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Luego de cientos de años ideando las formas de frenar y ponerle cortapisas al poder, de diseñar sus instituciones, creo que el desafio de los tiempos no está ahi. El verdadero desafio sobre el poder en estos dias es ejercerlo, no frenarlo; es el cómo de su ejercicio, no el cómo de su renuncia, de su delegación. El asunto está más en cómo concebirlo, no presumirlo abandonado en constitutivas instituciones. Es cómo mantenerlo conscientemente omnipresente, cómo reactivar su potencia, no cómo escindirla. El problema hoy no es tanto la doctrina de división de poderes en tres. El genio está en trascender la premisa desgastada de la ubicación y la división de poderes en un lugar remoto. Hoy, diría, no es tanto esa 'división de poderes' la que debe ocupar nuestra atención. Por el contrario, hoy el reto está más bien en juntar y rejuntar los poderes, una y otra vez, potenciar el poder desde la pluralidad, allí, en esa pluralidad donde está ausente o no se ejerce.
Habría que cambiar el enfoque de la mirada y la estrategia, que no esté exclusivamente puesta en el lugar desde donde el poder se ejerce actualmente sino precisamente en los espacios en que no se potencia, en que podría ejercerse y no se le concibe como tal. Habría que retrotaernos al momento en que se echaron a pérdida sus posibilidades y se descansó en una hoy vacua autoridad para su ejercicio.
El desafio actual, no está tanto en frenar el poder como en rasgarle el velo de su autoridad moribunda para vestirse de gala con él, sintiéndonos sujetos de su pleno y constante ejercicio. éft
El desafio actual, no está tanto en frenar el poder como en rasgarle el velo de su autoridad moribunda para vestirse de gala con él, sintiéndonos sujetos de su pleno y constante ejercicio. éft
mayo 2013.