En el Seminario de
Teoría Política y Constitucional (este año en Mexico), discutiremos el
próximo sábado, entre varios papers, el del constitucionalista argentino
Marcelo Alegre, quien expone varias propuestas para un estado
constitucional laico en su artículo "Laicismo, Ateismo y Democracia".
Por lo que nos compete particularmente en estos días en PR, llamo la atención sobre esta parte de su conclusión, que trata sobre la importancia de la celebración del ateísmo en una democracia constitucional:
"[l]as democracias constitucionales deben celebrar el ateísmo. En una democracia constitucional el punto de vista ateo enriquece nuestra cultura, planteando una crítica al menos plausible, atendible, de la religiosidad. Esa crítica podría ser un contrapeso razonable al fanatismo religioso, fanatismo cuyos riesgos parecen ser algo más que un fantasma inventado por los académicos. Nuestras niñas/os tienen derecho a escuchar la perspectiva atea desde el mismo momento en que se los considera aptos para escuchar enseñanzas religiosas.
Los funcionarios públicos deben pensar enla dignidad de los ateos antes de pronunciar alegaciones religiosas en sus discursos, o poblar de imágenes religiosas las oficinas del estado. Las mayorías religiosas deben comprender que en democracia nadie tiene el derecho a no ver sus creencias cuestionadas. También deben abandonar la idea de que el único ateo respetuoso es el que se calla la boca. Las opiniones ateas son disruptivas, disonantes, y en ocasiones, pueden sonar irrespetuosas. Pero si todo grupo merece acomodamiento, también lo merecen los ateos. Y acomodar el ateísmo implica sumarlos a las conversaciones públicas, no confinarlos al ostracismo, y escuchar lo que tienen para decir.
Una oportunidad para celebrar el ateísmo sería la de establecer una fecha anual (por ejemplo el 15 de Febrero, día del nacimiento de Galileo) para rememorar a todas las víctimas de la intolerancia religiosa. Sería un feriado ecuménico, no sectario, ya que incluiría también el recuerdo de las víctimas religiosas de las persecuciones. Lo novedoso sería la inclusión, además, de los perseguidos por no creer en ninguna religión."
Seguimos.
Por lo que nos compete particularmente en estos días en PR, llamo la atención sobre esta parte de su conclusión, que trata sobre la importancia de la celebración del ateísmo en una democracia constitucional:
"[l]as democracias constitucionales deben celebrar el ateísmo. En una democracia constitucional el punto de vista ateo enriquece nuestra cultura, planteando una crítica al menos plausible, atendible, de la religiosidad. Esa crítica podría ser un contrapeso razonable al fanatismo religioso, fanatismo cuyos riesgos parecen ser algo más que un fantasma inventado por los académicos. Nuestras niñas/os tienen derecho a escuchar la perspectiva atea desde el mismo momento en que se los considera aptos para escuchar enseñanzas religiosas.
Los funcionarios públicos deben pensar enla dignidad de los ateos antes de pronunciar alegaciones religiosas en sus discursos, o poblar de imágenes religiosas las oficinas del estado. Las mayorías religiosas deben comprender que en democracia nadie tiene el derecho a no ver sus creencias cuestionadas. También deben abandonar la idea de que el único ateo respetuoso es el que se calla la boca. Las opiniones ateas son disruptivas, disonantes, y en ocasiones, pueden sonar irrespetuosas. Pero si todo grupo merece acomodamiento, también lo merecen los ateos. Y acomodar el ateísmo implica sumarlos a las conversaciones públicas, no confinarlos al ostracismo, y escuchar lo que tienen para decir.
Una oportunidad para celebrar el ateísmo sería la de establecer una fecha anual (por ejemplo el 15 de Febrero, día del nacimiento de Galileo) para rememorar a todas las víctimas de la intolerancia religiosa. Sería un feriado ecuménico, no sectario, ya que incluiría también el recuerdo de las víctimas religiosas de las persecuciones. Lo novedoso sería la inclusión, además, de los perseguidos por no creer en ninguna religión."
Seguimos.