Y nos pusieron en los papeles que estábamos en mala fe, pero nosotros estábamos en buena fe. Teníamos siembra, y sabían que mi esposo y yo vivíamos aquí, que no éramos especuladores. - María Velázquez
Con una videograbadora pequeña para grabar en vhs, una grabadora de voz y una cámara bastante común y corriente, y con mucha convicción y entusiasmo, dos estudiantes de derecho subíamos el Monte Carmelo en Vieques. Madrugamos para tomar la lancha hacia Vieques y sin encomendarnos a nada ni a nadie, tan pronto nos bajamos preguntamos la ruta para el famoso Monte. Todos nos decían que no valía la pena ir para allá, que quizás no encontraríamos a nadie. Pero mientras más difícil la ponían, más convencidos estábamos de la necesidad de intentarlo. Había un objetivo concreto. Acabábamos de tomar Derechos Reales en nuestro primer año de Derecho y quedamos fascinados con la figura de la usucapión. Luego de estar en el salón L2 y discutir la famosa figura jurídica del Código Civil y la jurisprudencia aplicable, la felicidad fue instantánea y salimos casi a coro del salón: "¡Hay que enseñarle esta figura a todos los rescatadores del país! ¡¡Hay que hacer investigación, entrevistas y ayudar a recopilar los requisitos para que todos y todas las que hayan "usucapido" puedan hacer valer su derecho de propiedad!! ¡Y en Vieques....! ¡Hay que ir a Vieques!" Nos preparamos. Código Civil en mano, Constitución de bolsillo, artículo de la profesora Lilliana Cotto Morales sobre los rescates de terreno, copia de todos los casos del Supremo relevantes....todo eso iba en la mochila.
Foto de la Colección El Mundo, UPR. El desahucio de Monte Carmelo, 1989. María Velázquez junto a su hija. |
Conocíamos ambos la historia de Monte Carmelo de fines de la década del 80, 1989 para ser exactos. La familia Félix Matta se había enfrentado a la Marina de Guerra de los Estados Unidos y había removido la verja que delimitaba el lindero civil del militar. Carmelo y María, junto a sus hijos, se establecieron en la colindancia y poco a poco iban desafiando el espacio, la línea, la fuerza y la legitimidad de ese poder militar que arrinconaba a las familias viequenses al centro de la isla. Por supuesto que no había forma de hacer referencia a Vieques sin las historias de los pescadores que hicieron desobediencia civil en las décadas del 70 y 80, pero tampoco era posible referirse a Vieques sin aludir al famoso Monte Carmelo. María Velázquez y Carmelo Félix habían comenzado a rescatar tierras en Bravos de Boston, Villa Borinquen y Monte Carmelo. Y a pesar del intento violento de desahucio por parte de la Marina, cuando llegué allí mientras era estudiante de la iupi, todavía vivían en El Monte, en continuo desafío al FBI y al Navy.
Pero como es usual, solo conocíamos la historia de Carmelo Felix Matta, pues el Monte llevaba su nombre y era él el personaje principal de esa lucha por expandir los linderos del área civil de Vieques. Cuando esa mañana subimos el Monte, fue por Carmelo que preguntamos. Y fue María la que nos recibió. Y desde que nos dirigió la palabra, esa mujer nos cautivó. De un hablar firme, en conocimiento y control de todo lo que allí ocurría, con dominio perfecto de la historia de aquel pedazo de tierra y ávida de compartirnos sus experiencias, María nos ofreció su sala, llamó a Carmelo y pasamos más de cinco horas conversando, maravillados con El Monte, con el ingenio, con la capacidad para conversar. Era algo así como un 22 de diciembre pues fuimos prácticamente al día siguiente de terminar los exámenes finales. El mundo se abrió esa tarde, y no solo porque de El Monte podíamos apreciar la infinidad del mar. El tiempo no daba para anotarlo todo y a pesar de que ese era nuestro impulso, el resultado de nuestra osadía fue tan avasallador que simplemente no podíamos movernos. Nos mirábamos boquiabiertos. María nos dijo: "Se van a quedar con nosotros. ¿Qué quieren cenar?" Allí nos quedamos.
