Los eventos de Paseo Caribe nos dan una buena excusa para discutir muchos puntos de derecho y democracia: el asunto de los bienes de dominio público, la inercia gubernamental, pero más importante, retomar una discusión vacua que ocurre en el país cada vez que algún grupo de manifestantes ejerce su derecho de libertad de expresión para denunciar o exigir derechos. En otro post llamaba la atención a las reacciones cada vez más intolerantes, pero también mas faltas de reflexión, discusión y fundamentos sobre aspectos pilares en nuestra democracia.
¿Hasta donde puede limitarse el derecho a protestar? Los titulares, especialmente los de El Nuevo Día y muchos comentaristas de radio en el día de ayer, mencionaban una y otra vez que la acción de los manifestantes no se justificaba. Escuché a un Senador (que el nombre ni vale la pena mencionar, pero deben saber) que decía: "lo que hay que hacer es arrastrarlos a todos y meterlos presos". El Gobernador, por otro lado, cuando se le preguntó por el curso de acción sobre el proyecto dijo que atenderían el asunto buscando el bien común pero no dejándose llevar por "gritos". Hoy el editorial de El Nuevo día expone lo siguiente:
Los pasos que se han dado con relación al proyecto Paseo Caribe deben asumirse como un espacio al imperio de la ley y como vía de poner fin a un conflicto que ya lacera el clima de confianza del País.
El punto que me gustaría traer es: ¿cuáles son los fundamentos para decir, muy superficialmente y a manera de credo, que las acciones de los manifestantes son condenables en este caso. ¿Quién ya tiene de antemano establecido y con qué criterios que, en casos como este, el ejercicio de la libertad de expresión, el reclamo de ciertos derechos y la exigencia de un gobierno limpio, no puede sobreponerse en nuestra sociedad a esos otros intereses que el editorial menciona? Para empezar, sin esas manifestaciones no se hubiera destapado el régimen de ilegalidad que opera en ese proyecto. Además, ¿quién quiere "usar como pretexto" [!] nada para llevar a cabo esas acciones y pasarla mal allí en el campamento, en el frío levantarse temprano, dejar sus asuntos personales, etc. y ser víctima de agresión de la policía!?
La invitación es a pensar y exponer cuáles criterios son los que -en casos como este- nos deben guiar como sociedad en busca de mecanismos democráticos concretos a establecer la línea de hasta dónde se extiende el derecho a protestar y porqué.