta. En los negocios fue un mes quieto, la liquidación de la vieja empresa y los reemplazos por vacaciones en la nueva me procuraron alguna distracción. Hay dos nuevos modelos de invierno que surgieron a partir de una especial colaboración mía, me encantaría poder mostrártelos. Quisiera preguntarte algo en tu calidad de viejo amante de la moda, ¿por qué al principio de la nueva temporada uno se siente tan mal en las ropas y los sombreros viejos, aunque no hayas adelgazado o engordado, ni tengas un peinado nuevo? ¿La moda nos cambia realmente como para que tengamos una nueva impresión de nosotros mismos?

Bueno, ahora quisiera felicitarte por tu cumpleaños, y se me ocurrió que podríamos mantener el “tú” en las cartas privadas, si es que estás de acuerdo. Me hubiera gustado decir también siempre en las oficiales, pero no sé si realmente es lo que queremos. Sea como sea, a mí me encanta que haya un rastro de secreto en la correspondencia, y creo que el escondite de nuestros nombres, casi reservados para nosotros dos, es maravilloso. Claro que no quise ofenderte proponiéndote aquello de la adopción, en el fondo solo quise decir que conmigo puedes sentirte un poco como en casa y saber siempre adónde perteneces. Por lo demás, tienes toda la razón, yo soy solo una niña pequeña y tengo mucha necesidad de un adulto, me pone enormemente feliz que quieras asumir ese rol para mí. Jamás me hubiera atrevido a pedírtelo, por temor a que pudieras juzgarlo como algo de demasiada confianza. Pero tu pequeña Felizitas se siente muy protegida por ti y te da mil gracias por este ramillete tan singular.
(...)

Tuya
Felizitas

-Fragmento de Gretel Adorno y Walter Benjamin, Correspondencia 1930-1940, reseñado en Página 12.

4.6.11

Sospechar de la Democracia (Guillermo Rebollo Gil).

Compartimos por aquí una reflexión de Guillermo Rebollo Gil hecha como parte del curso Derecho y Democracia ofrecido este semestre en la Escuela de Derecho de la UPR y que acaba de culminar. Gracias a Guillermo por permitirnos compartir su reflexión en este blog.

Sospechar de la Democracia, Posiblemente
Guillermo Rebollo Gil

La democracia no se presume, se sospecha—y se sospecha de ella. O más bien, se sospecha de la manera en que el término es utilizado por nuestros representantes electos, cuando su articulación impone un cese al diálogo y al debate público. Y por qué no, al reflexionar sobre la idea de la democracia y sus posibilidades, ponderar brevemente el efecto silenciador de la palabra “democracia” en boca de nuestros gobernantes, cuando estos son llamados a responder a cuestionamientos de determinados sectores sociales que entienden que sus reclamos no están siendo debidamente atendidos.  En estos contextos—frecuentemente ante el aviso o en medio de, protestas, pugnas huelgarias etc.—la palabra es utilizada principalmente como límite impuesto a la agencia colectiva de sectores minoritarios en busca de conductos y espacios viables (aunque no necesariamente tradicionales) de expresión y protesta. Generalmente, la misma es enunciada como referencia a un supuesto entendido social, a todas luces casi impronunciable, que deslegitimiza al instante tanto el discurso como la posición del grupo reclamante. Se desconoce del grupo, sus pedidos o demandas y sobretodo de sus maneras de comunicarlas porque  “desde luego, vivimos en una democracia” o “a fin de cuentas, esto es una democracia.” El término aquí opera entonces como una negación casi originaria de cualquier gestión o evento de índole político que no se atenga a los procesos formales o institucionalmente reconocidos. Es precisamente estas aseveraciones del “vivir en” y de “ser” democracia de las cuales, desde luego y a fin de cuentas, debemos sospechar en tanto las mismas afirman la existencia de límites para la acción y el apalabramiento de miembros particulares de la comunidad política, sin antes explicitar el carácter o contenido de esa vida o ese ser que se constriñe y los excluye.

