22.6.10

'Un nuevo contrato verbal' (columna Página 12)

Siempre es riesgoso sacar citas de columnas cuyos contextos y propósitos son más amplios (o simplemente otros) que los que una tiene en su radar, pero estos pasajes de esta columna me gustan para compartir y quizá ubicarlos para discusión en nuestro contexto. Creo que nos representan un reto....

Es una columna de Diego Taitán, profesor de filosofía en la Univ. de Córdova, publicada en Página 12, diario argentino. (gracias a RG por colgarla en su blog).


Algunos puntos que me interesan:

-"La política es conflicto y el conflicto, cuando encuentra su institución política, no es guerra ni anarquía sino la vida misma de la república en cuanto forma de irrupción de derechos nuevos y autoinstitución ininterrumpida de los –nunca definitivamente– conquistados antes. Esa conquista de derechos, además, puede tener por sujeto al Estado mismo. La república es un hecho de lenguaje, una deliberación común, pero también lo que se nutre de huelgas, cortes de ruta, tomas de universidades, manifestaciones populares, es decir la vida republicana se constituye de capas conflictivas de distinto orden, simbólico, lingüístico, material. Republicano es también el ejercicio del poder público orientado a revertir la desigualdad (económica, cultural, social, educativa...), sin por ello atentar contra sus propias instituciones. En su acepción más interesante y más estable, república no equivale a Estado de derecho, lo incluye pero es un concepto más amplio y por ello lo desborda, lo renueva y lo perfecciona".

-"Aunque no puede prescindir de ella, la construcción de una democracia republicana nunca se reduce a una coyuntura electoral; asume la vida social como un sistema de conflictos inconmensurables y no como conflicto único, ni como reducción de toda esa diversidad a una presunta matriz fundamental del conflicto que determinaría a todos los otros “en última instancia”. Resulta más acorde con los hechos la noción de democracia como “pluralidad irrepresentable”; la idea de un litigio continuo, complejo y diverso que no condena a nadie –como modo de saldar una discusión– a ser “gorila”, “antipopular”, “antipatria” o “enemigo del pueblo” –categorías que no sirven para pensar ni para discutir, y más bien denotan una pereza o una captura del lenguaje por un código de muerte.

Una autoexigencia en la argumentación en este sentido debería resistir la tentación de ese catálogo binario, por más que siga siendo eficaz desde un punto de vista pragmático, y más bien reclama un contrato intelectual diferente, capaz de sustraerse de las dicotomías mediáticas y como resistencia al habla que acuñan las rutinas comunicativas y de opinión, asumiendo un tiempo y un lenguaje desviados de la realidad inmediata, sin dejar de hacer de ella su propio objeto de trabajo".

poder, espacio y ambiente's Fan Box