25.6.10

Editorial de El Nuevo Día: Abuso de poder contra la UPR

25 Junio 2010

ABUSO DE PODER CONTRA LA UPR

http://www.elnuevodia.com/columna-abusodepodercontralaupr-729921.html

La aprobación legislativa y la firma “fast track” por parte del Gobernador de la disposición que aumenta el número de miembros de la Junta de Síndicos de la UPR, revela un preocupante afán de control gubernamental puro y duro y un esfuerzo por garantizarle a la intransigencia gerencial un espacio hegemónico en la Universidad.

La aprobación legislativa y la firma “fast track” por parte del Gobernador de la disposición que aumenta el número de miembros de la Junta de Síndicos de la UPR, revela un preocupante afán de control gubernamental puro y duro y un esfuerzo por garantizarle a la intransigencia gerencial un espacio hegemónico en la Universidad.Gobernar es misión harto difícil que ha de realizarse con cautela y pudor, ejercicio al que estuvieron ajenos la mayoría parlamentaria y el Gobernador al aprobar esta festinada ley. De hecho, la aprobación de la medida y la confirmación de los cuatro síndicos adicionales -hechas a una velocidad que ya quisiera ver el País en la atención de los asuntos medulares de su adelanto económico y social- confirma la manera en que un Gobierno hace trizas del ideal de establecer una saludable diferencia en las relaciones entre la política partidista y la administración pública.

Es ésa una virtud que está llamado a observar todo gobierno surgido de las urnas. A mayor respaldo en esas urnas, mayor la prudencia que se espera de él. Si bien la presente Administración está revestida con el poder de implantar su programa, también lo es que su implantación no ha de hacerse únicamente en beneficio de la mayoría que lo votó, sino que en beneficio de todos los puertorriqueños. Sin mezquindades, sin excesos, sin venganzas.

Así también tiene que ocurrir con la composición de juntas, comités y comisiones de organismos que han de deliberar y establecer política pública sobre aspectos de vital importancia económica, cultural, educativa, social y política.

Fue esa norma, sustancial al sistema democrático, la que se pisoteó con la ley aprobada por la vía rápida por la mayoría del PNP en Cámara y Senado y firmada con más prisa aún por el Gobernador, aumentando de 13 a 17 los miembros de la Junta de Síndicos.

La prisa, dice el sabio refranero boricua, es mala consejera. Lo acabamos de ver. A lo mejor haya sido la prisa lo que impidió que al proponente intelectual de la medida, el senador Roberto Arango, como a sus cómplices -los que tiraron la piedra y escondieron la mano- se les hubiera podido zafar una sola razón válida para el aumento, que el senador quería originalmente que fuera mayor.

Firmada la ley, el propio Gobernador se encargó de dar la medida del burdo asalto a la Junta de Síndicos. Dijo él que era necesario el aumento porque “la Junta de Síndicos ha estado partida a la mitad; ha estado dividida y (se) necesita una junta que dé una dirección clara”.

El mismo lenguaje utilizó la presidenta cameral, Jenniffer González, al afirmar que “era necesario darle dirección” a la Junta. ¿Dirección u órdenes? ¿Dirección por quién o quiénes? ¿Para que hicieran qué? ¿Para que votaran cómo?

Cuando dice el Gobernador que la Junta “está partida por la misma mitad”, ¿qué quiere decir? ¿Que al examinar su composición contó seis “enemigos”, incluyendo los tres designados por gobernadores populares y los otros tres nombrados por estudiantes o profesores? ¿Esto es, seis “no correligionarios” frente a “sólo siete” que lo son?

Todo tiene que ver, no hay duda, con un deshonroso juego de poder en la UPR.

Utilizar la Junta de Síndicos para el imparable juego partidista electorero que ha sumido al País en una jungla en la que se trivializa hasta lo más preciado de nuestra sociedad, como la educación superior, constituye una ignominia que el Gobernador debiera rectificar.

Debe hacerlo, porque el País no puede conciliarse en nada con un patrón de conducta que da a entender que es parte de un plan preconcebido para adulterar sus más preciadas instituciones.

22.6.10

'Un nuevo contrato verbal' (columna Página 12)

Siempre es riesgoso sacar citas de columnas cuyos contextos y propósitos son más amplios (o simplemente otros) que los que una tiene en su radar, pero estos pasajes de esta columna me gustan para compartir y quizá ubicarlos para discusión en nuestro contexto. Creo que nos representan un reto....

Es una columna de Diego Taitán, profesor de filosofía en la Univ. de Córdova, publicada en Página 12, diario argentino. (gracias a RG por colgarla en su blog).


Algunos puntos que me interesan:

-"La política es conflicto y el conflicto, cuando encuentra su institución política, no es guerra ni anarquía sino la vida misma de la república en cuanto forma de irrupción de derechos nuevos y autoinstitución ininterrumpida de los –nunca definitivamente– conquistados antes. Esa conquista de derechos, además, puede tener por sujeto al Estado mismo. La república es un hecho de lenguaje, una deliberación común, pero también lo que se nutre de huelgas, cortes de ruta, tomas de universidades, manifestaciones populares, es decir la vida republicana se constituye de capas conflictivas de distinto orden, simbólico, lingüístico, material. Republicano es también el ejercicio del poder público orientado a revertir la desigualdad (económica, cultural, social, educativa...), sin por ello atentar contra sus propias instituciones. En su acepción más interesante y más estable, república no equivale a Estado de derecho, lo incluye pero es un concepto más amplio y por ello lo desborda, lo renueva y lo perfecciona".