Y sin embargo, la promesa de la democracia—entendida aquí como el autogobierno del pueblo en condiciones de igualdad, justicia y libertad[1]—se adhiere a los términos propios de la vida en comunidad y el ser (para y desde los otros con quienes se comparte el espacio público). Lo cierto es que la democracia no puede ser desligada—por boca de nadie—de su propuesta para una mejor convivencia de todas las partes constituyentes de un cuerpo político. Por tanto, el mero intento de un gobernante de censurar y/o despachar una acción concertada de un grupo que lo emplaza y le reclama, mediante la breve y llana alusión a lo que “se entiende” por democracia, de por sí cae fuera de su marco legítimo de acción. Esto debido a que no le toca a él formular (o intuir) el qué de la democracia, sino que él en su función representativa se debe a ese conjunto de entendidos cambiantes y conflictivos que pueden surgir de la comunidad; a lo que sea que la comunidad política o un sector de ella manifiesta que podría ser la democracia bajo determinadas circunstancias. De aquí que De Sousa Santos conceptualice el movimiento democrático como una forma socio-histórica, eminentemente contextual[2]. Lo que implica  que el contenido de su promesa (y del cuerpo político que la adopta y la persigue) no se define por sus posibles límites sino por la capacidad de forzar y romper aquellos límites pre-existentes en las sociedades que se conciben a sí mismas como democráticas.


Nuestra responsabilidad compartida como miembros de tales sociedades es entonces sospechar que los reclamos y demandas que pueden surgir de la multiplicidad de grupos—por más antagónicos, minoritarios y/o riesgosos que parezcan—pueden en efecto, proponer  en el fondo o en la superficie una visión realmente posible (y más justa) de la democracia, y por tanto deben ser atendidos como tales. Es esa apertura a la sospecha la que quizás mejor define lo que desde luego será vivir en una democracia y lo que a final de cuentas implicaría ser parte de una comunidad en cumplimiento paulatino con dicha promesa. Esta sospecha tampoco se puede presumir, sino que depende de la disposición a activar y/o  responder críticamente a la activación del diálogo y debate público por parte de otros. Visto de esta forma, se podría hablar de una ética de la sospecha o la desconfianza[3]—entendida aquí como la voluntad de desconfiar que la democracia tal y como es vivida en tiempo presente es la articulación más precisa, completa y acertada de ese ideal.

Proponemos que la actitud o voluntad democrática comienza con esta desconfianza ante cualquier alegación—por boca de quién sea— de la existencia de un entendido social acerca del qué de la democracia actual, y pasa a preguntar qué más de la democracia ahora. Es decir, la sospecha viene a convertirse en expectativa: la expectativa de que aún quedan límites en nuestras sociedades por forzar y romper; sobretodo en lo relativo a la inclusión de comunidades minoritarias y extranjeros, espacios de deliberación y debate, atención y tolerancia a manifestaciones de quejas o agravios políticos. Enunciar la palabra democracia, desde esta perspectiva, es activar su espíritu de demasía política. Afirmar que el contenido de su promesa jamás será definido en su totalidad por boca de nadie, ni se conformará a los patrones de articulación de ningún hablante particular al punto de asumir una forma y un tono tradicional, y/o fácilmente reconocido. Al contrario, decir democracia, desde aquí,  es confiar  en y apostar a, que la misma puede ser articulada y re-articulada continuamente en boca de quien necesite de ella, sonando cada vez más diferente; nueva; antagónica; y a fin de cuentas, inevitablemente posible.




[1] R. Dworkin, Is Democracy Posible Here?: Principles for a New Political Debate (Princeton, NJ, 2008).
[2] B. de Sousa Santos y L.Avritzer,  “Opening up the Canon of Democracy”, en de Sousa Santos (ed), Democratizing Democracy: Beyond the Liberal Democratic Canon (Brooklyn, NY ,2007), pág. xliii.
[3] J. Derrida y E. Roudinesco Y Mañana qué… (México, DF, 2009).

