En ocasión de la discusión sobre la "libertad" de los ciudadanos de no comer brócoli, lo que para algunos es equivalente a la misma "libertad" de no contar con seguro médico, reproduzco algunos pensamientos de la filósofa Simone Weil, sobre lo que es libertad, lo que significa consentimiento y su lugar en la concepción de justicia.
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“Es
justo no robar artículos de los escaparates. Es caritativo dar limosna. Pero el
tendero puede llevarme a la cárcel. El mendigo, aún cuando su vida dependa de
mi ayuda, si se la niego no me denunciará a la policía.
Muchas
controversias entre la derecha y la izquierda se reducen a la oposición entre
la preferencia entre el capricho individual y la preferencia por la coacción social;
o, más exactamente quizá, entre el horror de la coacción social y el horror del
capricho individual. Ni la caridad ni la justicia tienen nada que ver con esto.
La
justicia tiene como objeto, el ejercicio terreno de la capacidad de consentimiento.
Preservarla religiosamente en todos los lugares donde existe, tratar de crear
las condiciones donde esté ausente: eso es amar la justicia.
La
palabra “justicia”, única y tan hermosa, encierra toda la significación de las
tres palabras del lema francés. La libertad es la posibilidad real de conceder
un consentimiento. Los hombres no tienen necesidad de igualdad más que en
relación con ella. El espíritu de fraternidad consiste en desearla para todos.
La
posibilidad de consentimiento es
ofrecida por una vida que contiene motivos para el consentimiento. La
indigencia, las privaciones del alma y del cuerpo impiden que el consentimiento
pueda operar en el secreto del corazón.”
Simone
Weil, “¿Estamos luchando por la justicia?” , en Escritos Esenciales ed. Eric
Springsted, páginas 155-156.