Resolución de El Monte Carmelo sobre el tema de las tierras en Vieques |
No sería capaz de detallar ahora la cantidad de temas, historias, anécdotas, información valiosa, documentos y perspectivas que María y Carmelo nos compartieron ese día y los días que le siguieron. Todavía conservo en pequeños "cassetitos" su voz, a contrapelo del viento danzante de Monte Carmelo. Fuimos a compartirle lo que habíamos aprendido sobre Derechos Reales en un salón de la Escuela de Derecho, pero fuimos nosotros -y no es un mero decir- los que recibimos un tesoro de conocimiento. Nuestra educación jurídica fue otra a partir de ese momento. Nuestro entendido sobre el Derecho también. María y Carmelo no solo conocían de la usucapión, del concepto de la buena fe y de que tenían que estar en los rescates en concepto de dueño, sino que tenían una pequeña biblioteca con el tomo del Código Civil, la Constitución de Puerto Rico y la de los Estados Unidos, el artículo de la profesora Lilliana Cotto y tantos otros manuales y lecturas sobre Derecho, Sociología, Historia. Nos compartieron cantidad de documentos -algunos de los cuales fueron vitales para uno de los ensayos de mi libro-, los contratos que fueron redactando para darle orden al rescate y evitar la especulación, y la orden del desahucio que la Marina había obtenido en el 1989 y que dio pie al infructuoso desahucio que enfrentaron con valentía y que lograron detener.
Ese fue apenas el comienzo de decenas de visitas que hicimos a lo largo de los años (mucho más preparados con equipo para grabar y una mejor cámara que mi papá me regaló para tomar mejores fotos). María entendía bien la importancia de contar sus historias y perspectivas, de dar a conocer los procesos de desafío a la Marina, los juicios, las vistas. Nos permitió grabarla, entrevistarla largo y tendido sobre su proceso de rescates de terreno, los procesos judiciales que habían enfrentado, su familia, el gobierno viequense, su perspectiva sobre el país, las elecciones en las que participaron creando el Partido de la Abeja, y tantas otras cosas.
Era usual que entrevistaran a Carmelo y que se escuchara más de él, pero para nosotros, además de Carmelo, María significó una experiencia especial. María nos llevó en múltiples ocasiones por todo el pueblo de Vieques, y fue junto a ella y a uno de sus hijos, que nos adentramos por primera vez al área de tiro de la Marina para entender mejor lo que allí ocurría (todo esto fue mucho antes de la tragedia de David Sanes). A través de María, vi una perspectiva muy distinta de lo que había visto respecto a las historias de personajes de la lucha en Vieques, y en general en las luchas del país; una perspectiva que quizás ahora la puedo llamar de género o feminista. En fin, que en esa experiencia que resultó ser mucho más compleja de lo que aquí puedo narrar, en nuestra mente y en nuestros corazones el Monte Carmelo era también el Monte María.
María Velázquez en La Esperanza, Vieques. Circa 2007 |
Me encontré con María a lo largo de los años. Tiempo después pude hablar con ella en el funeral del querido y aguerrido Carmelo. Y luego en al menos dos ocasiones más, tuve la oportunidad de coincidir con ella en Vieques y acá en "la isla grande". María tiene para mí un lugar muy especial, pero no es solo personal sino que ella sería una de las referencias que daría y detallaría si alguien me pidiera que le hablara de Puerto Rico.
La voz de María y sus quehaceres y gestas son importantísimas para Vieques, para la historia de las luchas sociales en el país, para las gestas de mujeres que sin lanzar el discurso feminista lo vivieron en pleno cuestionamiento en cada paso de su cotidianidad. Hoy celebro su vida con el compromiso de no olvidarla. De entender y reafirmar que las luchas cotidianas y las experiencias como las de ella y su familia y su Vieques, son parte del pasado y del presente, de lo que analizamos y de lo que vivimos, de lo político y del pensamiento.
