25-AGOSTO-2009
http://www.elnuevodia.com/voces/607453/
LILIANA COTTO
Una historia de desigualdad
Las noticias recientes sobre Villa del Sol requieren un análisis sosegado. Las ocupaciones de tierra graduales y las tomas de tierras son acciones que surgen de la profunda desigualdad social en Puerto Rico y su impacto en la vivienda para los pobres.
Baste recordar las ocupaciones graduales por parte de campesinos migrantes sin casa en terrenos marginales como el Caño de Martín Peña. Llamados arrabales, muchos fueron eliminados en la década del 50 y su gente relocalizadas en proyectos de vivienda pública.
A fines de la década del 60 y como producto del agotamiento del proyecto de industrialización, se inauguraron las tomas de tierras que son ocupaciones planificadas, colectivas e inmediatas.
La primera ola ocurrió de 1968 a 1976 y tuvo proporciones de movimiento social urbano. Sus pobladores y grupos de apoyo les llamaron rescates de terreno. Ese término pasó representar una identidad colectiva de lucha, autoestima, autogestión y praxis comunitaria.
Ambas modalidades continúan hasta nuestros días. La carencia es la misma, sólo cambian los regímenes estatales y los poderes político-administrativos del momento.
Cambia también la estrategia de formación (gradual o inmediata) y la identidad que defienden los pobladores: invasores o rescatadores. Cuando estas acciones asumen identidad de rescates, generan animosidad en el Gobierno. Baste recordar las confrontaciones ocurridas en Villa Justicia en 1972; Villa Borinquen en 1976, Villa Sin Miedo en 1980 y la Villa del Sol de 2009.
Es importante señalar que estas “soluciones” de sectores empobrecidos de la clase trabajadora, subempleada o desempleada que no tienen acceso al mercado de tierras ni viviendas, no son una anormalidad en los países de capitalismo dependiente y más aún en aquellos con un patrón de poder colonial como Puerto Rico.
La vivienda es un derecho. Nos toca a todos elaborar alternativas a tono con las posibilidades del momento.