-"Aunque no puede prescindir de ella, la construcción de una democracia republicana nunca se reduce a una coyuntura electoral; asume la vida social como un sistema de conflictos inconmensurables y no como conflicto único, ni como reducción de toda esa diversidad a una presunta matriz fundamental del conflicto que determinaría a todos los otros “en última instancia”. Resulta más acorde con los hechos la noción de democracia como “pluralidad irrepresentable”; la idea de un litigio continuo, complejo y diverso que no condena a nadie –como modo de saldar una discusión– a ser “gorila”, “antipopular”, “antipatria” o “enemigo del pueblo” –categorías que no sirven para pensar ni para discutir, y más bien denotan una pereza o una captura del lenguaje por un código de muerte.

Una autoexigencia en la argumentación en este sentido debería resistir la tentación de ese catálogo binario, por más que siga siendo eficaz desde un punto de vista pragmático, y más bien reclama un contrato intelectual diferente, capaz de sustraerse de las dicotomías mediáticas y como resistencia al habla que acuñan las rutinas comunicativas y de opinión, asumiendo un tiempo y un lenguaje desviados de la realidad inmediata, sin dejar de hacer de ella su propio objeto de trabajo".

Que renuncien (editorial END)

Editorial de El Nuevo Día
22 Junio 2010

Que renuncien los líderes de la UPR

http://www.elnuevodia.com/columna-querenuncienloslideresdelaupr-727707.html

Los retos de altura que enfrenta la Universidad de Puerto Rico en el campo académico, en el ámbito administrativo y como tal en la protección de su futuro, requieren de la renuncia inmediata de su presidente y de la presidenta de su Junta de Síndicos, una salida que sería para la UPR una defensa preventiva de su integridad.

Los retos de altura que enfrenta la Universidad de Puerto Rico en el campo académico, en el ámbito administrativo y como tal en la protección de su futuro, requieren de la renuncia inmediata de su presidente y de la presidenta de su Junta de Síndicos, una salida que sería para la UPR una defensa preventiva de su integridad. La huelga que mantuvo cerrada la UPR por 60 días ha llegado oficialmente a su fin por decisión del estudiantado reunido ayer en Ponce bajo la dirección del Comité Estudiantil Nacional. Los estudiantes han evaluado el proceso y ratificado los acuerdos para dejar atrás una huelga histórica. La limpieza general iniciada por ellos era ya una metáfora de un tiempo nuevo que comenzaba a asomarse y que debe aflorar del todo.

Los estudiantes han hecho su parte con honor y rigor; toca ahora a la Administración asumir la suya, como primer paso, con la renuncia de sus principales directivos, José Ramón de la Torre e Ygrí Rivera, por el bien de la Universidad.

Como política editorial, durante el proceso huelgario nos mantuvimos siempre escuchando a las partes, brindando alternativas de consenso, de mediación, de diálogo, es decir, de protección de la Universidad más allá de toda otra consideración. Nos negamos a posiciones maniqueas de buenos y malos, que suelen ensombrecer más que aclarar los caminos. Tampoco quisimos caer en la rápida y superficial personalización de los conflictos.

Pero acabada la huelga, planteamos nuestra convicción de que el proceder del presidente de la Universidad y de la presidenta de la Junta de Síndicos, tanto en el interior de las negociaciones como en el ámbito de exposición publica, estuvieron dramáticamente distantes de lo que se espera de figuras en puestos de tan alta responsabilidad.

Si de algo dieron cátedra, en forma clara, antes de estallar y durante toda la huelga, fue de incompetencia.

Faltó algo tan básico como el ejercicio de la autoridad sin arrogancia, que sabe reconocer y tratar al otro como a un auténtico interlocutor; faltó visión para crear mecanismos garantizadores de mayor inclusión en el proceso de discusión; faltó el convencimiento básico de la autonomía universitaria frente a los tentáculos partidistas de todo tipo; faltó un talante natural para el diálogo que está basado en un apego innegociable a la verdad por encima de todo; faltó real aspiración al consenso, que implica la capacidad de ceder en lo secundario para asegurar lo fundamental; faltó un acatamiento elegante de los acuerdos finales como zapata necesaria para garantizar etapas y avances posteriores.

Faltó demasiado.

Sin duda alguna, tenemos que repartir responsabilidades dentro de este amplio reglón de ausencias, pero no es un secreto que el mayor peso recae sobre quienes presiden la Universidad y la Junta de Síndicos.

Es hora, igualmente, de que el gobernador Luis Fortuño aprenda la lección: el mejor servicio que puede dar un gobernante a esta magna institución, es garantizar creativamente los fondos para que crezca y madure en el tiempo; y mantener escrupulosamente, él y todo el Gobierno, una distancia consciente del acontecer cotidiano de la Universidad.

Es un imperativo que José Ramón de la Torre e Ygrí Rivera renuncien cuanto antes a sus puestos. El Gobernador debe, por su parte, devolverle la UPR a los universitarios para que tracen un nuevo rumbo desde sus propias fuerzas.

Sólo así la ratificación de los acuerdos y el fin de la huelga se convertirán realmente en el comienzo de un nuevo tiempo para la Universidad y en herramientas para evitar en el futuro nuevos conflictos.

La oportunidad está servida.

14.6.10

Política institucional universitaria: disminuir el acceso a la educación (Diálogo)

En este artículo de Diálogo Digital, titulado 'Política institucional universitaria: disminuir el acceso a la educación', Amaris Torres, estudiante de segundo año de nuestra Escuela de Derecho, vincula las políticas institucionales cuestionadas hoy día con los ya problemas de acceso a la educación jurídica que intenta atajar nuestro Programa Pro Bono ENLACE con escuelas públicas. Recomiendo su lectura.