Quiero rendirle honor y memoria a María, además, compartiéndoles que cuento con un tesoro de entrevistas que le hicimos, de video y de voz, y que están a disposición para hacerle justicia a su tiempo, memoria y compromiso a través de proyectos de investigación y de iniciativas que puedan multiplicar sus días. María estaba convencida de la importancia de rescatar la tierra, de que fuera para quien la necesitara, de hacerle justicia a aquellos descendientes de quienes fueron expropiados y acorralados en Vieques. Ubico a María como una luchadora por la redistribución de la tierra, como una talladora de la justicia. Por ese convencimiento y por sacar a su familia hacia adelante, fue una mujer muy sacrificada y arrojada; desafiante y nunca temerosa. Nuestras futuras generaciones merecerían conocer sobre ella.
Hay muchas Marías en el país y hay muchas historias que habría que reseñar, pero ciertamente la de María Velázquez, la de Monte Carmelo, la de Monte María, la de Vieques, es una historia muy especial. Hoy la celebro y comparto mi experiencia con ella a manera de reafirmar mi compromiso con lo que ella significó y significa para el futuro. Comparto, a manera de homenaje, un fragmento de Ambigüedad y Derecho, del ensayo en que reseño parte del resultado de aquellas primeras entrevistas a María y a Carmelo (páginas 97-101):
"Del 1965 al 1975, se produjeron tres rescates en la isla-municipio de Vieques (Bravos de Boston, Villa Borinquen y Monte Carmelo), que hoy son parte esencial del paisaje viequense y de las políticas de uso del suelo y vivienda. Uno de éstos, el de Monte Carmelo, tuvo el impacto directo de alterar la delimitación de los terrenos militarizados en esta isla y, con esto, eventualmente, contribuir en el proceso de lograr la desmilitarización de Vieques.
El paisaje socio-espacial en la isla-municipio de Vieques ha estado marcado profundamente por los procesos de militarización de la isla. Por más de 60 años, Vieques fue utilizada por la Marina de Guerra de los Estados Unidos para llevar a cabo bombardeos y prácticas militares. En la década de 1940, la población de Vieques fue expropiada, desalojada y confinada al centro de la isla, a los barrios de Monte Santo y Santa María,[1] con el propósito de que la Marina utilizara dos terceras partes de la isla (la isla se dividió en tres y la Marina utilizaba los extremos Este y Oeste) como almacén de material militar, para ejercicios bélicos y otras actividades militares.
Foto de la Colección El Mundo, UPR. El desahucio de Monte Carmelo, 1989. |
Junto a la ola de rescates de terrenos en Puerto Rico, en Vieques, muchas comunidades, por falta de vivienda y como manera de sobrevivencia, comenzaron a rescatar terrenos considerados de la Marina de Guerra.[2] Así, se creó la comunidad Monte Carmelo, que estableció mecanismos informales de organización del territorio mediante la adopción de normas extralegales y alteró los entendidos oficiales sobre la propiedad. Desde la informalidad, Monte Carmelo se convirtió en una comunidad que en la actualidad se reconoce en la cartografía y el paisaje viequense.[3] Aunque no tendremos oportunidad de exponer nuestros hallazgos sobre este estudio de caso, presentaremos algunos puntos medulares que, como en el caso de Jerusalén, ilustran la importancia de Monte Carmelo para entender la presencia del Derecho en el paisaje viequense.
