13-JULIO-2009 | RAFAEL ACEVEDO
BUSCAPIÉ
Nece(si)dad
Leo la Biblia cuando no tengo sueño. Reparo en Eclesiastés. Mi libro favorito de esa formidable antología que llaman Biblia. Dice: He aplicado mi corazón a conocer la sabiduría y también a conocer la locura y la necedad, he comprendido que aún esto mismo es atrapar vientos (Eclesiastés, I. 17).
En mi caso, como la locura y la necedad vienen ya dados de antemano, he aplicado la doctrina de que la sabiduría se alcanza con una suerte de estilo de vida sencillo. Frutas, vegetales, sonrisas, flores en el jardín y zanahorias en el huerto. De vez en cuando te llevas por el medio, encebollado o con papas, un conejo o una ternerita. Pero ya no podemos vivir así. ¿Será que vivimos bajo el imperio de la necedad? ¿Será que la necesidad de lo innecesario es la necedad más nociva a nuestra calidad de vida?
Una vez leí que unos monos lavaban y aderezaban unas papas en un cierto lago salobre. El primero de aquellos monitos, ancestral, que tuvo la idea de humedecer su tubérculo allí fue aleccionado a los cocotazos por los demás. Era un mono estúpido. Hasta que a otro le dio con morder la papita y he aquí que estaba buena. Y todos fueron estúpidos, el mejor modo de dejar de serlo.
Entonces, ¿queda volver a los tiempos del hippie comunitario? O, ¿será mejor aspirar a usar una chaqueta y corbata bajo el candente sol tropical mientras se diagrama la destrucción de comunidades en pro del desarrollo insostenible?
En eso de atrapar vientos he decidido volar una chiringa y el cielo se ve de lo más mono. Mirándola flotar pienso que es momento de la locura. No es momento de buscar balance. El balance es la idea que tratan de imponer. Y se inclina hacia la destrucción. Es sencillo: los empresarios no son los dueños del país. Esa es una necedad. Combatirla es una necesidad. Sopla el viento.
El autor es escritor.