Para quienes no esten familiarizados o no recuerden los propósitos de nuestro Programa Pro Bono ENLACE, pueden repasar estas entradas:

Presupuestos epistemológicos de los diseños democráticos: De los referéndums electrónicos y las asambleas

Desde el año pasado asoma un fetiche por parte del gobierno de que entidades y colectivos particulares sustituyan los procesos de deliberación y toma de decisiones mediante procesos ‘electrónicos’. Así, por ejemplo, planteó el gobierno que no era necesario que los abogados y abogadas colegiados acudieran a asamblea para la elección de quienes los representarían. La votación por correo o por vía electrónica sustituiría cualquier diseño institucional que se ideara para que los miembros de esa colectividad se vieran las caras, se escucharan, argumentaran, debatieran o en todo caso, se convencieran de razones y argumentos en la toma de decisiones que les atañen. (Conocemos bien las razones para esto, ver post relacionado)

Más recientemente, como sabemos, en la controversia de la UPR, mientras los estudiantes han ensayado procesos deliberativos por demás difíciles (y prácticamente ausentes en los ejemplos en el país) y llenos de retos, con premisas teóricas propias de los diseños de democracias deliberativas o participativas, lejos de proponerse ideas para mejorar destrezas y afinar los retos propios de estas nuevas formas de democracia que se ensayan en tantas otras partes del mundo, aquí se activa la famosa idea de los ‘referéndums’ electrónicos. Estas propuestas conllevan que (al igual que como se planteó en el Colegio), la toma de decisiones parta de un proceso en que cada estudiante desde su computadora pueda votar ‘Si o No’ en asuntos de alta importancia sin que le preceda un proceso vivo de encuentro para explicitar las ideas, argumentarlas y debatirlas, es decir, para reflexionarlas colectivamente, para entonces llegar a conclusiones o decisiones.

A raíz de esto he dedicado algo de los últimos días a reflexionar un poco sobre las premisas y (pre)supuestos de estas propuestas, utilizando como fuentes teóricas los trabajos y ensayos de Jurgen Habermas y Carlos Nino y sus propuestas de democracia deliberativa, algunas reflexiones de Ronald Dworkin en su libro ‘Is Democracy Possible?’ y Boaventura de Sousa Santos en Democratizing Democracy: Beyond the Liberal Democratic Canon.

El ejercicio ha ido dirigido a identificar los presupuestos y premisas teóricas de estas propuestas de ‘referéndums electrónicos’ y su oposición que aboga por la necesidad no solo de apostar por procesos amplios de discusión y deliberación sino en todo caso, de poner esfuerzos en mejorarlos y afinarlos y no erradicarlos (Vea entrada sobre esto en derechoalderecho). Espero escribir un ensayo completo sobre este tema, pero mientras, creo que este pasaje del conocido constitucionalista Carlos Nino en su libro “The Constitution of Deliberative Democracy”, explicita tres tesis epistemológicas bases desde las cuales surgen propuestas para el diseño institucional de la toma de decisiones. Estas tres tesis nos permiten ubicar(nos) mejor a la hora de argumentar o (antes) entender los argumentos de uno u otro lado respecto a este debate de asambleas vs. referéndums electrónicos. (disculpen la no-traducción)

Tres tesis epistemológicas:

E1. Knowledge of Moral truth is attained solely by individual reflection. Discussion with others is a useful auxiliary on individual reflection, but in the end we must inescapably act according to the final results of the latter.

E2. Intersubjective discussion and decision is the most reliable procedure for having access to moral truth, since the Exchange of ideas and the need to justify oneself before others not only broaden one’s knowledge and reveal defects in reasoning but help satisfy the requirement of impartial attention to the interests of everybody concerned. This does not, however, exclude the possibility that through individual reflection somebody may have access to the knowledge of correct solutions, though it must be admitted that this method is far less reliable than the collective one, because of the difficulty of faithfully representing the interests of others and being impartial.

E3. The method of collective discussion and decision is the only avenue of access to moral truth, since monologic reflection is always distorted by biases of the individual in favor of himself or of the people closet o him due to contextual conditioning and the insurmountable difficulty of putting oneself in another’s shoes. Only actual consensus achieved after a broad debate with few exclusions, manipulations, and inequalities provides a reliable access to the demands of morality. (Carlos Nino, supra, Capítulo The Foundations of Deliberative Democracy, página 113).

Es claro que quienes abogan por la sustitución de las asambleas y deliberaciones con procesos de votación electrónica se ubican o al menos parten de la premisa de la propuesta E1. Quienes se ubican en las propuestas de la democracia deliberativa fluctúan entre E2 y E3. Habermas, por ejemplo, adopta la tercera de las alternativas como la premisa epistemológica correcta, premisa desde la cual surge en todo caso su propuesta de democracia deliberativa. Carlos Nino defendió en su libro la tesis E2, lo que llamó un intermedio entre Rawls y Habermas. Habría entonces que debatir sobre estos presupuestos, como mínimo, estar conscientes de que existen y que acompañan las propuestas que se están intentando implantar.

En todo caso, lo que me interesa es sacar a flote los presupuestos de estas propuestas, que en estos días provienen del gobierno, no solo en el caso de la UPR sino que están dirigidas hacia instituciones, comunidades y proyectos en los que en los últimos años se ha empezado a diseñar y ensayar con éxito otro país posible, otra (¿?) democracia posible.

12.6.10

Mañana: Graduación sistémica UPR!

Todo listo para la graduación sistémica


Por Mariana Muñiz Lara (en http://rojogallito.blogspot.com/2010/06/todo-listo-para-la-graduacion-sistemica.html)

Mañana, domingo 13, los estudiantes de los 11 recintos de la Universidad de Puerto Rico (UPR) y de su escuela superior, conocida como University High School (UHS), celebrarán su graduación, junto a profesores, empleados de la institución, familiares y amigos, en la Avenida Universidad.