1.6.11

Escribir es develarse, proyectarse a los demás (Foucault).

"[Correspondence] It is something more than a training of oneself by means of writing, through the advice and opinions one gives to the other: it also constitutes a certain way of manifesting oneself to oneself and to others. The letter makes the writer "present" to the one to whom he addresses it. And present not simply through the information he gives concerning his life, his activities, his successes and failures, his good luck or misfortunes; rather, present with a kind of immediate, almost physical presence. "I thank you for writing to me so often; for you are revealing yourself to me [te mihi ostendis] in the only way you can. I never receive a letter from you without being in your company forthwith. If the pictures of our absent friends are pleasing to us... how much more pleasant is a letter, which brings us real traces, real evidence of an absent friend! For that which is sweetest when we meet face to face is afforded by the impress of a friend's hand upon his letter -recognition."(cita de Seneca, Letters)
 ...

To write is thus to "show oneself," to project oneself into view, to make one's own face appear in the other's presence. And by this it should be understood that the letter is both a gaze that one focuses on the addressee (through the missive he receives, he feels looked at) and a way of offering oneself to his gaze by what one tells him about oneself. In a sense, the letter sets up a face-to-face meeting. Moreover Demetrius, explaining in De elocutione what the epistolary style should be, stressed that it could only be a "simple" style, free in its composition, spare in its choice or words, since in it each one should reveal his soul.[cita a Seneca

The reciprocity that correspondence establishes is not simply that of counsel and aid; it is the reciprocity of the gaze and the examination. The letter that, as an exercise, works toward the subjectivation of true discourse, its assimilation and its transformation as a "personal asset." also constitutes, at the same time, an objectification of the soul. It is noteworthy that Seneca, commencing a letter in which he must lay out his daily life to Lucilius, recalls the moral maxim that "we should live as if we lived in plain sight of all men,"12 and the philosophical principle that nothing of ourselves is concealed from god who is always present to our souls. Through the missive, one opens oneself to the gaze of others and puts the correspondent in the place of the inner god. It is a way of giving ourselves to that gaze about which we must tell ourselves that it is plunging into the depths of our heart (in pectis intimum introspicere) at the moment we are thinking.

 ...

The work the letter carries out on the recipient, but is also brought to bear on the writer by the very letter he sends, thus involves an "intro spection"; but the latter is to be understood not so much as a decipherment of the self by the self as an opening one gives the other onto oneself.

*M. Foucault, "Self Writing" en Ethics: Subjectivity and Truth (P. Rabinow (ed),  Ethics:Essential Works of Foucault 1954-1984).

30.5.11

Nuevo Blog!: Observando al Derecho: Miradas desde la Teoría Social

Estrenamos nuevo blog: Observando al Derecho: Miradas desde la Teoría Social. Desde allí habitamos un nuevo espacio en el que compartiremos miradas al fenómeno jurídico desde las diversas teorías y acercamientos propios de la Teoría Social. 

Ya antes hemos abordado algunos de los temas jurídicos cubiertos por aquí bajo los lentes de la teoría social elaborada por teóricos como Niklas Luhmann, Jurgen Habermas y Michel Foucault, entre otros.  Con este nuevo espacio esperamos compartir de manera más consistente y focalizada nuestros análisis, ensayos y artículos sobre temas de Derecho adoptando estos lentes. Se trata de mirar las formas en que el sistema legal produce verdades, construye y se construye en discurso, en narrativas, en racionamientos sistémicos, en campos sociales; y en tanto eso, se adentra en los juegos del y por el poder. En fin, estimamos que desde este nuevo blog abordaremos el quehacer del Derecho, como diría Luhmann, como observadores de su operación en tanto sistema social. El blog servirá, además, como una bitácora para bibliografía y comentarios, como plataforma de desarrollo de futuros trabajos y discusiones y como espacio para el anuncio de nuevas publicaciones y eventos relacionados. 

