2.8.12

MediaWatch / Periodistas sin fronteras (Félix Jiménez)

MediaWatch / Periodistas sin fronteras / Félix Jiménez/ 

Fue doloroso decirle adiós brevemente anoche a los siete canales de Direct TV que transmiten los Juegos Olímpicos y apostar por unos momentos al Junte Constitucional de Univision. Los candidatos no importaban - nunca importan. En los días en que se debate la prensa y sus misterios y sus abogados/analistas y sus muñecas y sus titiriteros y sus supuestas estrellas, era el performance de los periodistas involucrados lo que importaba, y su fracaso total en ese Junte evidencia todo lo que está mal en el periodismo piuertorriqueño, que es casi todo.

No hay estructuras, no hay secuencias, no hay producción, no hay inventiva, no hay astucia. Sólo una dosis de agresión y mal utilizada "voz de autoridad imparcial" que pretende llenar el vacío de las mentes que la utilizan.

Errores, muchos: Caras largas,  actitudes indeseables. Cyd Marie Fleming errando en fechas y nombres (19 de septiembre en vez de 19 de agosto; llamar "gobernador" a Alejandro García Padilla). Rubén Sánchez, quien se ha querido vender como un Instagram intellectual recientemente, analizando  - ja ja ja - la "competencia", preguntando si fue la corbata naranja de Rogelio Figueroa la que le logró mejores calificaciones en la encuesta relámpago que se llevó a cabo (de nuevo: tratar a los habitantes de un país como jueces de gimnasia Olímpica, otro Instagram moment). Felipe Gómez tuteando a sus entrevistados, con esa familiaridad entre periodistas y políticos que se cuela por la pantalla  sin querer queriendo y que causa hastío y perocupación. Mariliana Torres lamando a Juan Dalmau por el nombre del primo, José Luis Dalmau, y seguir como si nada.

Eso, fue una nada. La producción de escuela superior y la utilización de las víctimas de la violencia que estaban sentadas allí al frente, más para ser enfocados por las cámaras y presentadas como almas en pena, pero sin que sus voces fieran escuchadas como se supone que fueran. Y la arrogancia de los periodistas de creerse que son a la vez, en el mismo segundo, todo lo posible: periodistas y analistas y narradores de un combate boxistico que no existió, salvo en sus imaginaciones. Querer abarcar, esa es la consigna que se imponen. Pero no pueden. Son "periodistas sin fronteras" que se tropiezan con todos los marcos de las puertas que desean abrir para sostener y avanzar sus carreras y que - por sentencia de un país que ya está sentenciado - se evocan y se ven y se escuchan diariamente como si fueran Dioses o Musas de una antigua civilización intelectualmente apta para dirigir al "pueblo" al que realmente no sienten que pertenecen, aunque lo nieguen. Después de esto - y antes, también - por favor, que a nadie se le ocurra criticar a otros porque prefieran su dosis de Comay o Candela a las 6 de la tarde.

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