Con la emblemática Torre del Recinto de Río Piedras como fondo, los alumnos recibirán reconocimiento por partida doble, por haber completado este año los requisitos para sus respectivos grados y por la lucha organizada, creativa y pacífica que mantienen hace más de 50 días a favor de la educación pública.

Los actos de graduación comenzarán a las 2 de la tarde, pero el registro de estudiantes y la orientación para la ceremonia se estarán realizando desde las 12 del mediodía, frente a la entrada peatonal o verja histórica de la Avenida Ponce de León. Los organizadores exhortaron al estudiantado a registrarse con anticipación, de forma electrónica, en el portal upresunpais.com, para agilizar el proceso.

La ceremonia simbólica incluirá un desfile de profesores y profesoras, quienes harán guardia de honor a los estudiantes. Asimismo, desfilarán los estudiantes graduandos y, luego, los demás estudiantes huelguistas. Los estudiantes participantes deberán vestir camisa blanca, incluyendo las camisas blancas alusivas a la huelga, y, si tienen, llevar toga negra. El público puede llevar sillas para su comodidad durante la actividad.

La graduación sistémica simbólica es auspiciada por el Comité Negociador Nacional (CNN) estudiantil, la Coordinadora Nacional de Recintos Universitarios, el grupo de Madres y Padres Solidarios, la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU), la Confederación de Asociaciones de Profesores Universitarios (CONAPU) y la Hermandad de Empleados Exentos No Docentes (HEEND) y cuenta con apoyo de otras organizaciones universitarias. La actividad será abierta a la comunidad en general.

En los últimos años, parte de mi trabajo académico ha girado en torno a la operación y funcionamiento de la discursividad jurídica en los espacios de conflicto social. Así, he analizado cómo en escenarios de conflicto (sobre el medioambiente o sobre la propiedad), el discurso de ‘la legalidad’ (la lógica o razonamiento sobre si algo es legal o ilegal), tiende a colonizar la discusión pública de manera conveniente a las instancias de mayor poder, dando al traste con la posibilidad de una discusión amplia y un debate robusto sobre otras consideraciones políticas y contra los intentos de visibilizar y cuestionar las configuraciones de poder en las controversias estudiadas.[1]


Por ejemplo, lo analizado apunta a cómo el código operacional del sistema legal, esto es lo legal-ilegal (Luhmann, Law as a Social System, 2004), pretende juridificar y simplificar las controversias sociales y por ende, privarlas de contenido político. La conclusión, en muchos casos, ha sido que: “si la controversia pública se convierte en atender la pregunta ¿es esto legal?, no sólo la conversación se reduce de manera significativa, sino que, además, la afirmación de un evento o acción como legal, o por el contrario ilegal, adquiere la premisa (falaz) de neutralidad y universalidad a la que aludía Bourdieu. Se asume la supuesta neutralidad de la respuesta y, con ella, se acude a la fuerza y legitimidad de un discurso que simplifica o elimina la complejidad del evento y los juegos de poder que lo conforman”. (Así, la apuesta que planteo para los abogados y abogadas y académicos del Derecho es estar hiper-conscientes de nuestra participación como operadores de esa discursividad de manera que no refrendemos, en lo posible, la colonización del debate público por parte del código operacional del Derecho).


Pero el discurso jurídico no es el único que se utiliza o tiende a posicionarse como forma hegemónica de invisibilizar asuntos de poder o temas estructurales. Mediante otras racionalidades sistémicas, también políticas (ejemplo la teoría hegemónica de la democracia representativa) también se corre el riesgo de que el debate público se erosione y desemboque más en asuntos procesalistas o simplistas dejando de lado nuevamente consideraciones valorativas importantes (e.g. ¿Qué tipo de Universidad queremos?) o asuntos de poder que a todos nos conciernen. Esto pone en riesgo y evita-no en pocas ocasiones- debates y discusiones de fondo que ciertos grupos en un momento particular buscan traer al ‘mundo vivo’ habermasiano, es decir, a la esfera pública.


En el caso de la situación de la Universidad, desde antes de la huelga (valga decir), algunos sectores universitarios hemos llamado la atención sobre la importancia de estos aspectos sustantivos y estructurales que atañen al proyecto universitario como un proyecto público, de excelencia y accesible a todos y todas. No pocas veces, no en pocas instancias, no ante pocas controversias, no en pocos foros, antes de la huelga. Esos temas de tanta importancia, no empece el esfuerzo de muchos, han sido apiñados en muchos de los casos, poco atendidos incluso en la propia esfera universitaria, es decir, fácilmente invisibilizados.


Lo cierto es que la gesta de más de 50 días de los y las estudiantes del sistema universitario ha visibilizado estos temas, los ha traído al debate público, los ha presentado al país. Cierto que habría que decir que el debate público ha recogido esto en un nivel todavía muy insuficiente en cuanto a los términos estructurales que se requiere, pero ciertamente, como mínimo, es claro que este proceso huelgario ha permitido, al menos, rasgar de las paredes de la indiferencia, poner en escena el tema universitario y el riesgo en que se encuentra la posibilidad de la Universidad pública, de excelencia y accesible. Para comenzar, como mínimo, nos ha hecho ver las caras, incluso, a sectores universitarios que dentro de la ‘normalidad’ universitaria de la UPR (no de otra Universidad posible), difícilmente coincidimos. Ese ‘saldo’ tendremos que seguir analizándolo por mucho tiempo, en la contingencia de su día a día, dentro del proceso y tiempo después de éste.