Los y las invitamos a contribuir al blog, visitarlo, comentar, recomendar y debatir en ese nuevo espacio. Puede hacerse amigo(a) además de su página en Facebook. En el camino lo iremos perfeccionando y transformando...

salud!.

27.5.11

Involuciones jurídicas (comentarios en torno a la propuesta de un nuevo Código penal; Madeline Román)


Involuciones jurídicas: Comentarios en torno al P.del S. 2021 para adoptar un nuevo Código Penal en Puerto Rico

Madeline Román*
Plantea Edgar Morín en su libro La mente bien ordenada que el trayecto humano ha venido acompañado de progresos sustanciales junto con formidables retrocesos. Esto es importante pues éstos retrocesos atraviesan todos los sistemas incluyendo el sistema jurídico. Si bien el P.del S. 2021 se nos representa como una expresión de un saber jurídico de punta y a la altura de nuestros tiempos, lo cierto es que el mismo constituye una involución respecto del horizonte jurídico de las sociedades modernas en tiempo presente.

Cabe preguntarse, ¿por qué las coordenadas de inteligibilidad en las que descansa esta propuesta de nuevo código penal para Puerto Rico sigue descansando en entendidos que han sido refutados, deconstruidos, emplazados una y otra vez, tanto por el saber criminológico como por el propio avance de los sociedades modernas?
Mientras este proyecto de ley en la dirección de implantar un nuevo código penal dice responder al “consenso de todos los sectores” del país, lo cierto es que hay fuerzas académicas, sociales y políticas amplias que consistentemente y en el tiempo, nos hemos opuesto al paradigma penal y criminológico que subyace a este proyecto. Ese paradigma descansa en los  siguientes entendidos:

1.La pena de reclusión, pena privativa de libertad, pena de cárcel, es el castigo disuasivo por excelencia.
Este entendido descansa, a su vez, en el entendido de que los problemas sociales se resuelven encerrando a la gente. Mientras el proyecto 2021 representa la reclusión como la forma privilegiada de conducción de la pena, la comunidad política, jurídica y criminológica global se mueve contundentemente en la dirección de la búsqueda de alternativas a la cárcel. Esta búsqueda descansa en un reconocimiento profundo y complejo de que, como plantea Alessandro Baratta en su ensayo Resocialización o control social, los muros de la cárcel separan a la sociedad de una gran parte de sus problemas, la cárcel ha producido más problemas de los que ha podido solucionar y la cárcel en tanto institución de encierro ha propiciado, no la rehabilitación, sino la separación/exclusión permanente de un sector poblacional considerable (mayormente aquellos en vulnerabilidad social) fijándolos al significante de lo criminal. Es esto lo que ha provocado todo un movimiento global en la dirección de la contracción del fenómeno carcelario al mínimo posible.


El hecho de que, en este proyecto de nuevo código, las alternativas a la cárcel no se hacen extensivas a casos de delito grave expresa, de entrada, el entendido de que el sujeto no es capaz de crecerse en la dirección del autoexamen y de la aceptación de su responsabilidad: dos elementos centrales en el camino de la rehabilitación tal y como se nos representa desde la propia semántica rehabilitativa.


A otro nivel, y como es planteado por Gilles Deleuze en Postdata a las sociedades de control, en éstas la vigilancia se encuentra menos ligada al espacio físico que a un espacio virtual más amplio. El control no necesita de la modalidad del encierro, como ocurre con la disciplina, para ejercer la vigilancia sobre los sujetos. La vigilancia en la era del control está más relacionada con tecnologías que con instituciones. Plantea Deleuze que estamos en una crisis generalizada de todos los lugares de encierro y, aunque hay proyectos de reforma de todo tipo, éstos sólo logran administrar la agonía de los mismos. En este sentido, el movimiento en la dirección de la búsqueda de alternativas al encarcelamiento aparece como parte de una condición de época por lo que, esta propuesta de nuevo código penal resulta ser disonante respecto de las tendencias globales actuales.

