27 de abril 1963
S. Weil. “geómetras de la virtud”. Imposible la virtud ni la justicia en quien irrealiza el mundo y descree automáticamente de lo que ve. Ando por la calle y pasa esto: una vieja de negro que me obliga a pensar en Goya; dos viejas de negro tomando té en una confitería y llevan sombreros y paraguas (“juegan a las visitas” me digo y casi lloro recordando las sillitas y pequeñas mesas de mi habitación infantil); una muchacho negro pasea un niño rubio, el muchacho insiste en que el nene le diga “papá”; el nene termina repitiéndolo y el joven negro se manifiesta emocionado (me da miedo esta escena ¿cómo será dentro de veinte años?).
Además los perros, increíblemente flacos y miserables, guiados amorosamente por viejas que apenas caminan. ¿Qué es este estar mío? ¿A qué apunta? Creo esto: que sólo mi piedad desmesurada, mi respeto por el sufrimiento, me evitan ser una perfecta inmoral. Las caras de la gente me dan en el lugar en que se elabora la piedad; no excluyo mi cara, por supuesto, que es infinitamente triste, si mal no recuerdo (¿cuánto haces que no te miras al espejo?). Pero mi visión en la calle es la de una esthéticienne. Un viejo muro y un perro enclenque y una niñita sucia y descalza me dicen lo mismo, me hablan de la misma impotencia mía. Puedo sonreír a la niñita y al perro. ¿Y al muro? También al muro.
Alejandra Pizarnik, Diarios (Lumen)
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1. f. Falta de poder para hacer algo.