Entonces, siendo así, quiero llamar la atención aquí, al primer punto que traje, a la colonización o pretensión totalizadora de los debates públicos por medio de una lógica discursiva sistémica que, al decir de Luhmann, simplifica las controversias y busca, mediante esa simplificación, teñirla de una lógica unidimensional y miope. Esa forma de simplificar los asuntos públicos estructurales, como diría Bourdieu respecto a la fuerza del Derecho (cuando es el discurso jurídico el que coloniza y juridifica el debate público[2]), tiene el efecto de invisibilizar otros asuntos más amplios, políticos, de poder, de los temas estructurales y las dinámicas que impiden la discusión o debate de estos temas fundamentales. Este es el caso de la situación de la UPR. Los sectores con poder institucional y en ocasiones otros (o quizá siguiendo a Luhmann, la dinámica misma de las comunicaciones sistémicas), simplifican los debates sobre la Universidad o sobre el conflicto universitario, al igual que lo hace el sistema legal, mediante la delimitación de la controversia o su lógica totalizante dirigida a ciertas preguntas ejes, no pocas de ellas desde el código jurídico.


Algunos ejemplos:

-¿Es legal o no la huelga? -¿Son legales las actuaciones de los estudiantes?

Mediante una comunicación sistémica propia del sistema legal, el asunto se pretendía atender mediante una racionalidad jurídica particular, es decir, el debate no era (se evita que sea) si los reclamos estudiantiles o la crisis universitaria debía atenderse sustantivamente de manera cónsona con la concepción de la Universidad Pública de excelencia y accesible que queremos. El debate se simplifica y se juridifica si la contestación es binaria: legal sí o no, y se pretende así que el debate se vierta de manera profiláctica hacia una respuesta ‘libre’ de los elementos políticos, es decir, se viste de una neutralidad falsa propia del sistema legal, impidiendo el debate sobre los méritos de los reclamos y las razones para la protesta.

-¿Son los estudiantes manifestantes la mayoría?- El discurso político de la democracia liberal tradicional se impuso (pretende imponerse?), reduciendo o simplificando el debate hacia una cuestión meramente numérica, procesalista y sin la deliberación sobre los asuntos políticos sustantivos y valorativos que se ponen sobre la mesa: acceso desigual a la educación superior, la Universidad que queremos, la universidad democrática, inclusiva, la Universidad que está en juego con las políticas que se plantean.

-¿Son los estudiantes de los Comités de Acción o de los Comités de Negociación, reconocidos por el reglamento, avalados por la institucionalidad? Nuevamente se pretendió colocar el debate en una lógica discursiva formalista y procesalista, excluyendo concepciones democráticas alternativas que han tenido materialidad en el escenario universitario. Los planteos sustantivos entonces de echan a un lado para cuestionar, no sus razones, argumentaciones y méritos, sino quienes los exponen.

-¿Huelga sí o no?- La propuesta de referéndums en esta dirección es una nueva forma de colonizar el espacio público, evitar la discusión sustantiva e invisibilizar el impacto y consecuencia de las políticas en juego, políticas que no se estarían discutiendo si no fuera por este mecanismo de presión que se activó luego de la imposibilidad de la discusión misma. La pregunta totalizante y reduccionista anula y cancela el debate que se pretende traer con urgencia por su importancia, anula los argumentos y sus méritos, elimina la discusión y visibilización del poder que pretende actuar con una única propuesta universitaria a expensas del país, de espalda a los estudiantes, profesores y la comunidad universitaria, que ha estado intentando por muchos medios, y sí, mediante campañas ingeniosas (hace ya bastante tiempo)-, traer el debate público a lo largo y ancho del país (no con poco esfuerzo, debo decir) el riesgo inminente que corre el proyecto Universitario Público, de Excelencia y Accesible a todos y todas.

Estos son solo algunos de los ejemplos más conocidos.

Al igual que he llamado la atención en otras controversias respecto a la pretensión totalizadora y excluyente del Derecho (como sistema social) y de las lógicas jurídicas que impiden e invisibilizan discusiones en la esfera pública, en esta ocasión me parece que las preguntas anteriores no son sino formas desde el poder, de invisibilizar, aplacar y poner trabas a la discusión y deliberación (la exigencia de que se lleven a cabo) de aspectos medulares como las políticas de accesos inclusivos y justos a la educación universitaria. Las preguntas anteriores, entonces, son (o pretenden ser) formas hegemónicas de evitar por todos los medios el reclamo de que se discutan los aspectos sustantivos sobre la Universidad que queremos. Esa pretensión totalizadora no debe imperar, más bien, quienes reconocemos que el debate público debe girar en torno a los aspectos más amplios y sustantivos que están en controversia sobre el proyecto universitario al cual aspiramos, debemos insistir en que el país y los componentes universitarios atiendan las controversias sustantivas que están en juego.

Entonces, no es que las preguntas anteriores, que son ejemplo de la simplificación de la controversia, no tengan cabida en la discusión, por supuesto que sí. El asunto es que -como en tantos otros casos- este tipo de forma de pautar las controversias, se entroniza, asume el poder de la discusión, excluye, invisibiliza, arrasa violentamente con los asuntos que queremos y debemos traer a la atención y discusión pública de manera urgente: la Universidad que queremos y la implantación de políticas que, mediante un actuar rápido y arbitrario del gobierno universitario y el gobierno político, desmantelan el proyecto universitario público.

Toca recordar aquí, que el escenario es uno en que el poder institucional opera de manera rápida y avasalladora, para alejar a pasos agigantados y con políticas nefastas, la posibilidad de que esa Universidad que queremos, no solo se diseñe sino que sea posible. El reto es, por supuesto, cómo y en qué circunstancias, dada la urgencia e inminencia del embate y no empece los intentos de simplificación y colonización del debate público mediante los enfoques anteriores, esa discusión va a ser prioritaria y no sea una y otra vez colonizada por otras lógicas en la esfera pública (dentro y fuera de la Universidad). Dónde, cómo, cuándo, por quienes, por supuesto, son consideraciones importantes.