2.El aumento en las penas y en los castigos es un disuasivo de la actividad delictiva.
Este entendido ha sido deconstruido una y otra vez  y de todas las maneras posibles. El fenómeno criminal ha mostrado ser refractario al aumento de penas y castigos más severos. Con toda probabilidad, el ejemplo más contundente es la problemática del narcotráfico y de las drogas. Una problemática que, evidententemente y en el trayecto histórico, se ha acentuado y agudizado a más aumentan las penas y los castigos.


A otro nivel, y como es planteado por Baratta, contrario al entendido oficialista y popular, a mayor el tiempo de prisionización, mayor es la reincidencia; un reconocimiento que apunta a que el fenómeno carcelario amplía más de lo que reduce el fenómeno que se quiere controlar.

3.El asunto a privilegiarse debe ser la peligrosidad de la persona ( “el principio de la subjetividad”; “peligrosidad del autor”) y no la peligrosidad del crimen (“la perspectiva punitiva del delito”; “peligrosidad del hecho”)
El propio derecho positivo establece que no hay delito sin ley penal. Es decir, primero se efectúa un proceso de criminalización (se nombra algo como delito) y luego se produce la criminalización y/o patologización del sujeto. En este sentido, los imaginarios de peligrosidad del sujeto están remitidos a aquello que ha sido criminalizado. Por ejemplo, el sujeto adicto y/o el narcotraficante sólo es peligroso en el contexto del proceso de criminalización del narcotráfico y las drogas.

II. 
A otro nivel, al imponer un sistema de sentencias y penas fijas (incluyendo la eliminación de intervalos en las penas fijas), el proyecto de nuevo código penal descansa en la aplicación mecánica de la ley en detrimento de la justicia. Nótese que las penas y sentencias fijas suponen la retoma del entendido de la ciencia penal clásica en torno a  la deseabilidad de una escala exacta de penas para actos iguales. El problema con este tipo de sistema es que cancela el poder discrecional del juez privilegiando la aplicación mecánica de la ley (ej. para tales actos, tanto tiempo de cárcel) en detrimento de la singularidad y de la posibilidad de la justicia pues, al decir de Jacques Derrida en su ensayo  Force of  Law: The Mystical Foundation of Law and Authority,  no hay posibilidad de justicia como ley sin  un juicio fresco y el juicio fresco requiere de que el juez, a partir de un acto reinstitutivo y reinterpretativo de la ley, no solamente conserve la ley, afirme su valor, sino que pueda abrir un espacio para la singularidad, para el carácter que de único, de singular, tienen las vidas de las personas, los eventos que se presentan y de aquello que aparece en un contexto bajo la mirada de la ley.

A su vez, el sistema de penas y sentencias fijas no reconoce el creciente rol de la interpretación de las leyes en la dilucidación de los casos en corte. Algo que, como tendencia, se produce a mayor complejización de lo social en la medida en que se reconoce que hay pugnas de significaciones y pluralidad de registros. 


El nuevo código penal propuesto reproduce la desigualdad social externa a la cárcel y por esta vía atenta contra el Estado de derecho. Tanto la reducción de los delitos por violación de derechos civiles, como la exclusión de delitos vinculados a la función gubernamental o bien la reducción de las penas propuestas para este tipo de delitos, abona a la reproducción de un sistema penal socialmente desigual que atenta contra el principio del Estado de derecho, particularmente aquél que sostiene que el Estado tiene que ser capaz de supeditarse a sus propias leyes procesándose a sí mismo de maneras comparables al procesamiento penal de otros sectores extraestatales.

