14.11.08

Desgarrando la toga

Columna de hoy del historiador Pedro Reina en el Nuevo Día:
14-NOVIEMBRE-2008
PEDRO REINA PÉREZ
HISTORIADOR

Desgarrando la toga


Quisiera discutirle a José Martí esa máxima alguna vez declarada de que "raro don, don excelso es la justicia". Por eso, cuando las autoridades de la junta administrativa del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico concurran hoy viernes en la mañana a una impostergable cita con su conciencia, espero que sepan rectificar y extender el contrato probatorio de la profesora Myrta Morales Cruz de la Clínica de Asistencia Legal de la Facultad de Derecho.


Digo que quisiera discutirle al insigne pensador antillano porque, en lugares como la Universidad, que reclama en nombre de la razón ser un espacio donde la reflexión se imponga al capricho, la justicia vive con frecuencia días de sequía.



Desde las páginas de este periódico supo el país de la destitución que la profesora Morales Cruz sufrió un proceso de evaluación cuestionable y confuso, cuya tramitación burocrática, además de accidentada, amenaza con teñir más de una reputación en los pasillos de nuestro primer centro docente.



La destitución ocurrió a pesar de contar ella con extraordinarias credenciales académicas, una hoja de haberes premiada a nivel internacional, y de que la evaluación de su desempeño hecha por sus pares evidenciaba una valoración positiva del trabajo realizado para los estudiantes de la clínica y para las comunidades que servía.



La profesora Morales Cruz era la representante legal, junto a sus estudiantes de derecho, de comunidades como Las Gladiolas, Los Filtros y Cantera, entre otras, que luchan a diario contra poderosos intereses. Pero, para mayor preocupación, es la falta de transparencia respecto a las circunstancias de la evaluación lo que amenaza con impugnar la credibilidad de la gerencia universitaria a todos los niveles.




El mérito académico es el principio rector de toda evaluación de desempeño en la Universidad. Desglosado objetivamente en diferentes criterios, sirve para aquilatar de manera imparcial la valía y las aportaciones de los docentes a la comunidad universitaria. Pero cuando el mérito empieza a tropezar con el trámite administrativo, el resultado puede ser que se pierda de vista el mérito como elemento primordial.


Bajo ninguna circunstancia puede ese proceso administrativo reflejar el más mínimo asomo de sexismo o discriminación porque se vulnera el proceso y se compromete la credibilidad de las autoridades concernidas. Y en ningún otro lugar debe ser el proceso más pulcro que en la mismísima Facultad de Derecho.


Esta es la Universidad que ha confesado ante el país que su proyecto para la próxima década incluye "participar de la búsqueda de alternativas a los problemas de urgencia social" y "alentar de manera sostenida y sin menoscabos administrativos formas alternativas de docencia, entre ellas el aprendizaje presencial, la enseñanza en línea y la enseñanza en equipo". Y sin embargo, esa misma universidad es incapaz de cuestionar sus propias contradicciones cuando ignora los méritos de una docente que ha verificado en su práctica educativa esos mismos valores.



Cuando son las palabras vigorosas y elocuentes de estudiantes pasados y presentes las que atestiguan el trabajo de una profesora, y las voces de los residentes de las comunidades pobres mencionadas las que denuncian su ausencia, una fina grieta amenaza los muros de marfil de esa universidad incongruente. Si se ignoran esas voces y desprecia su significado, la Universidad derrota sus aspiraciones. Pero tal cosa, insistimos en pensar, no debe ser posible.



Por eso confiamos en la sabiduría de la rectora Gladys Escalona de Mota, pues la resolución de este caso matizará el legado que deje al Recinto de Río Piedras. Sabemos que es una mujer recta y dedicada, cuyo compromiso con la Universidad se levanta por encima de cualquier pequeñez.


Por eso esperaremos que se verifique un acto de justicia, raro pero excelso, como decía Martí.


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