Creo, sin embargo, que hay algo que decir desde ya: esta huelga ha posibilitado traer a la escena del mundo de vida público (Habermas aquí) esa posibilidad de discusión amplia y que resiste por su multiforma, esas lógicas binarias. Y no hay duda de que, paradójicamente, eso se ha hecho más posible en este conflicto mediante un ‘cierre’ de la Universidad que conocemos, un cierre que ha significado en muchos sentidos una apertura de la Universidad a la que aspiramos. Mi impresión es que la huelga ha abierto más esos portones para un escenario de debate sobre estos temas, que en aquella ‘normalidad’ en la que se aduce que los portones ‘están abiertos’. Por eso diría que quien está convencido de la necesidad de estos debates en su versión amplia, no tendría que esperar por la apertura de los portones físicos para el diseño de su discusión (campañas, ideas e iniciativas las hay, todos los días nacen nuevas!), sino comparecer desde ya a la Universidad abierta que ha hecho posible (aunque podría decirse de manera incipiente) posicionarse en la escena universitaria actual. En cualquier caso, habría que abrir los portones físicos bajo este entendido y no bajo un entendido de que el espacio-tiempo precedido fue de cierre, sino de una forma de potenciar y abrir posibilidades.

Así que, en resumen, al igual que cuando critico la colonización de las controversias políticas y de poder por parte del discurso jurídico, mediante esa miopía conveniente, en esta ocasión señalo los intentos de colonización y simplificación de los debates que más nos urgen, por parte de unas lógicas discursivas supuestamente estratégicas o convenientes para la administración y el poder institucionalizado: huelga o no, huelga legal o no, mayorías silentes v. minorías estruendosas…. Sabemos que hay mucho más, apostemos y trabajemos por mantener en la esfera pública los temas que el poder totalizador discursivo quiere invisibilizar: la Universidad que es y aquella posible.

[1] Véase: LA PRETENSIÓN TOTALIZADORA DEL DERECHO: JURIDIFICACIÓN DE CONTROVERSIAS EN PUERTO RICO, I Jornadas para Jóvenes Investigadores en Derecho y Ciencias Sociales ,"Sociedad, Derecho y Estado en cuestión", Universidad de Buenos Aires, Instituto GIOJA; El Discurso legal en la construcción del espacio público: Las playas son públicas, nuestras, del pueblo, Revista de Ciencias Sociales, , número 20, número especial sobre Ambiente y Sociedad (Centro de Investigaciones Sociales de la UPR 2009); El Derecho y lo “legal/ilegal” en los escenarios de conflicto ambiental (Editorial Tal Cual, dic. 2007)(Ética Ecológica, Ed . Luis Galanes); La Presencia del Derecho en el Movimiento de Rescates de Terreno en Puerto Rico: rescatando entre leyes, tribunales y el discurso legal, 68 Rev. Col. Abog. 351 (2007).


[2] El Derecho, como campo jurídico o como sistema social, pretende -mediante su pronunciamiento sobre lo que es legal o ilegal- constituirse en una vía de poder que aspira a resolver, aplacar o simplificar el conflicto, acudiendo a un código particular: el código de legalidad/ilegalidad. La fuerza de este código y su simplificación puede terminar opacando los conflictos o asuntos subyacentes. Se trata de una forma particular en que el campo jurídico trata la realidad social, de acuerdo a sus términos y racionalidades, y de cómo ese tratamiento de la realidad social puede terminar en la construcción particular de determinada realidad y verdad (BOURDIEU, 1987).

10.6.10

La simplificación de las controversias: UPR 2010

En los últimos años parte de mi trabajo académico ha girado en torno a la operación y funcionamiento de la discursividad jurídica en los espacios de conflicto social. Así, he analizado cómo en escenarios de conflicto (sobre el medioambiente o sobre la propiedad), el discurso de ‘la legalidad’ (la lógica o razonamiento sobre si algo es legal o ilegal), tiende a colonizar la discusión pública de manera conveniente a las instancias de mayor poder, dando al traste con la posibilidad de una discusión amplia y un debate robusto sobre otras consideraciones políticas y contra los intentos de visibilizar y cuestionar las configuraciones de poder en las controversias estudiadas.[1]

Por ejemplo, lo analizado apunta a cómo el código operacional del sistema legal, esto es lo legal-ilegal (Luhmann, Law as a Social System, 2004), pretende juridificar y simplificar las controversias sociales y por ende, privarlas de contenido político. La conclusión, en muchos casos, ha sido que: “si la controversia pública se convierte en atender la pregunta ¿es esto legal?, no sólo la conversación se reduce de manera significativa, sino que, además, la afirmación de un evento o acción como legal, o por el contrario ilegal, adquiere la premisa (falaz) de neutralidad y universalidad a la que aludía Bourdieu. Se asume la supuesta neutralidad de la respuesta y, con ella, se acude a la fuerza y legitimidad de un discurso que simplifica o elimina la complejidad del evento y los juegos de poder que lo conforman”. (Así, la apuesta que planteo para los abogados y abogadas y académicos del Derecho es estar hiper-conscientes de nuestra participación como operadores de esa discursividad de manera que no refrendemos, en lo posible, la colonización del debate público por parte del código operacional del Derecho).