Carmelo Félix Matta y María Velázquez fueron los fundadores de Monte Carmelo. Junto a sus hijos, comenzaron a habitar un monte que se consideraba parte de los terrenos de la Marina; a ellos se unieron otros viequenses. Según Katherine McCaffrey estos líderes “called the takeover an act of self-defense and survival of the Viequense people”[4]. Los miembros fundadores, junto a un comité de rescatadores, redactaron un “Acuerdo privado legal de aceptación, Sector Monte Carmelo”[5]. En éste, se establecieron los parámetros que guiarían quiénes serían considerados miembros de la comunidad y a qué se comprometerían. Entre los puntos principales en ese acuerdo estaba lo siguiente: (1) Que eran conscientes de que los terrenos eran “producto de rescate”. Sin embargo, a pesar de que en términos legales esto significaba la aceptación de que estaban allí sin justo título y, por consiguiente, de mala fe, en ese documento los residentes se nombraban como poseedores de buena fe. (2) Para establecerse, el residente estaba apercibido de que “el derecho concedido” le sería revocado (a) si no mostraba desarrollo físico a partir de 90 días del recibo del predio, (b) si no pagaba $100 requeridos para los gastos de acceso al Monte, (c) si violaba las reglas establecidas por el Comité de Terrenos del Monte Carmelo; (3) El residente pactaba limitaciones a su capacidad de cesión o venta del terreno: “el terreno que se le cede no podrá venderlo ni ‘especular’ con él so pena de perder el derecho al predio de terreno por confligir con la regla de No-vendible”. El Comité se reservaba, además, el derecho de reposeer el lote y de cederlo a otro ciudadano en caso de incumplimiento de contrato.
El acuerdo establecía que quienes quisieran formar parte de la comunidad debían justificar la necesidad de la tenencia del terreno. Disponían normas para el tamaño de los lotes y de las estructuras y su ubicación, y se prohibían las verjas o plazoletas no justificadas. Otros asuntos dispuestos en el acuerdo eran que no se devolverían los fondos de acceso o mantenimiento, y que las dimensiones mínimas de las estructuras eran 12’ por 12’ y los lotes debían tener una cabida de 100’ por 300’ o 75’ por 150’, evitando lo que ellos concebían como “hacinamiento” y, en su lugar, estableciendo sus hogares en espacios “de tipo finquita”.[6] Según McCaffrey, el rescate estaba bien planificado; incluía formularios de registro y $10 de membresía administrados por un comité ejecutivo.
Entre los documentos presentados por los portavoces de Monte Carmelo en algunas instancias gubernamentales, podemos ver cómo éstos se conciben y representan ante la oficialidad.[7] En una Resolución adoptada por la comunidad, se establecía:
-Que los rescates de tierra en Puerto Rico no han alterado ni alteran la estructura social vigente. La Ley de 1ro de julio de 1975, que se estableció para otorgar titularidad a los rescatadores de terrenos establecidos antes de 1973, fracasó en su implantación.[8]
-Que “la comunidad de Monte Carmelo ha sido cuidadosa en ordenar sus propios territorios ante la ausencia del gobierno local y su desprecio y persecución reconocido ante la comunidad y ante la ausencia del gobierno de Puerto Rico a nivel nacional. No necesita a estas alturas de ordenamiento ninguno sino los servicios más elementales para sobrevivir”.
En esta resolución, los portavoces informaban que: “[l]os solares distribuidos en el Monte Carmelo están ordenadamente y con la mejor intención de albergar una cabida de 1,500 metros por familia pretendiendo evitar el hacinamiento y/o la congestión de familias entendiendo que [el hacinamiento] promueve la criminalidad…”.
Para el 1986, la comunidad se había provisto de un sistema de agua mediante tuberías que ellos establecieron desde el Monte hasta la carretera principal, y había logrado la provisión de ciertos servicios, como postes de electricidad, en 1992. Hubo una protesta álgida cuando la Autoridad de Energía Eléctrica decidió retirar los postes de electricidad ante el no reconocimiento legal de la comunidad.[9] A pesar de que el ordenamiento los consideraba poseedores de mala fe, para los residentes de Monte Carmelo, ellos eran legítimos dueños en tanto cultivaban la tierra y utilizaban el espacio, no para especular sino para propósitos de vivienda[10].
Notas:
[1] Para detalles del proceso de expropiación y desalojo de las familias viequenses, véase Arturo Meléndez López, La Batalla de Vieques 82-86 (Edil 1982) y Maribel Veaz, Las Expropiaciones de la Década del Cuarenta en Vieques, 56 Rev. Col. Abog. 159 (1995).
