'Los ciudadanos pueden disfrutar de las aguas de los siguientes balnearios y playas, sin inquietarse por la contaminantes nocivos: playa Buyé en Cabo Rojo, Seven Seas Fajardo, Punta Santiago Humacao, Balneario de Patillas, Punta Guilarte Arroyo, Caña Gorda Guánica, Playa Santa Guánica, Playa Combate Cabo Rojo, Balneario de Añasco, Punta Salinas en Toa Baja, Balneario de Carolina...."..
Balneario de Carolina, ja!, ¿cuál? el que está en litigio contra el hotel Marriot? ¿ese?
Después de leer esto hasta la saciedad y escuchar la advertencia de que no nos inquietemos, no es la alerta de la bandera amarilla lo que provoca indignación, es leer así, tranquilita, que podemos disfrutar el resto de los balnearios, del resto del país, comprar en Navidad y celebrar en grande. Pero mientras tanto, una se topa con tener que ir a una vista en el tribunal a defender de las garras del lucro de unas pocas compañías (que son las mismas de siempre, con los mismos abogados de siempre y los mismos accionistas de siempre), precisamente a uno de estos contados balnearios que quedan sin las benditas heces fecales, porque ya que dañaron el resto, ahora hasta los pocos espacios sin mierda nos quieren quitar.
Y ahí en pleno tribunal, una se da cuenta que los pocos balnearios sin esterococos, que lo poco que queda del país sin heces fecales, es objeto todo de negociaciones entre el gobierno y las compañías. Nos dan copia de la transacción que hicieron entre pares para que quedes tranquila. Al otro día vuelves a ver en el periódico la alerta de bandera amarilla y el aliciente de que el Balneario objeto de transacción y negociación contractual está en la lista de los que 'no tiene contaminantes nocivos'.
Y una cuestiona a la ciencia, a las muestras y a los estudios; porque algo le dice a una que ahí precisamente es que está lo nocivo, lo que requiere no una alerta amarilla sino roja.