Pero el discurso jurídico no es el único que se utiliza o tiende a posicionarse como forma hegemónica de invisibilizar asuntos de poder o temas estructurales. Mediante otras racionalidades sistémicas, también políticas (ejemplo la teoría hegemónica de la democracia representativa) también se corre el riesgo de que el debate público se erosione y desemboque más en asuntos procesalistas o simplistas dejando de lado nuevamente consideraciones valorativas importantes (e.g. ¿Qué tipo de Universidad queremos?) o asuntos de poder que a todos nos conciernen. Esto pone en riesgo y evita-no en pocas ocasiones- debates y discusiones de fondo que ciertos grupos en un momento particular buscan traer al ‘mundo vivo’ habermasiano, es decir, a la esfera pública.

En el caso de la situación de la Universidad, desde antes de la huelga (valga decir), algunos sectores universitarios hemos llamado la atención sobre la importancia de estos aspectos sustantivos y estructurales que atañen al proyecto universitario como un proyecto público, de excelencia y accesible a todos y todas. No pocas veces, no en pocas instancias, no ante pocas controversias, no en pocos foros, antes de la huelga. Esos temas de tanta importancia, no empece el esfuerzo de muchos, han sido apiñados en muchos de los casos, poco atendidos incluso en la propia esfera universitaria, es decir, fácilmente invisibilizados.

Lo cierto es que la gesta de más de 50 días de los y las estudiantes del sistema universitario ha visibilizado estos temas, los ha traído al debate público, los ha presentado al país. Cierto que habría que decir que el debate público ha recogido esto en un nivel todavía muy insuficiente en cuanto a los términos estructurales que se requiere, pero ciertamente, como mínimo, es claro que este proceso huelgario ha permitido, al menos, rasgar de las paredes de la indiferencia, poner en escena el tema universitario y el riesgo en que se encuentra la posibilidad de la Universidad pública, de excelencia y accesible. Para comenzar, como mínimo, nos ha hecho ver las caras, incluso, a sectores universitarios que dentro de la ‘normalidad’ universitaria de la UPR (no de otra Universidad posible), difícilmente coincidimos. Ese ‘saldo’ tendremos que seguir analizándolo por mucho tiempo, en la contingencia de su día a día, dentro del proceso y tiempo después de éste.

Entonces, siendo así, quiero llamar la atención aquí, al primer punto que traje, a la colonización o pretensión totalizadora de los debates públicos por medio de una lógica discursiva sistémica que, al decir de Luhmann, simplifica las controversias y busca, mediante esa simplificación, teñirla de una lógica unidimensional y miope. Esa forma de simplificar los asuntos públicos estructurales, como diría Bourdieu respecto a la fuerza del Derecho (cuando es el discurso jurídico el que coloniza y juridifica el debate público[2]), tiene el efecto de invisibilizar otros asuntos más amplios, políticos, de poder, de los temas estructurales y las dinámicas que impiden la discusión o debate de estos temas fundamentales.

Este es el caso de la situación de la UPR. Los sectores con poder institucional y en ocasiones otros (o quizá siguiendo a Luhmann, la dinámica misma de las comunicaciones sistémicas), simplifican los debates sobre la Universidad o sobre el conflicto universitario, al igual que lo hace el sistema legal, mediante la delimitación de la controversia o su lógica totalizante dirigida a ciertas preguntas ejes, no pocas de ellas desde el código jurídico.

Algunos ejemplos:

-¿Es legal o no la huelga? -¿Son legales las actuaciones de los estudiantes?

Mediante una comunicación sistémica propia del sistema legal, el asunto se pretendía atender mediante una racionalidad jurídica particular, es decir, el debate no era (se evita que sea) si los reclamos estudiantiles o la crisis universitaria debía atenderse sustantivamente de manera cónsona con la concepción de la Universidad Pública de excelencia y accesible que queremos. El debate se simplifica y se juridifica si la contestación es binaria: legal sí o no, y se pretende así que el debate se vierta de manera profiláctica hacia una respuesta ‘libre’ de los elementos políticos, es decir, se viste de una neutralidad falsa propia del sistema legal, impidiendo el debate sobre los méritos de los reclamos y las razones para la protesta.

-¿Son los estudiantes manifestantes la mayoría?- El discurso político de la democracia liberal tradicional se impuso (pretende imponerse?), reduciendo o simplificando el debate hacia una cuestión meramente numérica, procesalista y sin la deliberación sobre los asuntos políticos sustantivos y valorativos que se ponen sobre la mesa: acceso desigual a la educación superior, la Universidad que queremos, la universidad democrática, inclusiva, la Universidad que está en juego con las políticas que se plantean.

-¿Son los estudiantes de los Comités de Acción o de los Comités de Negociación, reconocidos por el reglamento, avalados por la institucionalidad? Nuevamente se pretendió colocar el debate en una lógica discursiva formalista y procesalista, excluyendo concepciones democráticas alternativas que han tenido materialidad en el escenario universitario. Los planteos sustantivos entonces de echan a un lado para cuestionar, no sus razones, argumentaciones y méritos, sino quienes los exponen.

-¿Huelga sí o no?- La propuesta de referéndums en esta dirección es una nueva forma de colonizar el espacio público, evitar la discusión sustantiva e invisibilizar el impacto y consecuencia de las políticas en juego, políticas que no se estarían discutiendo si no fuera por este mecanismo de presión que se activó luego de la imposibilidad de la discusión misma. La pregunta totalizante y reduccionista anula y cancela el debate que se pretende traer con urgencia por su importancia, anula los argumentos y sus méritos, elimina la discusión y visibilización del poder que pretende actuar con una única propuesta universitaria a expensas del país, de espalda a los estudiantes, profesores y la comunidad universitaria, que ha estado intentando por muchos medios, y sí, mediante campañas ingeniosas (hace ya bastante tiempo)-, traer el debate público a lo largo y ancho del país (no con poco esfuerzo, debo decir) el riesgo inminente que corre el proyecto Universitario Público, de Excelencia y Accesible a todos y todas.

Estos son solo algunos de los más conocidos ejemplos.

