Lamentablemente en la vida uno va caminando encontrándose con injusticias y en las instituciones en las que una esperaría encontrar más apertura y respeto por los procesos democráticos y el debido proceso de ley, pasan cosas atropellantes, faltas de sensibilidad y de respeto y en violación a los principios más básicos del derecho. Algo así nos está pasando en la Universidad de Puerto Rico. Afortunadamente, todavía hay gente que se levanta y señala lo que está mal ...
Las verdades hay que decirlas. Las injusticias hay que denunciarlas. Aquí, entre éstas, se dijeron muchas otras extraordinarias verdades. Vea la Lección Inaugural 2008-09, Efrén Rivera Ramos, La Universidad y lo Posible, aquí.
"Igualmente, los procesos de reclutamiento y evaluación para permanencia y ascenso del personal universitario (docentes y no docentes) tienen que atender esta exigencia [el respeto por los derecho humanos y la dignidad del ser humano], que es tanto jurídica como ética. Esos procesos no pueden ser discriminatorios, ni arbitrarios, ni estar guiados por prejuicios o estereotipos. Deben ajustarse estrictamente a las exigencias legales y reglamentarias aplicables. Esas experiencias tampoco deben ser atropellantes: ningún miembro de un comité de personal o de un cuerpo que evalúe docentes y no docentes debe sentirse con autoridad para insultar, acusar injustamente, menospreciar u ofender a la persona objeto de evaluación. Cada persona tiene derecho a que se le evalúe en sus méritos, sin que se utilicen consideraciones ilegítimas, más relacionadas con nuestros propios temores, especulaciones, inclinaciones afectivas y falta de criterios claros que con el justo aprecio de las potencialidades y contribuciones a la institución de la persona en cuestión. Tenemos que tener conciencia de que hay que sopesar tanto las necesidades institucionales como el impacto que una decisión nuestra pueda tener en la vida y la carrera de una persona. En esto creo que la institución tiene una responsabilidad especial con los profesores más jóvenes, que están en proceso de formación como docentes. Nuestro objetivo debe ser potenciarlos, no castigarlos. Nuestro propósito debe ser ayudarles y facilitarles su inserción al mundo universitario, complejo y exigente como es, entre otras razones porque las más de las veces son el vínculo más directo con la visión de mundo, las aspiraciones, las capacidades, los hábitos, las circunstancias y las energías de nuestros estudiantes. Esos profesores jóvenes son el futuro mismo de la institución".
Las verdades hay que decirlas. Las injusticias hay que denunciarlas. Aquí, entre éstas, se dijeron muchas otras extraordinarias verdades. Vea la Lección Inaugural 2008-09, Efrén Rivera Ramos, La Universidad y lo Posible, aquí.