[2] Véase, en general, Katherine T. McCaffrey, Military Power and Popular Protest: the U.S. Navy in Vieques, Puerto Rico (New Brunswick, 2002). McCaffrey lo describe: “Migrants poured foundations for one-day dream houses to return to after years after working in New York City or Saint Croix. These homesteaders carved erratic roads snaking to homes that sprouted like mushrooms on the hills. They pressed the municipality to deliver electricity, water, telephone service, and mail to homes that had no addresses. The Félixes [líderes rescatadores de Monte Carmelo] were just one family who had staked a claim in this no-man’s land. Their home was modest, built of concrete with no plumbing or electricity.” Id., en la pág. 101. Sobre los rescates de terreno de Villa Borinquen y Monte Carmelo, véase Cotto, supra nota 25, en las págs. 179-215.
[3] Entrevista telefónica a Ramón Pagán, encargado del proceso para la otorgación de títulos de propiedad en la División de Vivienda del Municipio de Vieques (23 de julio de 2008). El funcionario gubernamental nos indicó que actualmente viven en Monte Carmelo unas 300 familias en solares de aproximadamente una cuerda o cuerda y media, y que, a través de los años, han continuado las compraventas y segregaciones de lotes, a pesar de que los terrenos oficialmente están bajo la titularidad del Departamento de Vivienda y se llevan a cabo gestiones para transferir la titularidad al Municipio de Vieques. En los rescates Villa Borinquen y Bravos de Boston, entre el 60 por ciento y el 70 por ciento sigue sin título de propiedad, a pesar de ordenanzas municipales que establecen un procedimiento para la otorgación de títulos. Véase Vieques, PR, Ordenanza 14 de 27 de septiembre de 2006 y Ordenanza 15 de 26 de septiembre de 2006. En Villa Borinquen hay 860 solares en 683 cuerdas. Véase Eugenio Hopgood Dávila, Ordenanza en letra muerta, El Nuevo Día, 19 de julio de 2006, disponible en Adendi, noticia 26134.
[4] McCaffrey, supra nota 27, en la pág. 102.
[5] Acuerdo privado legal de aceptación, Sector Monte Carmelo (en posesión de la autora).
[6] Según nos relató María Velázquez: “Carmelo repartió todas las tierras en pedazos bastante grandes, cosa que no hubiera hacinamiento”. Entrevista a María Velázquez (22 de diciembre de 1997).
[7] El 26 de marzo de 1994, Carmelo Félix Matta, como portavoz de la comunidad, presentó ante la Legislatura de Puerto Rico una Resolución de su comunidad en oposición a un proyecto de ley que permitiría que el Municipio de Vieques obtuviera la titularidad de las tierras de Monte Carmelo, en detrimento de lo que ellos consideraban ya sus tierras.
[8] Ley núm. 132 de 1ro de julio de 1975, 17 L.P.R.A. §§ 751 - 764. Esta ley consideraba a los ocupantes para fines de otorgarle título a “una familia que entró a poseer en o antes del 18 de enero de 1973 un solar o parte de éste en terrenos privados o pertenecientes a una agencia o instrumentalidad pública, sin estar autorizado por ellos y que por tolerancia del dueño se le ha permitido poseerlo”.
[9] Servicios Combinados, Resurgen Líos Terrenos en Vieques, El Vocero, 15 de julio de 1992, en 5 y 27. Los residentes de Monte Carmelo se amarraron a los postes para impedir que las autoridades los dejaran sin electricidad. Para 1997, los residentes carecían del servicio y se alumbraban con plantas eléctricas que instalaban a motores de los vehículos y mediante un proyecto pequeño de celdas fotovoltaicas.
[10] “Y nos pusieron en los papeles que estábamos en mala fe, pero nosotros estábamos en buena fe. Teníamos siembra, y sabían que mi esposo y yo vivíamos aquí, que no éramos especuladores”. Velázquez, supra nota 31.