Al igual que he llamado la atención en otras controversias respecto a la pretensión totalizadora y excluyente del Derecho (como sistema social) y de las lógicas jurídicas que impiden e invisibilizan discusiones en la esfera pública, en esta ocasión me parece que las preguntas anteriores no son sino formas desde el poder, de invisibilizar, aplacar y poner trabas a la discusión y deliberación (la exigencia de que se lleven a cabo) de aspectos medulares como las políticas de accesos inclusivos y justos a la educación universitaria. Las preguntas anteriores, entonces, son (o pretenden ser) formas hegemónicas de evitar por todos los medios el reclamo de que se discutan los aspectos sustantivos sobre la Universidad que queremos. Esa pretensión totalizadora no debe imperar, más bien, quienes reconocemos que el debate público debe girar en torno a los aspectos más amplios y sustantivos que están en controversia sobre el proyecto universitario al cual aspiramos, debemos insistir en que el país y los componentes universitarios atiendan las controversias sustantivas que están en juego.

Entonces, no es que las preguntas anteriores, que son ejemplo de la simplificación de la controversia, no tengan cabida en la discusión, por supuesto que sí. El asunto es que -como en tantos otros casos- este tipo de forma de pautar las controversias, se entroniza, asume el poder de la discusión, excluye, invisibiliza, arrasa violentamente con los asuntos que queremos y debemos traer a la atención y discusión pública de manera urgente: la Universidad que queremos y la implantación de políticas que, mediante un actuar rápido y arbitrario del gobierno universitario y el gobierno político, desmantelan el proyecto universitario público.

Toca recordar aquí, que el escenario es uno en que el poder institucional opera de manera rápida y avasalladora, para alejar a pasos agigantados y con políticas nefastas, la posibilidad de que esa Universidad que queremos, no solo se diseñe sino que sea posible. El reto es, por supuesto, cómo y en qué circunstancias, dada la urgencia e inminencia del embate y no empece los intentos de simplificación y colonización del debate público mediante los enfoques anteriores, esa discusión va a ser prioritaria y no sea una y otra vez colonizada por otras lógicas en la esfera pública (dentro y fuera de la Universidad). Dónde, cómo, cuándo, por quienes, por supuesto, son consideraciones importantes.

Creo, sin embargo, que hay algo que decir desde ya: esta huelga ha posibilitado traer a la escena del mundo de vida público (Habermas aquí) esa posibilidad de discusión amplia y que resiste por su multiforma, esas lógicas binarias. Y no hay duda de que, paradójicamente, eso se ha hecho más posible en este conflicto mediante un ‘cierre’ de la Universidad que conocemos, un cierre que ha significado en muchos sentidos una apertura de la Universidad a la que aspiramos. Mi impresión es que la huelga ha abierto más esos portones para un escenario de debate sobre estos temas, que en aquella ‘normalidad’ en la que se aduce que los portones ‘están abiertos’. Por eso diría que quien está convencido de la necesidad de estos debates en su versión amplia, no tendría que esperar por la apertura de los portones físicos para el diseño de su discusión (campañas, ideas e iniciativas las hay, todos los días nacen nuevas!), sino comparecer desde ya a la Universidad abierta que ha hecho posible (aunque podría decirse de manera incipiente) posicionarse en la escena universitaria actual. En cualquier caso, habría que abrir los portones físicos bajo este entendido y no bajo un entendido de que el espacio-tiempo precedido fue de cierre, sino de una forma de potenciar y abrir posibilidades.

Así que, en resumen, al igual que cuando critico la colonización de las controversias políticas y de poder por parte del discurso jurídico, mediante esa miopía conveniente, en esta ocasión señalo los intentos de colonización y simplificación de los debates que más nos urgen, por parte de unas lógicas discursivas supuestamente estratégicas o convenientes para la administración y el poder institucionalizado: huelga o no, huelga legal o no, mayorías silentes v. minorías estruendosas…. Sabemos que hay mucho más, apostemos y trabajemos por mantener en la esfera pública los temas que el poder totalizador discursivo quiere invisibilizar: la Universidad que es y aquella posible.



[1] Véase: LA PRETENSIÓN TOTALIZADORA DEL DERECHO: JURIDIFICACIÓN DE CONTROVERSIAS EN PUERTO RICO, I Jornadas para Jóvenes Investigadores en Derecho y Ciencias Sociales ,"Sociedad, Derecho y Estado en cuestión", Universidad de Buenos Aires, Instituto GIOJA; El Discurso legal en la construcción del espacio público: Las playas son públicas, nuestras, del pueblo, Revista de Ciencias Sociales, , número 20, número especial sobre Ambiente y Sociedad (Centro de Investigaciones Sociales de la UPR 2009); El Derecho y lo “legal/ilegal” en los escenarios de conflicto ambiental (Editorial Tal Cual, dic. 2007)(Ética Ecológica, Ed . Luis Galanes); La Presencia del Derecho en el Movimiento de Rescates de Terreno en Puerto Rico: rescatando entre leyes, tribunales y el discurso legal, 68 Rev. Col. Abog. 351 (2007).

[2] El Derecho, como campo jurídico o como sistema social, pretende -mediante su pronunciamiento sobre lo que es legal o ilegal- constituirse en una vía de poder que aspira a resolver, aplacar o simplificar el conflicto, acudiendo a un código particular: el código de legalidad/ilegalidad. La fuerza de este código y su simplificación puede terminar opacando los conflictos o asuntos subyacentes. Se trata de una forma particular en que el campo jurídico trata la realidad social, de acuerdo a sus términos y racionalidades, y de cómo ese tratamiento de la realidad social puede terminar en la construcción particular de determinada realidad y verdad (BOURDIEU, 1987).

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