El nuevo código penal propuesto no incorpora categorías de delitos que han sido el resultado indirecto de la ampliación de los imaginarios democráticos en las democracias occidentales. Plantea Fernando Savater en su ensayo Esos derechos que son tan humanos, que el problema más neurálgico de las democracias modernas son los derechos de las minorías y los derechos de las diferencias. Esto es, la urgencia de ampliar los derechos efectivos de todos aquellos sectores que aún los disfrutan sólo de modo minúsvalido. Esta ampliación de derechos tiene que ir acompañado de una cultura política y criminológica de respeto a las diferencias. En este sentido, la exclusión de la categoría de crimen de odio dentro del nuevo código propuesto constituye una falta crasa a esta tendencia democrática contemporánea.


Algunos asuntos que el proyecto plantea como insuficiencias del Código Penal vigente tramitan posturas devaluativas contra la academia y un ensimismamiento geográfico/territorial.  Se señala como una insuficiencia del Código vigente el que éste fue producido “por académicos para académicos”. Este planteamiento, aparte de ser devaluativo respecto de los académicos en nuestra sociedad, se coloca en abierta tensión con el reconocimiento, recurrentemente expresado, en torno a la urgencia de incluir los saberes sociales y criminológicos de punta en aras de lidiar de maneras más efectivas con la problemática criminal.  Se plantea también que el mismo tiene influencias de “jurisdicciones foráneas” como si fuese posible ignorar el saber que, sobre esta problemática y otras, está puesto en el contexto de la sociedad global. 


El sistema de sentencias y penas de reclusión por un término fijo     no abre espacio alguno en la dirección de conciliar este proyecto de nuevo código penal con el imperativo constitucional de la rehabilitación. Al decir de Carlos Rivera Lugo en su ensayo Ni una vida más para la toga, del castigo sólo se cosecha el resentimiento. Los castigos y las penas deben ser ponderadas en función del juicio interior del imputado. Por ende, las bonificaciones tendrían que pensarse desde el horizonte rehabilitativo el cual debe, a su vez, ser, invariablemente, el horizonte del sistema penal/correccional y de la sociedad en su conjunto. En este sentido, hay una disonancia entre la semántica rehabilitativa y el paradigma privilegiado en este proyecto de nuevo código. A su vez, la pena de reclusión por un término fijo de 99 años sin bonificación (equivalente a una cadena perpetua) no tiene sentido dentro del horizonte rehabilitativo pues si el sujeto no tiene incentivo alguno para, mínimamente activar una cierta disposición reflexiva, entonces el proyecto de nuevo código  aniquila de entrada esta posibilidad.
Finalmente, la racional que anima este proyecto de nuevo código penal es el entendido de que “las penas impuestas (desde el código vigente) no han surtido el efecto disuasivo esperado sobre la comisión de conducta criminal.” Cualquier estudioso de la cuestión criminal coincidiría en que la posibilidad de reducir la incidencia criminal no descansa en código penal alguno pues el Estado es “la última razón”. Esto es, el último dispositivo a utilizarse. Es evidente que la criminalidad se ha constituido en un significante unificador y uno en el que ubicamos asuntos cada vez más diversos. Al presente, se ha producido un incremento e intensificación de todo tipo de actos y de prácticas que hacen de lo criminal un fenómeno inconmensurable. Podemos optar por despachar el llamado problema criminal desde coordenadas de pensamiento simplificantes (tipo “hay gente buena y hay gente mala,”) u optar por producir lugares de observación en movimiento que viabilicen el estudio de la criminalidad en lo múltiple de sus sentidos, sus formas y  referentes. No es posible poner en foco el control de la criminalidad sin un reconocimiento expreso de que ese propósito no solamente no comienza ni termina con lo jurídico sino que lo desborda.


Colaboración presentada en mesa redonda  de la Comisión de Derechos Civiles de Puerto Rico, a 26 de mayo del 2011.
*Catedrátrica, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

20.5.11

columna: 48 horas (Hiram Meléndez Juarbe)

19 Mayo 2011

48 horas

HIRAM MELÉNDEZ JUARBE
Aestas alturas parece tonto enfatizar que deliberar sobre asuntos de interés público es importante para una democracia. Pero resulta que una de las transformaciones constitucionales más trascendentales de los últimos años en Puerto Rico, la recomposición del Tribunal Supremo, no ha sido objeto de la discusión pública mínima que es de esperar.

