11 Noviembre 2010
Universidad
Miguel Rodríguez Casellas
http://www.elnuevodia.com/columna-universidad-816212.html
Lo más escandaloso de la educación universitaria en Puerto Rico es que no sólo se mantiene alejada de los modos contemporáneos de producción, volcados éstos a la creación de bienes inmateriales, sino que tampoco atiende las necesidades concretas de un país-isla. Esta condición, que pudiera ser vista como valiente resistencia a las presiones utilitaristas del capital, es en realidad el más patético testimonio de la quedaera nacional.
Puerto Rico apenas produce conocimiento. Tampoco produce mucho de lo otro, materialmente hablando, pues se ha hecho evidente que muchas de las llamadas industrias “duras” simulan un gran andamiaje manufacturero, cuando todo lo que hacen es transferir una parte trivial del ciclo de producción para aprovecharse de los incentivos contributivos.
De una pantalla es que estamos hablando, sí. Y tras ella están las universidades que promueven economías del conocimiento pero hacen todo por impedirlas. Cómplice es el anti-intelectualismo del público, herencia cultural de la Norteamérica boba que gusta de ensalzar al tonto útil.
La peor parte la llevan los jóvenes estudiantes, reclutados a la educación por medio de paraísos artificiales de primermundismo tecnológico dirigidos a deslumbrarlos. Una vez adentro el cuadro es menos brillante. Ningunear su capacidad intelectual, con tal de hacerlos meros ejecutores de las ideas de otro, es norma en las universidades, con pocas y notables excepciones.
Salta a la vista la complicidad en hacer de Puerto Rico un lugar improductivo, graduando “profesionales” a la medida de un aparato industrial que no existe, negándoles las herramientas para un futuro del cual parecen alejarse cada vez más. Una educación que fomente la producción de inteligencia, la gran mercancía de las economías de lo inmaterial, no es atosigar destrezas técnicas sin la amplitud de alcance de una verdadera formación universitaria. Insisto en que tendríamos que estar hablando de cosas muy distintas a si abrir o cerrar el campus.
Ampliar el saber, para luego poder producir, debía ser un reto personal y colectivo. A largo plazo todos así ganarían. Perpetuar un estatus quo de laxitud, improductividad e ignorancia, contrariamente, es destruir el país a fuego lento. Igual ésa es la intención.