3.11.10

Un asalto Supremo (editorial END)

03 Noviembre 2010

UN ASALTO SUPREMO

http://www.elnuevodia.com/columna-unasaltosupremo-810695.html

El frenético intento del Gobierno central y la Legislatura de aumentar el número de jueces del Tribunal Supremo como parte de su proyecto de control absolutista sobre todas las instituciones de pensamiento y decisión del País, tiene que ser rectificado, y detenido, por el bien de la salud de nuestro máximo foro judicial.

El frenético intento del Gobierno central y la Legislatura de aumentar el número de jueces del Tribunal Supremo como parte de su proyecto de control absolutista sobre todas las instituciones de pensamiento y decisión del País, tiene que ser rectificado, y detenido, por el bien de la salud de nuestro máximo foro judicial.Por imperativo moral, el gobernador Luis Fortuño está obligado a renunciar a este complot y demostrar su rectificación mediante el veto de cualquier pieza que, sobre esto, eventualmente le llegue para su firma. Porque de seguir adelante con esta maquinación y hacerla prevalecer, estaríamos ante el riesgo de que, involucrada en este plan la mayoría ideológica del Supremo, se junte la carga explosiva con la implosiva para dañar mucho más severamente la confianza de que debe gozar nuestro máximo tribunal.

Según ha trascendido, el movimiento de personeros de la actual Administración iniciado desde principios de año para elevar a nueve la actual composición de siete jueces, podría estar materializándose este viernes precisamente a propuesta de los cuatro magistrados designados por el gobernador Fortuño.

Con profunda sabiduría los padres constituyentes de 1952 establecieron que nuestro tribunal de última instancia estaría compuesto de un juez presidente y cuatro jueces asociados y que en el futuro ese número podría ser variado sólo por ley, a solicitud del propio Tribunal.

En consecuencia, esa composición ha variado -siempre en acatamiento al mandato constitucional y mediante el voto unánime de sus miembros-, poco después de ratificada la Carta Magna para elevar el número a siete; en 1961 para subirlo a nueve y en 1975 para regresarlo a siete.

Un intento de la Administración Rosselló para enmendar la Constitución quitando a los jueces la prerrogativa de variar su composición numérica y elevar el cupo a nueve jueces, fue derrotada por el electorado en votación de 54% a 44.7%.

Como entonces, la alegación que se plantea ahora por los proponentes -abiertos y solapados- del aumento en el número de jueces, aduce a una alegada carga de trabajo sobre cada juez. Cuando en febrero de este año inició la intentona, la administradora de Tribunales, Sonia Vélez, fue enfática al señalar que no había ante el alto foro un mayor volumen de trabajo ni atrasos en los casos pendientes de resolución. Un estudio de la empresa de investigaciones sociales Ipsos Public Affairs reafirmó la conclusión de la funcionaria.

Lamentablemente, estamos ante un intento más de la actual Administración por convertir en mayoría absolutista la mayoría absoluta que ahora tiene el partido de Gobierno en instituciones medulares para la sociedad puertorriqueña.

Quien quiera buscar otro ejemplo de ese patrón de glotonería partidista, tome el caso de la Junta de Síndicos de la Universidad de Puerto Rico, a la que se le sumaron en junio pasado cuatro miembros adicionales para hacer más contundente –y políticamente hegemónica- la mayoría de los síndicos designados por la actual Administración.

Estas maniobras incitan a sospechar que asuntos trascendentales, como los puestos que se quieren crear en el Supremo y la misma reforma contributiva, entre otros, podrían estar entrando como monedas de intercambio en este indigno juego de poder entre facciones gubernamentales.

Está claro que la introducción del proyecto partidista del Gobierno no es inédito y que en el pasado el mismo se ha querido insertar en nuestro máximo foro. Pero el que una acción de perversa manipulación político-partidista haya sido tomada en el pasado, no justifica que sea reeditada en el presente ni en el futuro.

Mucho menos en la más emblemática de nuestras instituciones de Gobierno.

No carguen los jueces de nuestro más alto foro judicial con el peso de conciencia y con el lastre moral de haber sido parte de este asalto institucional y de haber ayudado a desgarrar la venda de los ojos a la Dama de la Justicia.

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