25.11.07

Animales



No había querido poner nada sobre el tema de los animales... después de todo lo que ha pasado en el país sobre este tema.... Pero el "humor" de Mayra Montero recoge muchas cosas. Aquí va su columna de hoy en La Revista.

Guineas
En momentos en que este país se horroriza con las revelaciones que surgen sobre matanzas de animales y la falta de sensibilidad que denotan esos cementerios clandestinos, con las osamentas a la intemperie, en un residencial público tres candidatos políticos participan en una llamada “carrera de guineas”. Ellos, los candidatos, se ven muy naturales y muy de pueblo con las guineas en los brazos.

A la voz de “listos”, o a la voz de “en sus marcas”, sueltan a las aves en una cancha cerrada o algo así, para que unos niños y mozalbetes las agarren como mejor puedan: por las patas, por el pescuezo, o cayéndoles encima y atontándolas un poco.

¿Cuál es la gracia? ¿No es mejor regalarles libros, instrumentos musicales, acuarelas, objetos de esa índole, en vez de organizar un evento para capturar animales aterrorizados y en evidente desventaja?

Ya sé que una guinea no es nada. Una guinea es un fricasé. Pero es que, bajo el mismo principio, un perro tampoco sería gran cosa. Ni un gato, que hay miles por la calle y hasta los tiran muertos a las puertas del Cuartel General. Una tropa de niños y jovencitos corriendo detrás de tres animales indefensos y agarrándolos de cualquier forma, como parte de un juego, es crueldad. Eso ni los hace más sensibles, ni les aporta nada, ni refuerza ninguna tradición. Al contrario, el concepto es patético: tres tristes tigres soltando la guinea. Si se va a defender ese espectáculo, pues que nadie se rasgue las vestiduras cuando aparezcan ochenta animales despeñados debajo de un puente. Ni nadie se las rasgue tampoco cuando leamos que en Hawai les dan premios a los niños que llevan coquíes despanzurrados.

Según la nota de prensa, al final de la carrera se regalaron pavos (congelados) y también se regalaron las guineas (vivas, o ya medio muertas) a los niños que tuvieron la suerte de atraparlas. El destino presumible de las guineas, según informó un reportero, era la cazuela. Lo que significa que la lección completa es la siguiente: se agarra a la guinea, se le retuerce el pescuezo, o se le rebana con el afilado cuchillo, y se mete en agua hirviendo para desplumarla. Y así esos muchachos se nos hacen duros, que están blanditos, viven en una burbuja y casi no están expuestos a la violencia. ¿Esa es la lógica?

Hay que leer, candidatos, hay que volver a Horacio Quiroga y a ‘La gallina degollada’. Hace poco, por ejemplo, apareció una tortuga cosida a puñaladas, no sé si era un tinglar u otra especie. Entonces, no es que las tortugas sean como las guineas, porque las guineas no se extinguen y las tortugas sí. Pero el caso es que son seres vivos y no hay derecho a torturarlos. Una cosa es que regalen pavos congelados, que me parece algo trillado y condescendiente, pero puede pasar, y otra muy distinta organizar carreritas con animales que tienen sesos, terminaciones nerviosas y un sistema que puede llegar a producirles pánico.

¿Cuál es la diferencia entre una guinea y el perro de competencia que murió asfixiado? El perro era más inteligente, sin duda, más grande y bonito, y además no se come. Pero para el tipo que se llevó el carro y que nunca se puso en el lugar del animal, del sufrimiento a que lo condenaba, pues miren: no hay absolutamente ninguna diferencia. Animales son todos, menos nosotros que celebramos Thanksgiving.

Ahora que, si insisten, yo puedo asesorar a los candidatos para que organicen otros juegos a tono con la perspectiva que tienen ellos de lo que es el país y lo que necesita la gente. Y esto lo subrayo porque la carrerita de guineas tiene muchas lecturas: ¿cómo nos ven los políticos? ¿Qué piensan de nosotros? ¿Por quiénes nos toman?

En algún pueblo de España se celebra (o se celebraba, hubo muchas críticas a la barbarie) un juego que consistía en colgar a un ganso por las patas, por supuesto vivo, y hacer que los competidores pasaran por debajo, halándolo. El trofeo se lo llevaba el primero que le arrancara la cabeza. Ahí tienen una buena idea. No se olviden, por Pascua Florida, llevar a los residenciales camiones repletos de pollitos y conejos, y por favor se me retratan (con esa naturalidad que tienen, insisto, esa vocación de marginalidad y de tierra), tirando los conejos al aire como caramelos. Claro que, después de ver lo de las guineas, una piensa que por qué mejor no hacen otra carrera, pero con los candidatos. Los soltamos para que corran por Cantera y el que los agarre que se los lleve a la casa una temporadita. Los alimentan bien: si no hay caviar, purina. O bacalaítos de los que come Obama.

Como son tan de pueblo, seguro que agradecen.

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