16.8.09

columna Buscapié: Don País

Don País

El plan médico de Don País acaba de irse a la quiebra, como en quiebra está su vida. Entre sábanas usadas, padece, desfallece en dolamas. El señor aguarda una reforma de salud acostado en la camilla de emergencias.


Las gasas no bastan para absorber su sangre, que ya son hemorragias, chorros. Los signos de vitalidad caen, se apagan. Es que no encuentran doctores de guardia. Y las enfermeras- embelesadas con El Gordo y la Flaca- no corren las salas. No hay seguro ni decoro ni ética.


Don País está enfermo, y morirá congelado entre el microbio y la espera. La espera que se hace agobiante, que estresa y languidece. Es una agonía sin esperanzas, con hambre de algo más que gelatina de hospital.


Los expertos que no atienden a Don País fallan en su “promesa de hombre”. Mientras, los asesores y las aseguradoras médicas se reparten un bizcocho. Juegan con la vida. Le tiran cañona, lo dejan “arrollao”, le “pichean”.


Y el señor, que pudo haber tenido cualquier edad, ya cierra sus ojos fulminantemente con la certeza de que el sistema de salud no funciona.


Pero este cuentito, casi bobo, casi charro, es casi nada, inconsecuente. Nuestro personaje es un invento mío, no existe. Quienes existimos somos nosotros, los que tenemos que soportar el atropello. Los que todos los días salimos a ganarnos las habichuelas para que otros se las “jampéen”.


Mis palabras tratan de ser claras, para alejarme del regodeo demagógico, para que me entienda la gente que votó por quienes a cada segundo nos dan la espalda. Nos criminalizan y colocan cámaras de seguridad para mancillar la privacidad de los sin techo, de los invasores.


Si hay compromiso con el pueblo, Don País respira y sandunguea al son de “La Murga”.


Nota: Lo que le falta a esta Administración -para terminar de aborrecer sus horas en el planeta Tierra- es el retumbe de un terremoto. Espero no echar mal de ojo.


n La autora es periodista y bloguera.

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