No hablo exclusivamente del aumento en composición de 7 a 9 jueces, aunque lo incluye. La transformación constitucional que indico no tiene nada que ver con que el partido azul logró nombrar la mayoría de jueces en ese foro (ello puede ser bueno si son competentes). Me refiero a la transformación radical en torno al lugar del Tribunal Supremo en el imaginario social puertorriqueño.

En sólo un par de años, se ha desmoronado lo que tomó generaciones construir: la confianza pública en que las controversias del país serán dirimidas por personas que, como mínimo, harán un esfuerzo por resolverlas conforme al derecho. 

Digan lo que digan del Tribunal antes del 2008, de sus jueces o de su afiliación política, esta percepción existía. Pero ya no. La percepción es decididamente otra y es producto de procesos atropellados de confirmación, del agrandamiento goloso de la institución sin justificación, de reconocerle un “derecho adquirido” a exgobernadores pero negándoselo a empleados públicos sin explicar y de la complacencia interna en una marea política, entre otras cosas.

Entonces, la pregunta que huelga es ¿qué discusión hemos tenido sobre este cambio? Las esferas institucionales que encauzan esta transformación tienen la responsabilidad de plantearse las consecuencias de sus actos explícitamente. De modo que ¿qué significa esta revolución en el Tribunal, ahora, y para su estabilidad futura? ¿Qué respeto derivarán las opiniones del Tribunal por parte de ciudadanos o por parte de administraciones futuras que claramente le visualicen como retrancas políticas? 

La discusión no existe pues el espacio discursivo institucional está restringido; es decir, el contexto material y temporal donde la reflexión ha de ocurrir, está clausurado. 

Los eventos recientes son elocuentes. El 5 de noviembre de 2010 la mayoría del Tribunal solicitó un aumento de dos jueces. Seis meses después, el lunes, 9 de mayo de 2011, el gobernador anunció los dos nuevos nombramientos. Dos días después, el Senado celebró una “vista pública” para “considerar” a los nominados e inmediatamente les confirmó. Cuarenta y ocho horas para debatir el futuro de la Rama Judicial. Cuarenta y ocho horas para considerar y deliberar la magnitud del momento constitucional en que nos encontramos. Cuarenta y ocho horas para discutir la idoneidad de estas personas. Y eso es en el caso de los dos más recientes, pero similar es la experiencia con los cuatro jueces anteriores nombrados.

Para tomar perspectiva, consideremos el proceso de confirmación en Estados Unidos: entre los años 1981 y 2009, la mediana del término entre el nombramiento por el presidente y la confirmación por el Senado fue de 80.5 días. En Puerto Rico sólo son necesarias 48 horas. 

A la vez, la mediana del término entre el momento en que el presidente conoció de la vacante en el Tribunal y el día en que presentó el nombramiento fue 18 días. En Puerto Rico, en el caso más reciente, fue de 185 días.

Nótese la relación invertida. Mientras que el proceso interno y secreto del presidente es corto, el proceso público de escrutinio severo es extenso y permite que reflexionemos sobre el rumbo de la institución. 

Pero en Puerto Rico es al revés: el proceso secreto e interno del Ejecutivo gozó de espacio, pero el proceso público tomó 2.7% del tiempo que tomó confirmar a Sotomayor en el Senado federal.

Ahí tenemos a la democracia boricua. No cuenta decir que porque los votos están, todo vale. Los actos públicos deben estar respaldados por razones, argumentos y discusión para que los aceptemos como legítimos aunque no estemos de acuerdo. Es lo que distingue a una “decisión de la mayoría” de la “tiranía de la mayoría”. 


http://www.elnuevodia.com/columna-48horas-969778.html

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