26.9.09
"Justice" con Michael Sandel
A-petición-popularrrrr... viene sin duda la marcha de la bronca
al haber comprado sus derechos.
Bronca cuando se hacen moralistas,
y entran a correr a los artistas.
Bronca cuando a plena luz del día,
sacan a pasear su hipocresía.
Bronca de la brava de la mía.
Bronca que se puede recitar.
Para los que toman lo que es nuestro,
con el guante de disimular.
Para el que maneja los piolines,
de la marioneta general.
Para el que ha marcado las barajas,
y recibe siempre la mejor.
Con el as de espadas nos domina
y con el de bastos entra a dar y dar.
Marcha, un, dos
No puedo ver tanta mentira organizada
sin responder la voz ronca,
mi bronca, mi bronca.
Bronca porque matan con descaro
pero nunca nada queda claro.
Bronca por que roba el asaltante,
pero también roba el gobernante.
Bronca porque está prohibido todo
hasta lo que haré de cualquier modo.
Bronca porque no se paga fianza,
si nos encarcelan la esperanza.
Bronca...
Los que mandan tienen este mundo,
repodrido y dividido en dos,
culpa de su afán de conquistarse
por la fuerza o por la explotación
Bronca pues entonces cuando quieren,
que me corte el pelo sin razón,
es mejor tener el pelo libre
que la libertad con fijador.
Marcha, un, dos
No puedo ver tanto desastre organizado
sin responder al voz ronca,
de bronca, de bronca.
Bronca sin fusiles y sin bombas,
Bronca con los dos dedos en "V",
Bronca que también es esperanza
Marcha de la bronca y de la fe.
Marcha, un, dos.
25.9.09
En solidaridad
columna: Otra caja de plomo (del Maestro Don Arcadio Diaz Q)
25-SEPTIEMBRE-2009 | ARCADIO DÍAZ QUIÑONES
ESCRITOR Y CATEDRÁTICO
Otra caja de plomo
La orden de carácter militar del Departamento de Educación nos degrada a todos. Deprecia la obra de escritores consagrados, censura a un clásico como José Luis González, y pretende, con gran arrogancia, reducir la diversidad estética y cultural. Es significativo que los textos condenados, que de hecho representan poéticas muy diferentes, sean “terminantemente prohibidos” no por sus contenidos, de los que no se dice una palabra, sino por su lenguaje “extremadamente burdo y soez”. Es lo que ha ocurrido en el pasado con el Tuntún de Palés Matos, con La guaracha de Luis Rafael Sánchez, o con textos de Manuel Ramos Otero y Olga Nolla, obras que, con o sin censura explícita, han sido silenciadas en algunas escuelas.
En lugar de convocar a los escritores y a los maestros a un debate profundo sobre la compleja práctica de la lectura y sobre el canon literario escolar, el Departamento apunta sus armas contra libros y antologías recomendados durante el gobierno anterior. El amo decreta y los súbditos deben obedecer. Pero no ha ocurrido así. En medio de este escándalo, resultan admirables las elocuentes protestas de escritores, lectores y maestros en declaraciones y artículos que se han difundido en la prensa y por Internet. Los sujetos no son súbditos: han impugnado la anacrónica orden con energía, e incluso han convocado a leer en voz alta y en público los textos censurados.
Todo esto demuestra una vez más el poder de la literatura. Por un lado, en el discurso institucional se observa nítidamente el miedo que las posibilidades críticas de la literatura provocan en un gobierno autoritario. Por otro lado, la fuerza de la gran tradición literaria se hace visible en la solidaridad con que escritores y lectores han defendido la libertad que permite contar el mundo. Libertad para contar los sueños, el deseo, los enfrentamientos políticos, la muerte y la sexualidad.
Las cuestiones que suscita este decreto de “descontinuación” son múltiples. Como señala Chartier, la literatura y la historia se parecen porque el pasado está siempre presente. La censura ha sido constitutiva de la sociedad puertorriqueña, desde la prohibición de la imprenta en los primeros siglos hasta la expulsión de liberales, separatistas y abolicionistas, y la prisión de los nacionalistas. El espionaje macartista a lo largo del siglo XX ya no es secreto para nadie. El resultado fue un clima de censura y autocensura, lleno de verdades indecibles, como lo fue, por ejemplo, la crítica a la participación puertorriqueña en la guerra de Corea. Hoy nos encontramos en pleno retroceso.
En ese sentido, no me parece casual que el decreto quiera silenciar la voz de un autor ya clásico como José Luis González, quien encabeza la lista. Es como un destino, al igual que el de sus admirados Hostos y Betances. González es hoy una referencia ineludible cuando se habla de literatura caribeña y latinoamericana. Pero recordemos que su obra fue durante años censurada por comunista e independentista. Sólo la valentía intelectual de figuras como Nilita Vientós Gastón y René Marqués rompió en aquella época el silencio en torno a los textos del escritor exiliado en México.
En la Antología personal de González, prohibida hoy, se encuentran joyas de la literatura puertorriqueña, entre otras su cuento “Una caja de plomo que no se podía abrir”, que hoy puede ser leído como un relato sobre la represión: el plomo como la opacidad de una caja que la literatura puede empezar a abrir. Es el texto que me gustaría leer en voz alta para sumarme a la protesta. Lo leería junto al magnífico “Hacia una poética de lo soez” de Luis Rafael Sánchez.
24.9.09
el oráculo nos dirá
23.9.09
P. Kahn: un abordaje cultural a la propiedad
‘There is no space to which legal claims of ownership cannot be made: all of the state’s territory is property. Indeed, modern government under law’s rule comes to be seen as another owner of property. It is often the first property owner –the originator of a particular claims to property –and the last owner—the owner by default when other property claims fail. In between, it appears as a property owner like everyone else, owning discrete parcels of property ownership, it must pay for its acquisitions the same as anyone else. There is no power of eminent domain apart from “just compensation”.
Spatial relations under law appear, therefore, as relations among property holders. This is a relationship that makes no appearance to those outsiders of the state’s law. They see only the political territory of the nation, not an aggregation of particular property interests. Under law, however, the question of where is always a predicate to the question of who: who owns it?. Property claims need not to be absolute; there may be multiple claims of ownership centered on the same subject or place. Other legal relationships to property are built out of this conception of ownership –e.g., questions of responsibility and use.
The metaphor of a grid suggests the mappable character of property. All property can be located in relationship to all other property. This is not however, a relationship of one geographic space to another. Law’s space is not discoverable in the world; it is rather a particular form of discourse among those who share a common set of relieves relating space to persons. Property claims rest on a historical narrative that traces ownership. Thus, to describe space under law we trace title. Titles move simultaneously across a horizontal and vertical dimension. The deed describes one property in terms of its relationship to surrounding properties. The transfer of title sets this synchronous narrative of place in relationship to a diachronic narrative of personal succession.
As with law’s time, these share beliefs about property can support competing and contradictory claims. Just as there is always more than one available precedent, there are often multiple stories of ownership. Any particular narrative is always exhausted before it reaches an incontrovertible foundation. It simply recedes into the past where, eventually, explanations fail. Law’s space is not just a distribution from first principles. A property regime is an ongoing project in which the distribution has always already occurred. The cultural approach to law seeks to expose the structures of thought that make this project possible. It is not concerned with the justice or injustice of property, nor with correct beliefs about particular property claims.’
-Paul W. Kahn, The Cultural Study of Law: reconstructing legal scholarship, págs. 64-65 (University Chicago Press, 1999).